Imagínate a ti mismo en la cubierta de un barco, envuelto en una manta y con el vaho escapando de tu aliento, mientras el sol de medianoche derrama su luz de oro fundido sobre un horizonte salpicado de icebergs.
No es un sueño inalcanzable ni una escena de cine: es el día a día de quienes navegan por Islandia, Groenlandia y las Islas Feroe en crucero. Un viaje que, más que turismo, es una suerte de reconciliación con lo salvaje.
Nuestros lectores que han surcado el Prins Christian Sund en Groenlandia coinciden en algo: nunca madrugaron con tanto gusto. ¿El motivo? Un espectáculo natural donde paredes de roca de más de mil metros se elevan como catedrales de piedra, glaciares que crujen como si la Tierra respirara y cascadas que se precipitan sin pedir permiso. El silencio se vuelve música, interrumpido solo por el eco del hielo al romperse.
Viajar por estas latitudes no es simplemente desplazarse, es quedarse quieto en medio de la inmensidad. En cuestión de días, se pasa del vapor sulfuroso de los géiseres islandeses a los fiordos de Groenlandia donde la geología parece estar a medio esculpir, y de allí a los acantilados de las Feroe, con sus casitas de colores que desafían el gris del cielo.
Este no es un viaje para quienes buscan animación nocturna o bronceados instantáneos. Es un viaje para quienes desean encontrarse con la Tierra tal y como era antes de los mapas. Y según el consenso de nuestros lectores, pocas travesías ofrecen semejante desfile de contrastes naturales, culturales y emocionales.
Con los relatos compartidos por quienes ya lo vivieron como hilo conductor, presentamos esta guía para ayudarte a planificar tu travesía por el Gran Norte. Abrígate bien: la aventura acaba de comenzar.
✱ APUNTES PARA CRUCERISTAS:
- La mejor temporada: de junio a septiembre, cuando el sol apenas se esconde y el hielo da tregua
- Atraques limitados: muchos puertos requieren tender o Zodiac, especialmente en Groenlandia
- Duración típica: entre 12 y 21 días, con salidas desde puertos de Reino Unido, Alemania o Dinamarca
- El clima cambia como de humor: importante llevar capas, capas y más capas, incluso en agosto
- Nivel físico: básico, pero con precaución en Groenlandia donde el terreno puede ser traicionero
¿Cuándo es mejor viajar a Islandia, Groenlandia e Islas Feroe en crucero?
Cuando alguno de nuestros lectores nos pregunta por la mejor época para lanzarse al Atlántico Norte, no dudamos en responder: el verano ártico. Pero ojo, verano ártico no es sinónimo de calor tropical. Aquí va un desglose que podría salvarte de hacer la maleta mal… o de arrepentirte de no haber traído guantes.
Junio – Julio: El sol que no se pone
Este es el reino del sol de medianoche. En latitudes tan altas, el ocaso se convierte en un concepto filosófico: el sol roza el horizonte, pero se niega a desaparecer. Muchos lo describen como «soñar despiertos»; otros simplemente no duermen por no perderse ni un instante. Las temperaturas, entre 10 y 15ºC en Islandia y Feroe, y entre 5 y 10ºC en Groenlandia, ya permiten disfrutar del paisaje sin perder la nariz por congelación.
En Islandia, junio ofrece una mayor sensación de «exclusividad», con menos turistas. En Groenlandia, julio es el mes en que el hielo da su brazo a torcer y deja paso a rutas navegables. La naturaleza se despereza, y el viajero también.
Agosto – Septiembre: Luces doradas y auroras incipientes
Para los amantes de la fotografía (y de la luz que transforma lo ordinario en mágico), esta es su estación. Días largos, atardeceres eternos y paisajes que parecen haber sido pintados con pinceles de cobre y amatista. Además, las ballenas hacen su acto de presencia en lugares como Husavik o el estrecho de Davis, ajenas al entusiasmo que despiertan.
