Crucero fluvial Sena Rouen, Día 4
Monasterios, Monet y Juana de Arco

Ms France
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La ruta de las Abadías y Rouen
Día4,
Amanecimos temprano como ya era habitual, el horario del desayuno y el ritmo de las excursiones así lo marca. Nuestro barco estaba atracado en el muelle de Duclair, donde nos esperaba el autobús para una excursión muy interesante, la “Ruta de las Abadías“. El camino hasta nuestra primera parada en Jumièges, discurre junto al Sena, pequeños pueblecitos cuyas casas tienen cuidados jardines con árboles frutales, en época de recolección vendes el exceso de la cosecha las puertas delas casas. El recorrido es corto y un placer para la vista.
La Abadía de Jumièges monasterio benedictino de los más antiguos y más importantes de Normandía, fue destruido en la Revolución francesa, gran parte de sus muros fueron demolidos para vender sus piedras. Sus impresionantes ruinas ofrecen a la vista un panorama único, que la hizo merecedora del apelativo de “más bella ruina de Francia“. El cuidado parque que la rodea con frondosos árboles centenarios, invita al sosiego y la meditación. Desde aquí, con las imágenes de este lugar aún en la retina, nos dirigimos a la Abadía de Saint Wandrille, ejemplo de la larga trayectoria de la orden benedictina en tierras normandas, donde hoy en día los monjes oran, trabajan para el sustento de la comunidad y acogen en su hospedería a gente que quiere visitar estos lugares llenos de historia, incluso compartir la vida con ellos. El alojamiento para las mujeres, se encuentra fuera de la abadía. Para ayudar a su mantenimiento, tiene una tienda donde los monjes venden productos artesanales de varias comunidades religiosas como dulces, mermeladas, además de libros y discos de cantos gregorianos y música sacra. Difícil resistirse ante semejante oferta.
De vuelta al ms France, tiempo justo para un aperitivo antes de la comida mientras zarpábamos rumbo a Rouen donde una visita a pie guiada, nos descubriría los lugares que no pudimos ver en la escala nocturna.
Rouen
Campanarios, Monet y Juana de Arco
La guía nos esperaba a pie de barco pertrechada con un gran paraguas, no porque amenazara lluvia, por el contrario para protegerse del inclemente sol que a esa hora y con la ola de calor que atravesábamos no nos permitía a penas caminar, situación que deslució un poco la visita a esta bonita ciudad medieval, sin duda una de las joyas históricas de Francia. La primera parada fue en la Place du Vieux Marché dedicada a Juana de Arco. Construida en su memoria, se erige una moderna iglesia de arquitectura singular, fuera una esbelta cruz y una sencilla placa conmemorativa señalan el lugar donde la Santa fue quemada en la hoguera en 1431. En los alrededores, un mercado de flores pone la nota de color.
Desde aquí nos dirigimos a la Rue du Horloge donde se encuentra el Gros Horloge, un bonito reloj astronómico que data del Siglo XIV, en esta calle y las adyacentes, se ubican muchos comercios y pese a la hora y el calor, estaba atestada de gente. Durante el paseo por el casco antiguo, contemplamos las casas de entramado de madera, de típico estilo normando y otra de las joyas góticas, en este caso de arquitectura civil, el Palacio de Justicia. Al fondo de la emblemática Rue du Horloge encontramos la impresionante fachada de la Catedral de Notre Dame de Rouen, en la que noches atrás disfrutamos de las maravillosas proyecciones de luz y sonido. En esta ocasión visitamos el interior del templo con sus espectaculares vidrieras que nos contaban historias de la época. Monet está muy ligado a esta ciudad, durante años pintó una y otra vez la fachada de la catedral. Varias de las obras de este artista se encuentran en el museo de Bellas Artes de Rouen que aloja la colección más importante de Francia de pintura impresionista después del museo de Orsay de París.
Tras el recorrido por la catedral dimos por concluida la visita guiada y continuamos por nuestra cuenta en busca de algún lugar con aire acondicionado donde poder refrescarnos por dentro y por fuera, misión que resultó imposible, por lo que decidimos sentarnos en una terraza a la sombra. Llegamos al barco con el tiempo justo para ponernos guapos, era una noche especial en la que brindamos con champán en el cóctel del capitán y acto seguido degustamos una cena con un exquisito menú compuesto por un entrante de foie gras de pato acompañado de moja de manzana, ternera con puré de patata morada, un plato de queso gratinado y un helado de avellana. Tras la cena, los miembros de la tripulación ofrecieron un simpático espectáculo en el salón. Era nuestra última noche de navegación y la prolongamos hasta tarde disfrutando en la cubierta sol, de otro espectáculo maravilloso, la noche estrellada y las orillas del Sena. Aún nos quedaba por disfrutar el día y la noche siguiente en París.
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