Uno de los temas que van en aumento en los comentarios que se vierten en el “Club de Cruceristas” es el de la complicada convivencia que se da a bordo de algunos barcos de crucero.
No quiere ello decir que sea un asunto exclusivo de este tipo de viajes, sino que estos inconvenientes pueden darse en otros lugares y momentos.
Pero me ha parecido oportuno comentar una serie de temas (no exhaustiva), unas normas de educación básica, que permitan mejorar la convivencia, sin la menor intención de juzgar comportamientos, sino la de intentar que la travesía sea más placentera para todo el mundo.

¿Turista maleducado o un auténtico crucerista? Así se comporta el buen viajero
Lo he dividido en tres apartados que, a su vez, contienen una serie de puntos:
En cuanto a los “lugares”:
- No reservar asientos en ningún ámbito. El concepto de “el primero que llega, el primero que se sienta” es una norma muy sencilla de seguir.
- No ocupar de manera “permanente” lugares comunes, evitando que otros viajeros, con los mismos derechos, no puedan acceder al servicio correspondiente.
- Mantener limpios los lugares comunes, por ejemplo, los baños o las propias mesas de los bares o restaurantes. Ya sé que la tripulación se encarga de recoger y limpiar, pero hay ocasiones en las que las mesas y sus alrededores parecen más un campo de batalla que otra cosa. No cuesta nada ser un poco ordenados.
- No montar actividades privadas ruidosas en tu cabina. Hay suficientes eventos en el barco, para poder divertirse y explayarse sin tener que molestar a los vecinos de camarote.
- Dejar los restos de comida y bebida en su lugar, ya sea en la propia mesa o en los lugares destinados a ellos.
- Compartir una mesa cuando haya muchas personas en el buffet. Todos los cruceristas tienen los mismos derechos. Y, además, ello permite intercambiar experiencia e impresiones con otros viajeros, uno de los momentos más interesantes en un crucero.
En cuanto a las “personas”:
- Ser corteses y educados con todos los viajeros y con la tripulación.
Todas las personas merecen respeto. - Estar atentos a los menores, que no tienen ninguna responsabilidad dada su edad, para que no molesten a otros viajeros y para que no puedan lastimarse ellos mismos. En los cruceros existen servicios de acompañamiento a menores, para que se lo puedan pasar bien ellos y sus padres.
- No hablar a gritos. No es necesario alzar la voz para comunicarse con otras personas, máxime cuando molestas a otros cruceristas que están cerca de ti.
- Ceder el paso a todas las personas que lo necesiten y a todos aquellos que estén antes que tú.
- Saludar a todo aquel que se cruza en tu camino, como hace la inmensa mayoría de los tripulantes. No cuesta nada decir hola, buenos días, etc.
en el idioma que sea, o bien esbozar una sonrisa. - Ir preparados y ser rápidos en el requerimiento de un servicio, sin acaparar durante un tiempo excesivo al tripulante de turno, porque siempre puede haber alguien esperando a ser atendido y no tiene por qué malgastar su tiempo.
En cuanto a los “eventos”:
Respetar las filas en todos los lugares que se creen, para cualquier tipo de actividad que se haga. Aplica lo comentado en el primer punto del apartado “lugares”.
No tomar más comida de la necesaria para subsistir. No es necesario llenar los platos hasta desbordarse, máxime cuando, en algunas ocasiones, la comida se queda desperdiciada en los platos. Es un despilfarro indigno de personas educadas.
Respetar los avisos, que se den en vivo y en directo o a través de megafonía, cuando no sean en tu idioma. Para permitir que los viajeros de un idioma concreto puedan oír lo que se está informando.
Sé que en un crucero coincidimos miles de personas de diferentes orígenes, etnias, culturas, idiomas y un largo etcétera. Y sé que a veces no es fácil. Pero cuando uno viaja debe recordar aquel viejo refrán que nos dice que “allí donde fueres, haz lo que vieres”.
La adaptación es un claro síntoma de inteligencia. Demostremoslo en cada uno de nuestros cruceros.
No hay nada más bonito que ver la armonía entre esa diversidad de personas y nada más feo y vulgar que ver cómo las personas pugnan, con mayor o menor virulencia, por algo.
Afortunadamente, he vivido cruceros maravillosos y he visto pocos incidentes desagradables.
Hagamos que todo fluya de manera razonable. La diversión y la educación no tienen por qué estar reñidas, por tanto, actuemos con ambos factores para una
mejor convivencia y todo funcionará mucho mejor.