Crucero Alaska en el ms Statendam
… Ketchikan, pueblo de mineros y salmones
MS StatendamNaviera: Holland America Line Año construcción: 1993 Tonelaje: 55.819 Tn Pasajeros: 1627 Tripulación: 558 Itinerario: Seward; Scenic Cruising College Fjord; Glacier Bay National Park; Haines; Juneau; Ketchikan; Cruising the Inside Passage; Vancouver |
Caminando por la capital mundial del salmón
Continuaba diluviando como el día de antes y al levantarnos, aún en altamar, parecía que arreciaba cada vez más.
A las 8 de la mañana, Tai-chi en el Lido Pool de la cubierta 11, con su genial profesor. Aunque estaba cerrada la cubierta de la piscina se notaba bastante fresco.
Cuando el barco atracó llovía tanto que casi te entraban dudas de que pudiésemos conocer algo en ésta escala.
Ketchikan es una ciudad pequeña, pero es la quinta ciudad más grande de Alaska en términos de población con alrededor de 8.000 habitantes.
En su origen fue un centro indígena de salazón de pescado, con su mayor crecimiento en la época de la fiebre del oro del Klondike (noroeste de Canadá y este de Alaska), en que se transformó en base de suministros y puerto de entrada de mineros.
Muchas de sus casas están construidas sobre pilotes en el agua y, otras, en la ladera de sus colinas con altas escaleras para llegar a ellas que te llaman la atención por lo incómodas que deben de resultar al volver con la compra, o cargado con el cochecito de un niño.
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La zona contigua a los muelles tiene tiendas, galerías y llamativamente muchas joyerías.
Le llaman la “Capital del Salmón” ya que fue la industria pesquera fue la que hizo que prosperara la ciudad, aunque hoy día es el turismo, ya que se ha convertido en una de las escalas más frecuentes de los cruceros por Alaska.
La desembocadura del río tiene en la ciudad una escalera que regula la bajada del agua y en la que, en la temporada de salmones, estos suben saltando los peldaños, para desovar.
Aún viven y trabajan allí leñadores que, incluso, hacen de su oficio un espectáculo. Los bosques que la rodean son espectaculares, les llaman bosques de lluvia aunque no son como los tropicales, sino de piceas altas. Llueve gran parte del año, a veces intensamente.
Por supuesto el pasado indígena del pueblo sigue patente y por toda la ciudad y, en las cercanías, se pueden ver los típicos y coloridos Tótems. A pocos minutos de Ketchikan se encuentra “La villa nativa de Saxman”. En este lugar se puede visitar una excelente muestra de tótems elaborados por artesanos locales.
En la actualidad la economía de Ketchikan se basa en la pesca, no en vano ostentan el título de “Capital mundial del Salmón”, y en el turismo ya que la ciudad se ha convertido en una de las escalas más populares de los cruceros que se realizan por Alaska.
The Misty Fjords National Monument, es una de las mayores atracciones de la zona. Para visitarlos se puede elegir entre tours organizados en barco, o sobrevolarlos en aeroplano.
A pesar de la incomodidad de los impermeables y paraguas, conseguimos recorrer caminando todo lo que teníamos planteado.
Visitamos:
Oficina de turismo: muy completa y con cantidad de información, mapas y folletos.
Welcome Arch: Arco de bienvenida, con su proclamación de Ciudad del Salmón.
Funicular: no sube a gran altura, vale dos euros.
Tótem Heritage Center: museo en el que están los restos y los tótems más antiguos, restaurados o no, y fotos y objetos de los nativos.
Married men’s trail; camino por donde se cuenta que bajaban las esposas buscando a los maridos en las casas de las madame.
Salmon ladder, water fall: la escalera del río, por la que suben los salmones a desovar.
Creek street: calle con las casas en pilotes sobre el agua.
Dolly´s House: casa de una prostituta famosa, en la que se puede entrar y visitarla pagando entrada.
Stedman Street Bridge: puente sobre la desembocadura del río al mar.
Waterfront promenade.
Túnel.
Sus tiendas y casas de colores.
Volvimos pronto al barco, seguía lloviendo mucho y la piscina y el jacuzzi fueron, otra vez, la mejor forma de deshacerse del cansancio.
Nos arreglamos y estuvimos oyendo música en el Ocean bar, en dónde The Neptunes a diario amenizaban con su música muchos buenos ratos.
En su pequeña pista de baile, de vez en cuando, una pareja se animaba a seguir el ritmo.
Cenamos en el Rotterdam: Era cena de gala.
Aperitivo: Frutas rojas en copa: sandia, uvas, frambuesa, blueberry.
Cóctel de langostinos, con lechuga, gajos de limón y ensalada
Primer plato:
Sopas Minestrone: con muchas verduras, legumbres, y mucho pimentón que la hacía tener un color rojo exagerado y un sabor demasiado fuerte.
Segundo plato:
Pechuga de pollo rellena de queso y hierbabuena, sobre salsa de tomate natural, y patatas. Muy buena.
Surf and Turf: Cola de langosta cocida, sobre filete migñón con verduras. Una pareja que, de entrada, llama la atención, pero que resultó muy buena ya que estaba en su punto, aunque la langosta era bastante insípida. Es un plato típico de la Holland.
Postre:
Peras al vino. Deliciosas.
Soufflé con salsa de natillas. En su punto.
En el teatro, el espectáculo Encore que, como todos los musicales que vimos a lo largo del crucero, estuvo muy vistoso y muy bien realizado. Esa noche contaron con la colaboración del conjunto de música clásica Adagio Strings, un cuarteto de cuerda compuesto por cuatro chicas, que aportaron su maravillosa música.
El Adagio Strings amenizaba todas las tardes el Explorers’Lounge, en dónde además de escucharlas y disfrutar con su calidad, se podía tomar bebidas, como cócteles antes de la cena, servidas por un camarero con un carrito de bebidas muy clásico.
Continuará…
MªAngeles y Vicente
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Mª Ángeles Ruiz y Vicente Cañón
Desde siempre viajar ha sido una de las cosas que más nos ha gustado. España la conocemos bastante, y poco a poco vamos ampliando con otros países Nuestra primera experiencia con los cruceros fue en el 1998, con el buque D. Juan, una pieza ya casi histórica en ése momento, con el encanto de un barco sumamente marinero y adornado con maderas oscuras. Era un crucero por el Mediterráneo, en el mes de noviembre, y durante toda la semana que duró, no hubo un día en que el mar estuviera tranquilo. Las olas eran tan grandes que parecían sobrepasar el barco y, se movía tanto, que era imposible caminar bien ni siquiera agarrado. A pesar de ello, nos enamoramos de esa forma de viajar y, afortunadamente, seguimos disfrutándola. Ya hemos realizado 14 cruceros. Y desde que con internet se puede diseñar mejor cada escala, parece que se empiece a vivirlas mucho antes de llegar a ellas. En barco hemos conocido todo el Mediterráneo; Noruega y Cabo Norte; el Atlántico hasta Casablanca y Agadir, la Patagonia desde Buenos Aires hasta Santiago de Chile; Islas de Grecia y Turquía con un velero de Star Clippers; bastantes islas del Caribe; el Báltico; y últimamente un transatlántico Barcelona-Miami. Nuestros próximos proyectos son Alaska y Canadá costa Oeste, o Canadá costa Este. Aunque la lista es muy larga, y cada día se van añadiendo nuevas posibilidades. Mª Ángeles Ruiz y Vicente Cañón | |