Las temperaturas son amables: hasta 20ºC en Islandia y las Feroe, y hasta 15ºC en las costas sur y oeste de Groenlandia. Con suerte, las primeras auroras boreales ya se dejan ver a finales de septiembre. Porque en el Gran Norte, el cielo también tiene sus caprichos.
Mayo y Octubre: Para exploradores con alma de lobo estepario
Estos meses son los bordes del mapa: menos rutas, menos barcos, menos certezas… y también menos gente. El clima puede jugar al escondite, pero también regalar momentos únicos: el deshielo en Groenlandia, la primavera explosión en Islandia y Feroe, o las auroras bailando sobre la oscuridad creciente de octubre.
Solo para valientes (o para quienes buscan ofertas sin multitudes), estos meses son una apuesta: arriesgada, pero con recompensas.
✱ Consejo de crucerista
La segunda quincena de agosto emerge como el periodo óptimo para un crucero combinado por los tres destinos. El hielo ha retrocedido al máximo permitiendo acceder a más puntos de Groenlandia, las temperaturas son las más agradables del año, y ya hay posibilidad de ver auroras boreales en noches despejadas sin renunciar a días aún bastante largos para disfrutar de los paisajes.

Puertos que no deberías perderte
Tras revisar muchas experiencias viajeras, hemos reunido una selección de puertos imprescindibles para quien desea saborear el alma del Gran Norte Atlántico. He aquí una ruta que no es solo geográfica, sino emocional:
ISLANDIA: La tierra donde el fuego y el hielo no son enemigos, sino socios geológicos
Reykjavik: La capital entre dos mundos
Punto de partida ideal y metáfora viviente del equilibrio entre modernidad y tradición. Según el tamaño del barco, podrás atracar en pleno centro o a unos minutos en transporte. Lo importante es no perderse la Hallgrímskirkja, esa iglesia que parece una escultura de lava solidificada. Desde su torre, Reykjavik se revela como un mosaico de tejados y vapor.
Para paladares atrevidos: el hákarl, tiburón fermentado que huele como si el mar hubiese decidido vengarse. Para el resto: los famosos perritos calientes de Bæjarins Beztu, auténtico patrimonio nacional.
Desde aquí, la excursión más clásica (y concurrida) es la del Círculo Dorado (Golden Ciercle): Þingvellir, Strokkur y Gullfoss. Tres formas de comprobar que Islandia es una clase de ciencias con vista panorámica.
Akureyri: Norte amable
Es la capital no oficial del norte islandés, y lo cierto es que se lo ha ganado. Pequeña, cuidada y rodeada de un fiordo que parece un espejo. Desde aquí parte la excursión a la cascada Godafoss y al área geotérmica de Mývatn, donde los colores y olores recuerdan que el planeta está muy vivo.
Curiosidad botánica: en Akureyri crecen plantas que, según los libros, no deberían sobrevivir tan al norte. Pero Islandia, como ya vamos viendo, no lee libros: los reescribe.
Isafjordur: El rincón escondido
La llegada a este pueblo es de postal: fiordo estrecho, montañas dramáticas y un pueblecito pesquero que parece pedir permiso para existir. Aves marinas en los acantilados de Látrabjarg, excursiones en kayak, y un silencio que parece hecho a medida.
Seydisfjordur: Colores en el este
Casitas de madera de tonos imposibles, una iglesia azul que parece sacada de un cuento nórdico y un ambiente artístico que desconcierta (en el mejor sentido). No hay que hacer mucho aquí, salvo caminar y dejarse sorprender. Y quizás descubrir que, entre cascadas y arcoíris urbanos, uno puede reencontrarse con la belleza de lo simple.

