Experiencia en el Norwegian Breakaway en itinerario mediterráneo

Antes de comenzar, he de deciros que todo lo que escriba e indique en esta valoración son opiniones totalmente personales basadas en mi experiencia en este barco y comparando con mis 10 cruceros anteriores. En absoluto es mi intención crear debate ni sentar cátedra sobre nada ya que cada uno vivimos nuestra propia experiencia y no es ni mejor ni peor que la de otros, solo es diferente.

DIA 1 – Embarcando en Barcelona

El embarque fue rápido. Había elegido embarcar entre las 11/12:30. A las 12 ya estaba a bordo.

Mientras hacía tiempo hasta que los camarotes estuvieran disponibles (habían dicho sobre la 1 pero no fue hasta las 2:30 o así) aproveché para orientarme a bordo, saber donde estaba todo, cómo llegar más rápidamente, etc…

Eran las 2 y aún no se sabía nada de los camarotes, así que aproveché para comer algo. Cuando navego con Norwegian  Cruise Line mi primera opción siempre es un «fish & chips» acompañado de una sidra Strongbow en el O’shea’s. Ya había embarcado casi todo el pasaje y estaba todo a tope. Menos mal que viajo solo y estaba fácil encontrar un hueco para uno, mientras nos anuncian que ya podemos acceder a los camarotes, que ganas de descargar la mochila…

NCL es una buena opción si viajas solo (pero no es la única, hay más compañías que también lo ofrecen). Me alojo en un camarote tipo studio, su tipo de cabina para “singles” o viajeros solo.

Personalmente creo que está bien. Tiene todo lo necesario y la cama es enorme. Es una zona exclusiva en la que también hay un salón de dos pisos solo para los que nos alojamos en esa categoría.

Las maletas tardaron más. Eran casi las 5 cuando las repartían, así que la deshice, metí todo en el armario y subí a la zona de “adults only” a tomar algo y despedir Barcelona.

Después de una ducha y de cambio de vestuario (que ganas…) fui a cenar a uno de los varios restaurantes de cortesía, el Manhattan Room. No hace falta reservar, te acomodan si hay sitio y si no esperas un rato. Hay algunos en los que te dan un busca que vibra cuando tu mesa está lista. Elegí una sopa de coliflor, lenguado empanado con ensalada de rúcula y de postre creme brulee, acompañado de un vaso de pinot grigio del veneto, mientras una cantante interpretaba en directo canciones americanas de los 50.

La verdad es que estaba agotado después de todo el día de ajetreo, así que me tomé un apple blossom en el Shaker martini bar (también con música en directo), me di un último paseo por cubierta y me fui a dormir. No aguanté más de cuatro páginas de mi libro hasta caer rendido.

DIA 2 Cannes – Francia

Hemos amanecido en Cannes. Cielo nublado y lloviendo bastante. Estamos fondeados y hay que bajar en tender. Pareciéndome un puerto poco interesante y con este clima… creo que me quedo a bordo y descanso (que al fin y al cabo es a lo que he venido).

Personalmente creo es un puerto poco atractivo, me parecen más atractivo Marsella (que sí tiene historia y sitios interesantes para visitar sin necesidad de contratar excursiones), o Villefranche (de por sí ya es un
pueblecito pintoresco). Si hubiera hecho buen tiempo quizás me hubiera planteado bajar y darme un paseo, pero no fue el caso. Llovió todo el día sin parar y la sensación térmica era baja.

Por la noche tenía reservado el primero de los restaurantes que me entran en el pack de restaurantes de pago. Uno de mis favoritos en Norwegian Cruise Line es Le Bistro. Restaurante tipo francés con platos típicos de la cocina de ese país. Elegí sopa de cebolla gratinada, coq au vin (guiso de pollo con vino y verduras) y el que creo que es el mejor postre del mundo, île flotant (merengue horneado flotando sobre una suave crema inglesa).

Después un par de cocktails en el Shaker Martini Bar y a dormir. No me daba cuenta cuan cansado estaba y lo que necesitaba estas vacaciones… partimos de Cannes con lluvia y viento fuerte. Se notó un pelín de movimiento pero en absoluto molesto.

