Crucero caribe en el Norwegian Pearl: navegacion y Ocho Rios, Jamaica
Primera escala del crucero
Norwegian PearlNaviera: Norwegian Cruise Line Año construcción: 2006 Tonelaje: 93.502 Tn Pasajeros: 2.394 Tripulación: 1.124 Itinerario: Miami, Ocho Rios (Jamaica), Islas Caiman, Cozumel (Mexico),Miami |
Día 3: Navegación
Amanece un día claro, con buena temperatura, pero un poco de aire. 26º.
Lo que más apetece es leer en una hamaca, entre sol y sombra, y eso es lo que hacemos. A pesar del bullicio, nos vamos acostumbrando a éste nuevo ambiente, y poco a poco encontramos nuestro sitio preferido para leer o pasear. Aunque aún echamos de menos el ambiente relajado y educado del Epic.
Me llama mucho la atención, el que aquí haya menos preocupación por la limpieza de mesas en las zonas de piscina y buffet, y mas relajación de las normas establecidas en ellas. Por ejemplo, se meten en el jacuzzi con vasos o botellas en la mano, e incluso el camarero te ofrece de beber estando allí.
Vamos viendo que el barco es bastante igual al Jade, con pequeñas diferencias como la configuración del Atrio, en el que hay una pantalla muy grande (en dónde ponen documentales, películas, y que utilizan para las conferencias y subastas de arte), y la situación de las tiendas.
Cenamos en el Índigo:
-Crema de maíz tostado. Vaya…
-Quiche de tomates secos. Estupenda.
-Cordero asado en filetes finos (rosas en el medio), guarnición de lentejas rehogadas con cebolla y zanahoria. Muy bien.
-Tortellini de setas a los cuatro quesos. Bien.
-Fruta
-Helado de chocolate.
-Vino blanco Chardonnay, de California (un detalle de Jorge Sosa, Maitre ). Es un vino bastante normal, sin crianza. Inicialmente huele muy poco, y , en boca, da sensación de poco sabor, como si estuviera aguado.
En éste tipo de barcos los camarotes tienen bastante sitio para guardar la ropa y accesorios. Colocamos todas nuestras cosas, sin problema. El Pearl, es un barco de la serie Jewel y casi idéntico al Jade de ésta compañía, que ya conocemos bastante bien pues hemos hecho en él tres cruceros, a Cabo Norte, Mediterráneo y Atlántico.
Según va pasando el rato, los diferentes sorbos te van dando cantidad de matices. Claramente sabe a canela y vainilla, y poco después, se le añade sabor a chocolate. El aroma también va aumentando según se oxigena el vino. Es la primera vez que un vino me sorprende tanto. Aunque no soy ninguna especialista.
El regalo de esta botella, y otra más de tinto que nos enviaron a la habitación, está provocado por una reclamación que pongo esa mañana, por la falta de limpieza de las mesas del buffet y de todas las zonas al aire libre. Retiran inmediatamente todos los platos o vasos, pero no limpian la mesa tras ello, o la limpian solo de lo más gordo, y al sentarse otro pasajero se encuentra con restos de azúcar, pan, huellas mojadas de los vasos… Y es muy desagradable.
También les cuento que en los jacuzzi se mete la gente con botellas o copas, cosa que me parece muy peligrosa.
Me acerqué en recepción a comentarlo, y coincidió que me atendió maravillosamente el Jefe de Guest Service, brasileño, y que habla perfectamente español. Tomó nota de todo, me dio las gracias, y me dijo que trasladaría todos los temas tanto a la directora del crucero, como al de restauración.
Todo el tiempo, a partir de aquí, nos estuvieron cuidando de maravilla; cada vez que nos encontrábamos con uno de los Directores del barco (al que conocimos en la copa que nos ofrecieron a los pertenecientes al Club Latitudes de NCL, y al que también le comenté el tema de la limpieza), o con el maître en las cenas, nos colmaban de atenciones, y nos preguntaban si necesitábamos algo. Aunque supongo que era solamente por ser estas personas sumamente atentas.
Pero, tengo que confesar que no sirvió de mucho, y las mesas siguieron sin limpiar bien durante el resto del crucero. Veníamos demasiado mal acostumbrados; en el Epic, no habían terminado de retirar los platos de la mesa cuándo estaban limpiándola con spray y bayeta. Aquí la cantidad de empleados es bastante menor, quizás sea por eso.
Por la noche, espectáculo en el teatro: “Esto es espectáculo“ Canciones y coreografías de canciones famosas. Está maravillosamente preparado, los americanos son estupendos para hacer musicales, y una vez más nos lo demuestran. Disfrutamos un montón.
Día 4: Ocho Rios, Jamaica
Llegamos a las 8 de la mañana. A las 8,30 ya habíamos desayunado, y desembarcamos.
La primera impresión es que es una isla montañosa, muy verde, y poco construida, al menos en la zona de Ocho Ríos a dónde hemos llegado.