GROENLANDIA: Donde el hielo tiene memoria y el silencio habla
Nuuk: Una capital entre fiordos y leyendas
Aunque su nombre significa algo tan simple como «cabo«, Nuuk tiene la complejidad de una ciudad que ha aprendido a convivir con el aislamiento y el hielo. Lo primero que sorprende es su escala: edificios modernos junto a casitas tradicionales que parecen hechas con crayones.
La mayoría de barcos fondean frente al Museo Nacional, que alberga uno de los mayores tesoros culturales del Ártico: las momias de Qilakitsoq. Rostros congelados en el tiempo que susurran historias de hace más de cinco siglos.
No te vayas sin probar la cerveza local elaborada con agua de iceberg —según nos han contado nuestros lectores, tiene algo de fiesta y algo de ritual. Y para quienes buscan una postal con alma, el Centro Cultural Katuaq ofrece arte inuit auténtico: hueso, piel, piedra… y resistencia.
Ilulissat: El fiordo de hielo y asombro
Aquí no hay muelle, solo promesa de aventura. Llegar en Zodiac o tenders mientras enormes icebergs se balancean cerca como cetáceos dormidos es el comienzo de una experiencia que muchos consideran lo más impresionante del viaje. El fiordo Sermeq Kujalleq no solo es Patrimonio de la Humanidad: es una máquina viva que escupe hielo a un ritmo imposible.
Caminar por las pasarelas de madera frente al glaciar es como asomarse al origen del planeta. Para quienes buscan emoción flotante, los paseos en barco entre icebergs son algo más que una excursión: son una ceremonia.
Qaqortoq: Donde el arte brota de la piedra
Colorido, humano y sorprendente, Qaqortoq es una ciudad anfiteatro que mira al mar con la serenidad de quien ha aprendido a no tener prisa. Lo que más impresiona, según nos cuentan nuestros lectores, es el arte que florece en cada esquina: esculturas talladas directamente en la roca, parte del proyecto «Stone & Man«. Aquí incluso el granito quiere contar su historia.
No muy lejos están las ruinas de Hvalsey, vestigios vikingos que se empeñan en resistir el paso de los siglos. Porque Groenlandia, incluso en su versión más amable, no olvida su lado salvaje.
Prins Christian Sund: El pasillo secreto del Ártico
No es un puerto, sino una travesía. Pero sería injusto dejar fuera este pasaje entre montañas afiladas y glaciares que respiran como bestias dormidas. Los barcos pasan tan cerca de las paredes de roca que parece que podrías tocar el hielo si estiraras la mano.
Hay que madrugar para verlo, pero vale cada minuto de sueño perdido. Incluso con niebla —o quizás gracias a ella— el paisaje adquiere una cualidad onírica, como si el barco se deslizara por un sueño polar.

ISLAS FEROE: Donde el viento cuenta historias
Tórshavn: Miniatura vikinga con alma de capital
Su nombre significa «Puerto de Thor«, y aunque hoy día las tormentas sean más urbanas que divinas, Tórshavn mantiene ese equilibrio mágico entre historia y cotidianidad. Las casas con tejados de césped, las callejuelas de Tinganes y la cercanía del mar lo hacen sentir como un pueblo disfrazado de capital.
El Museo Histórico Nacional ofrece una radiografía del alma feroesa, desde los tiempos de los drakkar hasta la globalización tranquila de hoy. Y desde lo alto de la colina, con la isla de Nólsoy al fondo, todo parece dispuesto para una panorámica que no necesita filtro.
Vestmanna: Los acantilados del vértigo feliz
Visitar Vestmanna es dejarse sobrecoger por la escala. Aquí la excursión estrella es el paseo en barco entre acantilados de hasta 600 metros, con grutas que parecen portales a otro mundo y miles de aves marinas que hacen del cielo un carnaval de alas.
El mar puede ponerse juguetón, pero eso solo añade emoción a una experiencia que muchos describen como una montaña rusa natural. En este rincón de las Feroe, la belleza no pide permiso: simplemente se impone.