DIA 3 y 4 Livorno – Italia

Amanecimos en Livorno, seguía nublado pero la lluvia nos daba un respiro. En este puerto es habitual que la gente haga excursiones a Florencia, Pisa o cualquiera de las preciosas ciudades de la Toscana, en mi caso, y por haber estado ya unas cuantas veces en estas ciudades y en toda la zona me pareció buena idea explorar la propia ciudad de Livorno.

El año pasado, navegando en otra naviera, me sorprendió que pudiera bajar a tierra cuando quisiera sin preferencias de clase o de si has contratado excursión con la naviera. Pues aquí es igual, a eso de las 8 ya estaba saliendo del barco y comprando un billete para el shuttle que te lleva al centro, no es de la naviera, es del propio puerto que ha visto que puede sacar tajada, 7€, tampoco es demasiado para un billete para todo el día.

Antes de las 9 ya estaba en frente de la catedral, volvería luego ya que estaba cerrada y fui hacia el mercado central. Un edificio del siglo XIX con la estética de un banco o un ministerio al borde de uno de los múltiples canales que tiene la ciudad. Por dentro está igual de decorado y tiene un techo de estructura metálica remachada muy de la época. Lo único que no pega son los puestos de fruta, verduras y productos varios que llenan el recinto que más parece el atrio de un teatro que un mercado. De ahí me voy a la que creo que es la iglesia más interesante de la ciudad, Santa Catalina. Es una iglesia barroca octogonal con una cúpula enooorme. Destaca eso y el cuadro de Vasari “la coronación de la virgen”,
que está al fondo del altar mayor y casi tapada por un enorme y poco interesante Cristo crucificado.

Salgo y bordeando uno de los canales me encuentro con la “Fortezza Nuova” donde ahora hay un parque pero conserva restos de su antiguo papel defensivo. Voy hacia la catedral por la vía grande, la calle principal porticada con edificios racionalistas (en toda Italia nos podemos encontrar con este tipo de restos arquitectónicos de época mussoliniana). Por fin llego a la plaza y entro en la catedral. Es de finales del siglo XVI pero recordemos que esta ciudad fue muy bombardeada en la II GM, así que lo que queda es bastante austero. Conserva pintura y escultura barroca de autores secundarios italianos y una supuesta Santa Faz de Fra Angelico que, en mi opinión, es demasiado flamenca para ser pre renacentista, pero bueno… en ambos casos es lo único interesante que tiene, sigo pensando que Santa Catalina es más interesante.

Salgo a la plaza y sigo por la Via Grande hasta la Fortezza Vecchia, muy cerca del puerto. Y de ahí vuelvo al shuttle y al barco. Livorno es una ciudad pequeña, que se recorre rápido y con poco que
ver, y aquí hacemos overnight (noche en puerto), ojalá lo hiciéramos en Nápoles. A la hora de comer
ya estaba de nuevo a bordo.

Cómo salió el sol un rato me pasé parte de la tarde descansando las piernas en uno de los jacuzzis, por las tardes a eso de las 5 y las 6, todos los días hay reuniones para los que viajan solos o para gente LGBTQ. Pero la verdad es que voy mucho a mi bola y estos eventos me pillan siempre muy pronto.

Por la noche, y después de una copa para hacer tiempo en el que se ha convertido en mi bar de referencia, el Shaker’s, ceno en el que creo es el mejor restaurante chino (no asiático, no sirven sushi) que he probado en mar o en tierra, el Shanghai’s, Otro clásico de NCL que es de cortesía. Fideos Singapur, arroz frito con Todo y de postre el pastel de chocolate de 5 especias.

Luego, vuelvo al Shaker’s a tomarme la última mientras un dúo canta en directo canciones de “The Carpenters”. Que momento tan bonito, gente de más o menos la misma quinta, sabiéndonos la letra y cantando todos… debe ser el alcohol.