Hace un calor tipo Sevilla con 40º en Agosto, que te aplasta según caminamos hacia la salida de la terminal de cruceros. En un cartel te indican los precios fijos para desplazarte en taxi o en autobús, y cercano hay un quiosco de información de turismo en el que nos dan un mapa de la ciudad, y nos explican que al lado hay un montón de microbuses que te ofrecen ir a los diferentes sitios, e incluso hacer un pequeño tour por la isla.
La impresión que dan es que son “oficiales” pues hay una señora que se encarga de ir llenando microbuses y le da al conductor (que hará de guía), un papel con un sello como justificante del grupo del que se va a encargar.
El conductor nos pregunta si queremos hacer también shopping, snorkel, o alguna cosa más. Le decimos que sólo cataratas. Nuestra idea es ir lo primero a Dunn’s River falls, unas cataratas que forma la desembocadura de un río antes de llegar al mar.
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Esperamos un rato hasta que llena el coche, y vamos para allá. Nos cobra 10 dólares/persona ida y vuelta. Conducen por la izquierda.
Al iniciar camino se enrolla un montón contando cosas (en inglés), que deben ser muy graciosa y se ríen todos; y explicando un poco lo que vamos viendo, que es poco, ya que en menos de 10’ llegamos.
Nos espera otra señora, que sigue contándonos cosas, y, que, afortunadamente, habla algo español, y nos orienta. La entrada vale 20 dólares/persona, hay posibilidad de dejar las mochilas en consignas, en las que hay que pagar 8 dólares, 3 cómo depósito,. Ella nos saca la entrada que resulta ser una pulsera, que nos coloca otra señora (se ve que está bastante repartido para que llegue al mayor número de personas los ingresos del turismo, que parecen ser de lo que vive la mayor parte).
Nos dice que estaremos dos horas, de las cuales entre unas cosas y otras ya ha pasado bastante tiempo. Que la vuelta al barco se hará en el mismo microbús, con lo que en dos horas allí todos.
Nos cuenta que hay guías, y que es mejor cogerlos si queremos hacer el recorrido de las cataratas; pues de eso se trata la excursión: subir las cataratas todos juntos de la mano, y el guía tira, si hace falta, del primero. Hay que darles una propina al terminar, lo que me hace pensar que ya están incluidos en la entrada.
Las cataratas llevan bastante agua, pero casi siempre a ras del suelo. Las piedras por las que baja están desgastadas y con algo de limo, por lo que escurren bastante. Hay que llevar zapatos de playa, de esos de goma para las zonas de coral. Pero si no los has llevado, no hay problema (continua cantinela de todo el mundo desde que hemos desembarcado en Jamaica: “No Problem“), hay puestos en los que te los alquilan.
Dejamos la ropa y las mochilas en las taquillas, y con el bañador y las zapatillas, nos vamos bastante deprisa, escaleras abajo, hasta que llegamos a la playa en la que desemboca el río. Las cataratas tienen unas escaleras más o menos paralelas a ellas, con unos miradores de vez en cuándo, por lo que puedes hacer un recorrido viéndolas y haciendo fotos.
No es en absoluto, ni peligroso, ni para personas especialmente preparadas y, por lo que pude ver por nuestro grupo, o por mí misma, se sube sin problemas. Y el guía está pendiente en las zonas un poco más difíciles para echarte una mano.
Dos minutos después de empezar nos fuimos soltando; es más fácil subir ayudándote con las manos en los salientes de roca de más arriba, que llevarlas sujetas con los otros compañeros.
También nos acompaña otro guía con una cámara de vídeo, con la que va grabando al grupo, arengándole para que dé gritos y aspavientos y resulten más divertidas las imágenes. En las pozas en las que el agua te llega al ombligo, coloca a las parejas besándose o dando un grito de alegría, para grabarlas y que resulte simpática la escena; en otras, te hace que te tires de espalda al agua, o por una roca lisa y caigas como desde un tobogán, ¡todo sea por el espectáculo!, y por vender el vídeo (aunque no creo que vendan muchos ya que piden 40 dólares por él).
Es una experiencia estupenda, y las cataratas y la zona en que están, merecen la pena por sí mismas el visitarlas.
Al salir nos ofrecen una foto, que cogemos, por 8 euros.
Volvimos al puerto con el mismo microbús (nos ofreció llevarnos al centro de la ciudad, por 4 dólares más, pero ya habíamos visto que estaba a 10 minutos andando). Una vez en el puerto nos dirigimos a la pequeña ciudad, y a la playa que vimos al lado de dónde está el barco, aunque hay que ir un poco más lejos para poder entrar en ella.
Los primeros edificios que vamos encontrando son pequeños centros comerciales llenos de tiendas de souvenirs y licores, y joyerías con músicos en la puerta para darles ambiente.
Los primeros edificios que vamos encontrando son pequeños centros comerciales llenos de tiendas de souvenirs y licores, y joyerías con músicos en la puerta para darles ambiente.