Klaksvik: Fiordos, pesca y rituales antiguos
Segunda ciudad de las islas, pero primera en autenticidad. Entre dos fiordos y rodeada de montañas, Klaksvik es puro carácter feroés. La iglesia Christianskirkjan, con su estética de catedral vikinga y su barco colgante en el techo, recuerda que aquí el mar no es paisaje: es religión.
Si coincides con un festival local, podrías presenciar el controvertido Grindadráp, la tradicional caza de ballenas piloto. Una práctica que, más allá de opiniones, forma parte de la identidad feroesa desde hace siglos.
✱ GUÍAS DE PUERTOS EN ITINERARIOS POR ISLANDIA, GROENLANDIA E ISLAS FEROE

Curiosidades que te sorprenderán de Islandia, Groenlandia e Islas Feroe
Detrás de los glaciares, fiordos y volcanes, hay anécdotas que podrían ganarse un hueco en cualquier sobremesa entre viajeros. Pequeños datos, grandes sorpresas. Aquí una selección de rarezas, maravillas y contradicciones que nuestros lectores han compartido:
El agua del grifo más cara del mundo… si la compras embotellada
En Reykjavik, comprar agua mineral es como pagar por respirar: innecesario y hasta gracioso. Un lector nos contaba que vio a un camarero reír a carcajadas cuando un turista pidió agua embotellada. «¿De dónde crees que viene esa agua?», le dijo. «Del mismo glaciar que sale por el grifo, pero con plástico de regalo». Islandia tiene una de las aguas más puras del mundo, filtrada por la roca volcánica y servida directamente desde la naturaleza. Ahorra plástico, y euros.
Casas con jardín en el tejado
En Islandia y las Feroe, los tejados de césped no son una tendencia ecológica reciente, sino una estrategia ancestral contra el viento feroz y el frío obstinado. Aislaban, sujetaban y, de paso, embellecían. Pasear por lugares como Tinganes o el museo al aire libre Árbæjarsafn es como adentrarse en un cuento donde los trolls construyen con sensibilidad térmica.
Groenlandia: sin carreteras entre pueblos, con hielo entre historias
Puede sonar inverosímil, pero Groenlandia no tiene carreteras que conecten sus ciudades. Cada población es una isla urbana separada por vastos espacios de hielo, rocas y fiordos. Si quieres ir de un sitio a otro, prepárate para volar, navegar o subirte a un trineo. ¡El crucero no es solo la forma más cómoda de explorar Groenlandia, es casi la única viable!
La gran ironía geográfica: nombres cruzados
Islandia (tierra de hielo) es verde. Groenlandia (tierra verde) está cubierta de hielo. El culpable: Erik el Rojo, quien en un acto de marketing vikingo del siglo X, llamó «tierra verde» a su inhóspito hallazgo para atraer colonos. Si eso no es publicidad engañosa primitiva, no sabemos qué lo es.
El parlamento más viejo… y con mejores vistas
El Althing de Islandia, fundado en el año 930, es considerado el parlamento en funcionamiento más antiguo del mundo. Se reunía al aire libre, en el hoy Parque Nacional de Þingvellir, justo sobre la falla entre las placas tectónicas de América y Eurasia. Aquí los vikingos discutían leyes mientras el planeta se partía bajo sus pies. Literalmente.
La isla dentro del lago sobre el mar
El lago Sørvágsvatn, en las Islas Feroe, es una trampa visual. Desde ciertos ángulos parece flotar muy por encima del mar. En realidad, está apenas 30 metros más alto, pero la perspectiva es tan teatral que confunde hasta al más escéptico. La naturaleza, otra vez, jugando con nuestras referencias.
Nombres sin apellidos
En Islandia no existen los apellidos como los entendemos. Se usa el patronímico: el nombre del padre (o madre) seguido de -son (hijo) o -dóttir (hija). Así, Anna Eriksdóttir es la hija de Erik. Y si te diriges a ella como «señora Eriksdóttir», probablemente frunza el ceño. En Islandia, todos se llaman por su nombre de pila, incluso el presidente.