Poco voy a poder contar del segundo día en Livorno, un tiempo horrible, lluvia y sensación de frío. Ni quería ni me apetecía volver a salir con este panorama así que hice poco más que nada. Leer, escribir estas crónicas, comer… y he pensado en compartir con vosotros mis impresiones sobre el “freestyle” de Norwegian Cruise Line.

No sé a vosotros pero a mi me parece un coñazo y una pérdida de tiempo eso de estar obligado a ir a una hora determinada a un restaurante determinado y sentarte en una mesa determinada con gente que no conoces que y que cada uno va a su ritmo y rollo (obviamente), pero que hasta que no está toda la mesa no toman nota y hasta que no acaben todos no cambian de plato. Eso me hace ir la mayoría de
veces a cenar al buffet para no perder tiempo.

Lo que me gusta de NCL es que hay varios restaurantes de cortesía a los que puedes ir cuando quieras, y en mi caso, me sientan solo en una mesa, voy a mi ritmo y quizás en poco más de media hora ya he cenado. Lo bueno que también tiene es que pides un entrante, un plato principal y un postre. En el buffet llenas el plato, repites, eliges postre y repites con otro que tiene buena pinta. Creo que así cuidas un poco mejor la línea para que no acabe el crucero con una curva pronunciada. Con todo esto quiero decir que ojalá este sistema se instaurara en todas las navieras.

Anoche fuí por primera vez al restaurante “Savor”. Pedí unos dumplings de cerdo con una salsa agridulce impresionante, unas gambas con limón y pimienta servidas con orzo al azafrán que me sorprendió mucho y de postre tarta de zanahoria rellena de crema de queso (la crema genial , la tarta de zanahoria mejor la mía).

DÍA 5 Civitavecchia – Italia

Como novedad, está nublado pero no llueve, así que la excursión que tengo reservada para ir a Orvieto será agradable. En este puerto o no salgo del barco o hago excursiones raras (tened en cuenta que casi todo el pasaje quiere ir a Roma en sus múltiples formas de excursión que venden). La vez anterior fui a Ostia antica, y la anterior a Tarquinia y Cerveteri por nuestra cuenta alquilando un coche. A Roma a dar un paseo después de haber estado días visitándola, pues como que no.

El Centro histórico de Orvieto, al que se llega en un funicular, es pequeño y se recorre fácilmente, tiene un empedrado fácil de caminar no como el de Roma.

Vemos un par de cosas y vamos a lo que obviamente es el centro de la visita, la catedral. Una maravilla de estilo gótico toscano (aunque estemos en la Umbría). Conserva mucha pintura original y un par de capillas para morirse, una de ellas totalmente pintada por Luca Signorelli que obviamente es por lo que quería ir. Con el tiempo libre que nos dan descubro la iglesia de San Andrés, el palazzo comunale… todo tan medieval… y sin nadie, todo para mi.

Y vuelve la lluvia acompañada de viento, menos mal que fue al final, cuando estábamos volviendo al funicular y al bus. Y después de hora y media volvíamos a estar a bordo.

Ducha, cambio de vestuario y a cenar. Hoy tenía reservada mesa en el Cagney’s. Hay que reconocer que estos americanos elegir presidente, lo hacen regular, pero la carne la hacen genial. Un entrante con gambones, un filet mignon y una creme brule de frambuesa mientras salíamos del puerto con vientos de fuerza 9 hicieron que me olvidara de hacer foto.

DÍA 6 Nápoles – Italia

¡Sorpresa! Hace sol y buena temperatura (la verdad es que no es sorprendente, Nápoles nunca defrauda). Desayuno en el buffet. He hablado poco de él y me disculpo por ello.

Por las mañanas, y es algo que me sorprende, siempre tiene las mismas opciones, nunca cambia, también es cierto que hay bastante donde elegir tanto dulce como salado, pero siempre es lo mismo. Y por lo que sea, una sección de comida Hindú.

