Escala Greencastle, Crucero Islas Británicas, Dia 7
Crucero en el ms Prinsensam de Holland America Line
ms Prinsendam
38.848Tn, 840 pasaj. Posición actual del ms Prinsendam
Itinerario: Amsterdam, Plymouth, ST. Peter Port (Gersnsey), Holyhead, Foynes, Greencastle, Belfast
Castillos, gigantes y la ciudad amurallada de Derry
Día 7 Greencastle
Por fin había llegado una de las escalas más esperadas, en ella encontraríamos impresionantes paisajes naturales y con leyenda, castillos históricos y una ciudad con una palpitante historia. Aunque la escala era larga, tuvimos que planificar bien la excursión para que nos diera tiempo a visitar todo lo que queríamos y para ello, como en la escala anterior, contratamos desde Madrid un coche con chofer para los cuatro, en este caso, además fue un fantástico guía.
Desembarcamos en tender en el lugar donde se toma el ferry, allí nos esperaba nuestro simpático chofer con su coche y en breves minutos atravesamos de Greencastle, en la península de Inishowen en Dónegan (República de Irlanda) a Maguilligan en Irlanda del Norte.
Nuestro principal objetivo en la mañana era la Calzada del Gigante o “Giant’s Causeway”. El camino por la costa de Antrim recorría un paisaje maravilloso con infinidad de calas, algunas con playas, otras con acantilados con extrañas formas, verdes praderas, colinas, castillos y siempre el mar.
La primera parada, aparte de alguna para fotografiar el paisaje, la hicimos a mitad de camino entre Porthust y Portballintrae, donde visitamos el Castillo de Dunluce, fortaleza construida en un saliente rocoso que hoy constituye unas ruinas de dramático perfil. Durante los Siglos XIV a XVII, perteneció al clan escoces de los Mc Donnells conocidos como los señores de la isla. Durante su dilatada historia albergó traiciones y asedios, hasta que la fuerza de la naturaleza provocó durante una gran tormenta, que una parte de las cocinas se desplomara en el mar con todos sus sirvientes. En la actualidad, estas ruinas sirvieron de inspiración para “Cair Paravel” el famoso castillo de las crónicas de Narnia.
Entre nubes y claros llegamos al Centro de Interpretación de la Calzada del Gigante, un espacio que albergaba tiendas, cafeterías, aseos y por supuesto información sobre la visita. Había dos formas de subir hasta la parte alta, en un pequeño autobús o andando, decidimos hacer el recorrido a pie, a nuestro aire. Con la entrada nos proporcionaban una audioguía que de forma divertida nos daba una interpretación, desde el punto de vista de la leyenda, de lo que íbamos viendo. Contaba la historia del gigante Finn MacCool, quien construyó la calzada para llegar hasta Escocia donde vivía su rival el gigante Benandonner, nos hablaba de sus andanzas por la zona y de toda su familia.
La teoría científica es menos divertida, pero nos demuestra lo fascinante de la naturaleza. La Calzada del Gigante la componen unas 40.000 columnas de basalto provenientes del enfriamiento rápido de la lava de un cráter hace 60 millones de años. Fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1986.
Tras la visita a este paraje de leyenda, nos esperaba de nuevo nuestro guía para continuar el recorrido. Como ya era hora de comer, decidimos llegar hasta Derry y hacerlo allí, para no perder más tiempo buscando un pub en el camino. Como esta era la ciudad de nuestro guía, la conocía al dedillo y nos llevó a un pequeño establecimiento nada turístico, en uno de los barrios de la ciudad. Nos dijo que allí ponían los mejores fish and chips de la zona. Terminado el pequeño refrigerio, continuamos con la segunda parte de nuestra escala; la visita a la ciudad de Derry con el mejor guía que podíamos imaginar, un irlandés católico que nos contó cómo vivió el conflicto en primera persona, sin ninguna acritud y cómo viven cuando se toca la paz después de tanta guerra.
Derry cuenta con la última muralla que se construyó en Europa entre 1614 y 1619. Con 8 metros de altura y 9 metros de amplitud, rodea la ciudad vieja a lo largo de un kilómetro y medio de circunferencia. Ningún invasor logró atravesar sus defensas, de ahí el apodo de “Ciudad Virgen”.
Desde lo alto de las murallas se divisan cuatro siglos de historia. Los principales monumentos se encuentran dentro de las mismas; la catedral anglicana de San Columba, el Museo de la Torre o el Guindhall, sede de la autoridad municipal por lo que ha sido uno de los edificios más conflictivos de Derry.
Al pié de las murallas el barrio católico de Bogside, escenario del Domingo Sangriento “Bloody Sunday” el 14 de Julio de 1972, donde murieron 14 civiles. Símbolo de la resistencia católica en el Ulster, del barrio original construido para la clase trabajadora católica, no queda casi nada, las casitas adosadas de estilo victoriano fueron derribadas y sustituidas por bloques de viviendas. Un sencillo obelisco de granito recuerda a los muertos del Domingo Sangriento. En lo alto de la colina se divisa una gran pradera verde, el cementerio.
En esta ciudad se ha derramado mucha sangre, ha habido mucha ira y violencia a través de los siglos. Católicos independentistas y protestantes unionistas han librado batallas tan recientes como las de los años 70 y 80. Hoy en día la ciudad trata de salir adelante, aunque aún los problemas no están resueltos. El mismo nombre de la ciudad Derry/Londonderry está todavía en juego; Derry era el nombre original y ha sido siempre utilizado por los independentistas católicos y los ingleses la denominaron Londonderry.
A un lado de las murallas, callejuelas medievales en las que se respira un aire de otra época. Del otro lado el barrio obrero, el Derry free.
Esta ciudad ha sido elegida ciudad UK de la cultura 2013, algo con lo que no todos están conformes.
Al final de la tarde regresábamos muy satisfechos al barco, esta escala había cubierto todas nuestras expectativas.
Aún no había acabado esta estupenda jornada. El día anterior recibimos una invitación para cenar en el Pinnacle Grill con el Director de Hotel, Firmin Van Walle y Sonia la encantadora asistente del Chief Housekeeper. Sorprendidos y expectantes mi marido y yo acudimos puntuales a la cita. Nuestro anfitrión, un belga que había vivido varios años en Andalucía y hablaba un peculiar español, nos obsequió con una estupenda cena preparada especialmente para nosotros por el chef indio del Pinacle, acompañada de un fantástico vino y por supuesto de una conversación de lo más interesante. La cena se prolongó con una copa y acabamos la velada bastante tarde. Fue una experiencia inolvidable. ¡Qué gran día!.
A la mañana siguiente teníamos que madrugar, pues llegábamos temprano a Belfast.
Continuará…
Araceli
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