La última capital europea sin semáforos
Tórshavn, con unos 20.000 habitantes, no tiene semáforos. Intentaron poner uno en 2007, pero lo quitaron porque confundía más que ayudaba. En la capital feroesa, las prioridades son otras. Y el tiempo también.

Consejos prácticos para tu crucero por el Atlántico Norte
Nuestros lectores más curtidos comparten recomendaciones que valen su peso en oro polar. Desde el equipaje hasta el presupuesto, aquí va un manual de supervivencia para disfrutar al máximo:
Equipaje: la filosofía de la cebolla
El clima es inestable, caprichoso y teatral. Puede pasar de postal veraniega a diluvio horizontal en minutos. La clave: vestirse por capas, como si cada prenda fuera una línea de defensa.
- Primera capa: ropa térmica que mantiene el calor y seca rápido. Algodón, ni verlo.
- Segunda capa: aislante. Forro polar, lana merino o microfibras térmicas.
- Tercera capa: chaqueta impermeable y cortavientos. No escatimes aquí. Es tu escudo.
Complementos imprescindibles:
- Gorro y guantes, incluso en agosto.
- Calzado impermeable, vital en Groenlandia (Zodiac mediante).
- Gafas de sol y protector solar. El hielo también refleja.
- Bañador. Porque en Islandia las aguas termales no son opcionales.
Y el mantra polar: «Mejor llevar de más que quedarse tiritando».
Fotografía: entre la postal y el poema visual
Los paisajes que verás merecen más que una cámara automática. Toma nota:
- Baterías extra (el frío las devora).
- Tarjetas de memoria generosas.
- Zoom de al menos 200mm para fauna y glaciares.
- Trípode o estabilizador (auroras incluidas).
- Bolsa para proteger el equipo de la humedad.
Consejo de lector: «Haz fotos, sí. Pero recuerda mirar con tus propios ojos. A veces, lo mejor no se imprime, se recuerda».
Excursiones: ¿con el barco o por libre?
La eterna pregunta tiene varias respuestas. Aquí va un resumen rápido:
- Islandia: Reykjavik y Akureyri son ideales para explorar por libre si alquilas coche o te organizas con operadores locales.
- Groenlandia: mejor con excursiones del barco. La logística es compleja y el hielo, impredecible.
- Islas Feroe: Tórshavn es explorable a pie, pero para los paisajes más dramáticos, mejor excursión organizada.
Advertencia con nombre propio: las excursiones estrella (Ilulissat, Vestmanna) se agotan. Reserva pronto o prepara una buena excusa para no haberlo hecho.
Mal de mar: el enemigo invisible
Aunque los fiordos son suaves como cuna, el mar abierto (Estrecho de Dinamarca, Mar de Noruega) puede agitarse. Nuestros lectores recomiendan:
- Medicación preventiva, antes de marearse.
- Camarote en zona central y cubierta media.
- Jengibre, pulseras, mirar el horizonte.
- Evitar alcohol, café y comidas pesadas en días movidos.
La buena noticia: en los tramos más espectaculares, el mar suele estar tan quieto que parece de cristal.
Presupuesto: el norte no es barato, pero vale cada centavo
Ejemplos reales de precios:
- Café en Reykjavik: 5-6 €
- Sándwich en Nuuk: 15-18 €
- Cerveza en Tórshavn: 8-10 €
- Excursión Círculo Dorado: hasta 180 €
- Paseo entre icebergs en Ilulissat: 150 €
- Jersey islandés: entre 150 y 250 €
Trucos para ahorrar sin perder magia:
- Botella reutilizable: agua excelente y gratis.
- Comer bien en el barco: ya está incluido.
- Comprar artesanía local, mejor en cooperativas.
- Usar tarjetas sin comisiones para pagos.