Hoy tengo una excursión a Herculano. Si, hago excursiones poco corrientes, pero es que Pompeya ya la he visitado 3 veces y Nápoles ya me lo conozco. Así que solo me faltaba o Herculano o ir por mi cuenta al palacio de Caserta, este último será para la próxima.

Subimos al bus y tras un corto recorrido, unos 25 min. la primera trampa de los italianos, te paran un rato en un taller de joyería con conchas y coral. Los camafeos son preciosos, se hacen con conchas, pero ver tanto coral recolectado y hecho objetos me horroriza teniendo en cuenta el blanqueamiento de los corales
por el cambio climático, cada vez hay menos y hay que cuidarlos, no colgarlos del cuello. Una vez en el yacimiento nuestro grupo se parte en dos con dos guías. Muy buenas explicaciones, llevándonos por los descubrimientos más interesantes y por los varios museos que hay dentro del recinto y te dan un contexto para entender el cómo y el porqué Herculano se ha conservado de diferente manera que Pompeya.

Lo que me hubiera gustado… un poco más de tiempo libre para explorar por mi cuenta, y no solo para hacer compras.

A la hora de comer ya estamos de vuelta al barco, comida en el buffet. En este caso deciros que cambia totalmente, hay mucha variedad, aparte de la omnipresente sección de comida Hindú, también hay asiática. Todas las noches suele haber un buffet temático para la cena, y lo que sobra te lo sueles encontrar a mediodía.

Me paso la tarde en la zona de adultos (a estas alturas del crucero aún veo gente que descubre este espacio por primera vez, yo estoy abonado). Siesta, ducha, cambio de vestuario y a por la copa pre cena. He descubierto mi cóctel favorito y no lo sirven en mi bar habitual, así que voy a por él y subo al Shaker ‘s a disfrutarlo con música en directo.

Hoy ceno en el “Taste” (es prácticamente lo mismo que el “Savor” y está en frente con un bar en medio). Crema de espárragos, una ternera especiada típica de Montreal y de postre un bizcocho con helado.

Repito copa y salgo al waterfront (en las impresiones finales os cuento que es). He zarpado de Nápoles un montón de veces pero nunca de noche, ni tan tarde en hora ni en fecha de calendario. Me siento a ver como nos alejamos.

Mañana es día de navegación, será hora de usar los 150 min. de internet que me
entran en el pack.

DÍA 7 – Navegación

Día de navegación, mar en calma y cielo despejado. Parece que por fin podremos disfrutar de los jacuzzis y la piscina sin helarnos el culo. Desayuno en el buffet (empieza a ser repetitivo, le hago ojitos a la sección hindú pero aún no estoy preparado). Me subo el café a la cubierta de adultos y me lo bebo disfrutando de un sol naciente y el mar que nos rodea… supongo que estos momentos son los
que nos atraen y disfrutamos los que amamos esta forma de viajar.

Hoy el día va a ser tranquilo. Leer, escribir un ratito, comer y sobre todo buscar un sitio cómodo para poder disfrutar viendo el mar y de cómo pasa el tiempo, hasta la puesta de sol, la primera que podemos ver en toda la singladura.

Por la tarde tengo reservado una sesión en el bar de hielo. Me quedé con las ganas en el Norwegian Epic, pero hoy no se escapa. La gracia de esta atracción es meterte en un bar a -10C, en la que toda la decoración está hecha con hielo, y para combatir el frio te dan dos tragos de varios combinados que tú eliges hechos con la marca de Vodka que patrocina el local y hace que solo valga 14,50€ y nos los 80€ que si no recuerdo mal valía en el Epic. Por el precio lo recomiendo si quieres hacer algo diferente y sacarte unas fotos curiosas, y no hace tanto frío como parece.

Para cenar repito en uno de los restaurantes principales. A destacar fue el postre, una tarta selva negra que si tenéis ocasión, pedidla, es espectacular.

Al salir me pido mi habitual “Dark & Stormy” (me he aficionado a este cóctel y ya no pido otro) y voy al atrio donde el mismo dúo que hizo el homenaje a “The Carpenters” hoy lo hace a los “Bee Gees” (como decir que tienes más de 50 sin decir que tienes más de 50?).