Más adelante, van siendo edificios más viejos y descuidados. La mayor parte son tiendas, hamburgueserías, algún bar… En conjunto es un pueblo humilde, con calles descuidadas y no muy limpias. Pasamos por un mercadillo de artesanía, con puestos y casetas pequeñas y amontonadas, en los que nos ofrecen que miremos y compremos. Hay mucha camiseta, bolsos, vestidos en verde y amarillo (los colores de Jamaica), collares típicos de mercadillo de cualquier sitio, figuras hechas en madera (algunas muy bonitas), y cocos y trozos de ramas de bambú, tallados con diseños geométricos muy llamativos.
Nos alejamos un poco hacia detrás de la calle principal y vemos el verdadero Ocho Ríos en una zona de mercado del pueblo, con bullicio, mucha suciedad y aspecto de un nivel de pobreza bastante acusado.
Nos llama la atención grupos de adolescentes totalmente uniformados que salían de los colegios, cada uno con colores diferentes, que destacaban del desaliño del resto de población. Son casi todos negros de tez muy oscura, y bastante esbeltos.
Volvemos a la calle turística, en la que nos hemos ido encontrando muchos mendigos, muy sucios… mancos, cojos, ciegos…
Volvemos sobre nuestros pasos para encontrar la playa cercana al barco. Afortunadamente hay cada vez más nubes y el calor es más soportable, pues en cuánto sale el sol del todo, no resistes lo que quema.
La playa es pública (no acotada por ningún hotel, que debe de ser lo frecuente), pero de pago. Nos cuesta 2,50 dólares por persona. En vez de entrada nos colocan un sello en el dorso de la mano. Hay servicios, duchas y vestuarios, bastante antiguos y no muy bien conservados
La playa no es ninguna maravilla, pero necesitas refrescarte del calor que hace. La arena es muy blanca y fina, pero apenas tiene olas, y con gran cantidad de algas en la orilla, y también dentro.
Tiene césped y bancos en la orilla, y árboles que dan sombra.
El agua está muy caliente y tiene ese color verde-azul turquesa de playa caribeña, que es tan maravilloso.
El baño nos sabe a gloria.
Nos quedamos un buen rato tranquilamente allí, y luego volvemos hacia el barco entrando en alguno de los centros comerciales que nos vamos encontrando, en los que es todo muy caro.
Empezó a llover bastante llegando al barco, y al poco de estar en él, diluviaba torrencialmente, con una temperatura con la que apetecía, a pesar de ello, bañarse en la piscina y el jacuzzi, y eso fue lo que hice para terminar la tarde.
Cena en el Sumer Palace:
-Crema de patatas y puerros. Los puerros, cortados en tiras finísimas, rehogados en sartén y tostaditos, puestos de adorno sobre la crema, que tenía cuadraditos de patata sin pasar.
-Pechuga de pollo, con salsa de soja, sobre arroz blanco, con piña aliñada con pico de gallo, y cacahuetes sobre la pechuga. El pollo muy jugoso, la única pega, lo mucho que picaba la piña, con lo que, al final, picaba todo el plato.
-Lomo asado, con guarnición de lentejas, puré de batata, y chutney de manzana. (La guarnición de lentejas, que muy frecuentemente ponen para la carne, resulta estupenda y original. Otra idea para poner en práctica, en casa).
-Fruta.
-Helado.
Paseo por la zona de tiendas.Oímos música en un par de bares.
El que más nos agrada es el City Bar.
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Mª Ángeles Ruiz y Vicente Cañón
Desde siempre viajar ha sido una de las cosas que más nos ha gustado. España la conocemos bastante, y poco a poco vamos ampliando con otros países Nuestra primera experiencia con los cruceros fue en el 1998, con el buque D. Juan, una pieza ya casi histórica en ése momento, con el encanto de un barco sumamente marinero y adornado con maderas oscuras. Era un crucero por el Mediterráneo, en el mes de noviembre, y durante toda la semana que duró, no hubo un día en que el mar estuviera tranquilo. Las olas eran tan grandes que parecían sobrepasar el barco y, se movía tanto, que era imposible caminar bien ni siquiera agarrado. A pesar de ello, nos enamoramos de esa forma de viajar y, afortunadamente, seguimos disfrutándola. Ya hemos realizado 13 cruceros. Y desde que con internet se puede diseñar mejor cada escala, parece que se empiece a vivirlas mucho antes de llegar a ellas. En barco hemos conocido todo el Mediterráneo; Noruega y Cabo Norte; el Atlántico hasta Casablanca y Agadir, la Patagonia desde Buenos Aires hasta Santiago de Chile; Islas de Grecia y Turquía con un velero de Star Clippers; bastantes islas del Caribe; el Báltico; y últimamente un transatlántico Barcelona-Miami. Nuestros próximos proyectos son Alaska y Canadá costa Oeste, o Canadá costa Este. Aunque la lista es muy larga, y cada día se van añadiendo nuevas posibilidades. Mª Ángeles Ruiz y Vicente Cañón | |