Preguntas más populares sobre los cruceros al Atlántico Norte
Sabemos que antes de embarcarte en una aventura polar, las dudas pueden ser tan numerosas como los fiordos de Groenlandia. Por eso, aquí respondemos las preguntas más repetidas entre nuestros lectores.
¿Se marean mucho los pasajeros en estos cruceros?
Depende del tramo. En verano, las aguas están relativamente tranquilas en la mayor parte del recorrido. Pero el Estrecho de Dinamarca y el Mar de Noruega pueden ponerse temperamentales, incluso con cielo despejado. Aun así, muchos lectores coinciden en que los trayectos por fiordos o canales como el Prins Christian Sund son tan suaves que parecen diseñados por un escenógrafo zen.
¿Veré auroras boreales?
Depende de cuándo viajes. En junio y julio, con el sol de medianoche como protagonista, es prácticamente imposible. En agosto, especialmente hacia el final del mes, ya hay horas de oscuridad suficientes para ver alguna danza celeste si las condiciones lo permiten. A partir de septiembre, las probabilidades aumentan. Pero como siempre nos recuerdan los lectores experimentados: las auroras tienen voluntad propia.
Algunas navieras incluso ofrecen sistemas de alerta para avisar a los pasajeros en plena noche. Eso sí, asegúrate de inscribirte en la lista, o podrías despertar con la historia sin las fotos.
¿Cuál es la mejor época para hacer un crucero por Islandia, Groenlandia e Islas Feroe?
Verano, sin rodeos. Entre junio y septiembre, el clima es más benigno, los días son largos y los glaciares dan tregua a los navegantes. Es cuando la región muestra su cara más accesible, sin perder un ápice de su misterio.
¿Cuáles son los principales puertos de salida y llegada para estos cruceros?
Reykjavik es el epicentro, especialmente para los itinerarios centrados en Islandia. Desde Europa, también hay salidas desde Southampton, Rotterdam, Hamburgo y Copenhague. Desde América del Norte, Boston y Nueva York sirven de puerta atlántica hacia lo remoto.
¿Qué tipo de actividades y excursiones se pueden realizar durante el crucero?
De todo un poco, salvo broncearse. Lo que más buscan nuestros lectores: géiseres, glaciares, cascadas y fiordos en Islandia; pueblos tradicionales y mercados en Groenlandia; acantilados, aves y cultura vikinga en las Feroe. Entre mayo y septiembre, también es temporada alta de ballenas y auroras.
¿Qué duración suelen tener los cruceros por esta región?
Los itinerarios exclusivamente islandeses rondan los 8-10 días. Si se añade Groenlandia o Feroe, hablamos de 12 a 16 días. Un poco más si zarpas desde puertos continentales.
¿Qué precauciones logísticas debo tener en cuenta?
Fuera de Reykjavik, el transporte es escaso y el tiempo engañoso. Hay que regresar al barco con margen de sobra, especialmente en Groenlandia donde perder el barco podría equivaler a quedarte aislado entre glaciares. También es recomendable contar con conexión offline: el Wi-Fi polar es más caprichoso que una aurora.
Característica | Islandia | Groenlandia | Islas Feroe |
Clima verano | 10-20°C, variable | 5-15°C, fresco | 10-18°C, ventoso |
Imprescindible | Círculo Dorado, aguas termales | Icebergs Ilulissat, Prins Christian Sund | Acantilados de Vestmanna, Tórshavn |
Mejor para | Geología, aventura, termalismo | Paisajes de hielo, cultura inuit | Naturaleza virgen, folclore nórdico |
Dificultad | Baja-Media | Media | Baja-Media |
Navegación | Generalmente tranquila | Muy estable en fiordos | Puede ser movida |
¿Cuándo es la temporada de mosquitos y moscas en Groenlandia?¿Son peligrosos?