Acaba el concierto y me voy a dar una vuelta por el waterfront antes de dormir. Mañana pasado el mediodía llegamos a Ibiza y parece que el sol volverá a desaparecer.

DÍA 8 – Ibiza, España

Pues si… nublado y algún chaparrón me sorprendería a lo largo de la mañana. Llegamos tarde a Ibiza, sobre las 12. Cuando dejaron bajar a tierra (muchos esperaron a hacerlo después de comer) yo, en cuanto me dejaron bajé.

La opción de la naviera , un bus que te dejaba “en el centro” (totalmente inexacto, te dejaba en el último muelle de embarque de los muchos que hay a lo largo de la bahía y más o menos a medio camino del centro) por 20$.

La segunda opción, nada más salir a la terminal, un bus por 8€. Al final te dejaba en el mismo sitio, pero más barato. Y otra opción, creo que la más acertada, un bus acuático que atravesaba el puerto y que casi te dejaba a la entrada del recinto amurallado. No me fijé en el precio.

Lo que elegí fue un paseo de unos 45 min. hasta la catedral. Entré por una de las puertas laterales de la muralla, vas bordeándola cuesta arriba hasta llegar detrás de la catedral. Es pintoresca por fuera, pero nada interesante por dentro. Lo que sí es interesante es el callejeo por la ciudad vieja, da igual las veces que lo haya visto, me encanta. Bajé hasta atravesar la puerta principal de la muralla y bordeando el puerto hasta volver al barco. Después de un día de no hacer nada en navegación valió la pena quemar unas pocas calorías.

De vuelta, ya casi a las 4, comí en el buffet, siempre me quedo con las ganas de probar cosas.

Después de descansar un poco, ducha y cambio de vestuario, voy a por mi “Dark & Stormy” y me lo tomo en el waterfront viendo como cae el sol todas las luces se encienden.

Repito la cena en el Manhattan Room. Crema de espinacas, goulash de ternera y una mousse de chocolate. Bebo una copa de Merlot chileno bastante interesante. Que raro es ver zarpar tan de noche… paseo y a dormir.

DÍA 9 – Palma, España

Al ser un trayecto tan corto desde Ibiza a Palma, era de esperar que al despertar ya estuviéramos atracados desde hacía rato. En contraste al día anterior lucía un sol espléndido, casi no habían nubes y la temperatura era agradable, hasta calurosa.

No sabía si bajar o no. He estado en Palma bastantes veces y me la conozco bien. Me había pegado una caminata importante el día anterior en Ibiza, pero estaba descansado y hacía un día espectacular así que me animé y bajé a tierra. Aquí el negocio de los shuttle es el mismo, Naviera 20$, en la terminal o fuera más barato.

Pero había visto que de la terminal a la catedral era poco más de media hora de paseo, menos que en Ibiza, y bordeando la bahía por un paseo marítimo repleto de puertos deportivos, yates de todos los tamaños y gustos para elegir… ojalá.

Y en el poco rato de un agradable paseo te encuentras con esa maravilla del gótico mediterráneo (parecida a Santa María del mar), en frente La Almudaina (palacio real originario de época musulmana y aún en uso), y un poco antes de llegar una joya olvidada del gótico, La Llotja (la lonja). Junto con la catedral son los dos puntos más importantes y que nadie debería perderse en una visita a Palma,
hay más cosas, pero para mi esto es imprescindible.

De vuelta lo hago con calma recreándome en las vistas y a medida que vas acercándote a la terminal ves tu barco desde distintos puntos y si eres friki de la arquitectura naval como yo le encuentras respuestas y preguntas nuevas a lo que es la maravilla tecnológica en la que disfrutas del mar por unos días. (perdón por la frikada).

Llego a buena hora para comer, pero antes paso por mi cabina para ponerme el bañador debajo del pantalón y cambiar el calzado de caminar por las chanclas porque después de recorrer el buffet quedándome con las ganas de probar algo y un helado de la máquina de helados disponible casi las 24 horas (no os lo había contado aún?) el plan era meterme en el jacuzzi y pasarme la tarde entre este y
una Hamaca.

Zarpamos muy pronto, sobre las 5 de la tarde, y eso nos permitió ver la salida de la preciosa bahía de palma y la navegación bordeando el lado occidental de la isla mientras el barco buscaba el rumbo correcto hacia el norte para encarar el final del viaje, la vuelta a Barcelona.

Tuve suerte de que, al pasar por delante del Shanghai’s y preguntar si había sitio para uno. Solo tuve que esperar unos minutos y volví a disfrutar de uno de mis restaurantes favoritos a bordo de cualquier barco.

Cené muy pronto porque aún había que hacer la maleta, rellenar la etiqueta y tomarme el ultimo “Dark & Stormy” viendo como las luces de Palma se desvanecían desde el Waterfront.

Han sido días bastante intensos, y he disfrutado de este crucero que reservé de rebote porque el que tenía reservado anteriormente tuve que anularlo por cuestiones de trabajo, y este por poco casi también, pero por suerte lo he vivido y os lo he contado.

Valoración final de mi experiencia en el Norwegian Breakaway

Ya en casa y con los recuerdos aún frescos en la cabeza, he de confesar que va a resultar difícil hacer una valoración sobre mi singladura en el Norwegian Breakaway.

Cómo poder juzgar un barco con 13 años de navegación cuando mis pasadas experiencias han sido con barcos prácticamente nuevos (el año pasado en el MSC World Europa, tenía poco más de un año, y el anterior, en el 2022, el Celebrity Ápex que contaba apenas con dos años). En este tiempo el concepto y el diseño en cuanto a construcción naval, interiorismo, atracciones a bordo, etc… ha evolucionado en la medida en la que los pasajeros pedimos cosas nuevas, por lo tanto, no voy a comparar con mis barcos anteriores ya que no creo que fuera justo, solo comentaré lo que me gustó, lo que me pareció mejorable y lo que no me gustó.

Lo que siempre me ha atraído de Norwegian es su “freestyle”.El hecho de no tener que ir a una hora concreta, a un restaurante principal en concreto y sentarte en una mesa con más gente, en la que cada uno va a su rollo, son puntuales o no, y tener que pedir cuando está la mesa entera, y hasta que todos no acaban no pasan al siguiente plato etc… me resulta una pérdida de tiempo. Siempre que me he visto obligado a conformarme con esa situación he acabado cenando siempre en el buffet.

En esta compañía hay varios restaurantes en los que puedes ir a la hora que mejor te vaya, o si quieres algo más informal, ir al buffet. Lo malo de esto… es que quizás se haya descontrolado un poco lo de “free”.

Obviamente cada cual es libre de ir vestido como quiera, y más en sus vacaciones, pero, ¿hasta qué punto es admisible que, si vienes de recorrer Nápoles, sin cambiarte ni ducharte y con las mismas chanclas en las que has pisado las miasmas de las calles de la que es una de mis ciudades favoritas, te dejen acceder a uno de los restaurantes principales? No estamos hablando de falta de estilo o bueno o mal gusto para vestir. Estamos hablando de higiene. Es un punto para reflexionar.

Tampoco esperéis grandes noches temáticas (en blanco, tropical, de gala, etc…) si que hay fiestas temáticas, pero circunscritas a un espacio en concreto, en este caso el club Bliss, en lo que sería la discoteca del barco se centralizan todas las fiestas y eventos, incluso encuentros para viajeros solos que quieran socializar.

Me encontré con una pareja que me contaba que le parecía un barco aburrido, la gente no interactuaba, ni bailaba, solo se sentaban a beber y a oír música. Que no había animación ni nada participativo tipo clases de gimnasia por las mañanas en la piscina etc… Y yo pensando para mí… Querida, son americanos… He de reconocer que a mí la animación estridente y chabacana en la que no te dejan ni leer un rato en la piscina o recorren el barco buscando “victimas”; para sus actividades/concursos/bailes grupales no me gusta. Así que en ese aspecto estoy contento con la falta de barullo.