La temporada principal va de mediados de junio a finales de agosto, coincidiendo con el deshielo y el aumento de las temperaturas. No son peligrosos, los mosquitos groenlandeses no transmiten enfermedades conocidas. Son simplemente muy molestos (recomendable llevar una mascarilla y gafas de sol para que no entren en contacto con nuestros ojos o boca)
Experiencias únicas que no encontrarás en otros cruceros
El sol de medianoche, o cuando el día se niega a terminar
En el Círculo Polar Ártico, durante el verano, el sol simplemente no se pone. Esta luz perpetua crea una sensación casi mística y altera por completo los ritmos circadianos. Muchos viajeros describen un estado de euforia suave, donde el tiempo parece estirarse como un caramelo. Desde la cubierta del barco, ver cómo el sol roza el horizonte sin llegar a ocultarse es de esas experiencias que perduran.
Bañarse en aguas termales volcánicas con vista a glaciares
Pocas experiencias combinan tantos extremos como sumergirse en las lagunas termales islandesas. La más famosa, la Laguna Azul, es casi un cliché turístico, pero no por ello menos espectacular. Sin embargo, nuestros lectores recomiendan explorar opciones menos concurridas, como Mývatn Nature Baths en el norte o algunas pozas naturales a las que solo se accede por senderos.
Escuchar el «rugido» de un glaciar en Groenlandia
Cuando un iceberg «nace» —es decir, cuando se desprende del glaciar— el estallido de hielo retumba por todo el fiordo como un trueno primigenio. En lugares como Ilulissat, este fenómeno ocurre con frecuencia. Muchos viajeros describen un escalofrío al presenciarlo: no es solo ruido, es la Tierra recordándonos su fuerza.
Navegar entre tanta belleza que cuesta absorberla
Los veteranos del Atlántico Norte hablan del «síndrome de saturación escénica»: ese momento en que la belleza es tan constante y apabullante que la mente casi no puede procesarla. Ocurre especialmente en el Prins Christian Sund o al navegar los fiordos islandeses. La solución: de vez en cuando, guardar la cámara y simplemente existir en medio de esa inmensidad.

¿Un crucero por Islandia, Groenlandia e Islas Feroe vale la pena?
Absolutamente sí. Aunque no es un viaje para todos, sí lo es para quienes buscan algo distinto. El clima puede ser impredecible, los precios no son precisamente una oferta y las comodidades en tierra son limitadas. Pero a cambio, tendrás algo que no se mide en estrellas ni se reserva en plataformas: la sensación de estar en los límites del mundo conocido.
Este no es un destino para los que quieren fiesta, sol asegurado o tiendas de lujo. Es para quienes disfrutan del silencio, del paisaje que cambia cada hora y de la idea de que el planeta aún tiene rincones intactos. Es para exploradores con cámara en mano, para amantes de la naturaleza en su forma más salvaje y para curiosos que ya se han cansado de lo previsible.
Como nos escribió un lector tras su travesía: «He hecho más de 30 cruceros y jamás había sentido algo como ver el sol reflejado en los icebergs del Prins Christian Sund. Fue como si el mundo respirara, y yo con él».
En resumen: no es el viaje más cómodo ni el más barato. Pero para muchos, es el más inolvidable. Y eso, en tiempos de selfies y Wi-Fi, ya es mucho decir.
✱ Como decimos en Cruceroadicto:
Los viajes que realmente importan son aquellos donde acabas encontrándote a ti mismo, aunque solo sea por el asombro ante la inmensidad.
Islandia, Groenlandia e Islas Feroe no son para todos, pero quienes conectan con sus paisajes vuelven transformados.
✱ QUIZ DEL VIAJERO – Descubre si es para ti!
¡COMPARTE TU EXPERIENCIA!
¿Has visitado ya Islandia, Groenlandia o las Islas Feroe? ¿Cuál fue tu puerto o fiordo favorito? ¿Tienes alguna duda específica sobre alguna naviera o itinerario?
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