Lo que sí que me ha encantado ha sido la música en directo en todos los bares a bordo. Sentarte en el Shaker´s tomándote tu cocktail con canciones de Sinatra o clásicos americanos tiene un punto muy “old fashioned” que te transporta a la edad dorada de los transatlánticos. También hay música en directo en el Manhattan Room. Uno de los restaurantes principales más populares que también tiene una pista de baile para los pocos que se atrevan bailen.

La zona para adultos en popa, a pesar de que es más pequeña que la del Norwegian Epic, ha sido de mis puntos favoritos para, por las mañanas, acabar de desayunar tomarme un café, como por las tardes pasar un buen rato en el jacuzzi y tomarme un refresco. Quizás la enorme pantalla que preside este espacio está infrautilizada, a pesar de que los paisajes relajantes eran muy agradables, eché de menos las noches de cine bajo las estrellas del Epic.

En cuanto a interiores… no encontraremos un espacio como los grandes atrios de otros barcos donde se centraliza el ir y venir de la gente. En este sentido tiene una arquitectura un poco extraña. Hay un pequeño atrio, bastante espacioso de dos alturas, y un poco más hacia popa un espacio abierto, circular, con una gran lámpara de tres alturas, y todos estos espacios unidos por un pasillo central en el que a ambos lados se reparten diferentes bares y restaurantes.

Pero lo que sí he disfrutado y me ha encantado ha sido, en la cubierta 8, el Waterfront. Un espacio abierto, que casi rodea toda la eslora del barco en el que puedes encontrar las terrazas al aire libre de los bares y restaurantes de esa cubierta 8 y desde el que , si vas a popa, tienes unas maravillosas vistas de la estela en navegación. También hay amplios sillones e incluso camas tipo chill out para disfrutar de las vistas y las puestas de sol. Ha sido uno de mis espacios favoritos de todo el barco.

Lo que menos me ha gustado, la piscina, para un barco de ese tamaño me parecía surrealista una piscina tan pequeña, metida con calzador entre dos estructuras (que seguro tienen su lógica) y que separaban el espacio y daban paso a la piscina para niños, Un escenario tocando prácticamente la piscina y que no dejaba sitio para nada en toda esa cubierta.

Lo que me ha chocado mucho con respecto a otros barcos es el uso de madera oscura en casi todos los bares o restaurantes. Cierto que les da un punto de estilo muy del tipo “elegante de los 50” pero en conjunto, salvo el Shaker´s y el restaurante Le Bistró, el interior resulta muy oscuro.

Para acabar con está parrafada, resumo…

• ¿Me ha gustado el crucero en general? SI.
• ¿Repetiría con NCL? Sin dudarlo, pero quizás en barcos más nuevos.
• ¿Recomendaría viajar en NCL si vas solo? Es una de las pocas que te lo permite sin arruinarte, y si te gusta desconectar es perfecto, si te gusta alternar con los demás pasajeros, pero no hablas inglés, quizás no.
• ¿Me ha gustado el barco en general? Si, con todos los matices que habéis leído,pero sí me ha gustado.
• ¿El paquete More at sea vale la pena? Absolutamente, el open bar (que también incluye un 10% de descuento en vino por copa, muy útil en los restaurantes), las dos experiencias gastronómicas, los 150 min. de internet, los descuentos en excursiones… todo suma. Incluso después de que me cobraran el famoso 10% de un supuesto impuesto del estado español a las bebidas a bordo (por eso el vino por copas me salía gratis y no contabilizaba en ese impuesto), y habiendo probado toda la coctelería posible en todos los bares, y dejando propinas en los restaurantes de pago, solo pagué 90€ de más al final.

Aquí acaba este relato viajero. Seguro que con todo lo que he contado aquí me dejo un montón de cosas que os gustaría saber. preguntad sin miedo en los comentarios. Y los que habéis leído dia a dia y demostrado tanto cariño en el Club de Cruceristas, gracias.

Nos veremos en el siguiente barco.