Mi experiencia en el Oceania Sirena recorriendo la Riviera
Fue en junio del ya lejano 2018 cuando experimenté por primera vez lo que significa viajar con Oceania Cruises. Fue un itinerario transatlántico desde Miami a Lisboa a bordo del Oceania Sirena el que me hizo enamorarme por muchos motivos de la naviera.
Este mismo mes de abril he vuelto a reconfirmar las mismas sensaciones que ya me cautivaron como viajero entonces. En esta ocasión volvía a embarcar en el Oceania Sirena en el puerto de Barcelona en su primera salida tras su regreso al servicio y el parón provocado por la pandemia.
Volvía con muchas ganas, no sólo por reencontrarme con el barco tras su paso por el dique seco y donde fue mejorado casi en su totalidad, sino por experimentar por primera vez uno de los 3 grandes pilares que hacen único a la naviera, su selección de puertos de escala e itinerario.
Esta vez sería un itinerario que comenzando en la capital catalana y final en el puerto de Civitavecchia nos permitiría explorar al estilo único de Oceania puertos del Mediterráneo Occidental. Concretamente el itinerario estaba enfocado en la Riviera francesa e italiana.
No sólo no me defraudó sino que sobrepasaron mis expectativas viajeras. En todas las escalas el barco estuvo amarrado en el puerto más cercano a la ciudad. En Marsella desayunar frente a la “Catedral La mayor”, o en Mónaco pasar un maravilloso día en el muelle “Quai de la Nouvelle Digue” frente a la ciudad a la podías llegar paseando, no tienen precio para un viajero.
Los otros 2 pilares que hacen única la experiencia de Oceania Cruises, flota de barcos pequeños que te hacen sentir como en casa, y la mejor gastronomía a bordo de un crucero se confirmaron desde el primer día de crucero como el mayor de los atractivos para el viajero que quiere explorar el mundo de una forma diferente.
Sin embargo no es una naviera para todo tipo de cruceristas. El viaje, el mar y la oferta culinaria son sus grandes propuestas en un entorno elegante y moderno. No esperes grandes teatros, ni pistas de hielo o 18 restaurantes diferentes.
Nuestro tiempo durante los 8 días de itinerario nos probó que el Oceania Sirena es un barco para dejarse mimar y sobre todo saborear el placer de viajar a cámara lenta, sin el estrés que podemos llegar a sufrir en los grandes barcos.
EL BARCO
En la terminal B del puerto de cruceros de Barcelona nos espera con su color blanco impoluto y la característica silueta de los barcos de la clase Renaissance (R-Class) el Oceania Sirena.
Construido en 1999 pero totalmente renovado en 2019 ( entiendo por qué Oceania lo considera como mejor que nuevo) el Oceania Sirena es catalogado como un barco de crucero pequeño. Desplaza 30.277 toneladas brutas y en sus 11 cubiertas puede alojar a 648 pasajeros en ocupación doble atendidos por 375 miembros de tripulación.
En nuestra salida tan solo 420 pasajeros a bordo disfrutaríamos del viaje pero con el mismo número de tripulantes con lo que os podéis imaginar el nivel de atención.
Tras un proceso realmente rápido de check-in y donde por primera vez no tuvimos que realizar el test de antígenos (sólo si tienes un test realizado 24 horas antes de embarcar y tu pasaporte COVID) accedimos por la escalinata lateral hasta llegar al lobby principal y desde donde se distribuyen las áreas más importantes del Sirena.
La primera impresión fue de entrar en un barco elegante pero moderno. Ya desde este momento se comenzaba a sentir por qué estos barcos de menor tamaño son atractivos. Amplios espacios, techos altos, mucha luz natural, diseño cuidado sin ser recargado y donde la gran escalera del lobby se presenta como el gran foco visual.
Sin embargo son los detalles que pasaban inadvertidos los que creaban esa sensación de ser bienvenidos, casi como regresar a casa. Una paleta de colores de grises y azules muy elegante, flores naturales, delicadas alfombras, lámparas y decoración cuidadosamente seleccionada, y sobre todo ventanas que mostraban no sólo el mar sino que permitían que la luz natural invadiera todo el espacio.
Desde esta segunda planta del hall principal ya se podían ver los lugares más representativos de las cubiertas 4 y 5 del Sirena. La recepción, la oficina de excursiones, el concierge, el acceso al comedor principal “The Grand Dining Room”, y su preciosa cafetería “Baristas”, así como las boutiques y el acceso al salón “Martinis” desde el que se llega al Casino y el gran “Lounge” que hace las veces de teatro y salón de eventos.
Las otras cubiertas donde el viajero localiza otros espacios importantes son la 9 y 10. Aquí se sitúa en mitad del barco la piscina con sus jacuzzi, el SPA y el lounge Horizon en proa, y los espacios gastronómicos en popa.
Estos incluirían el «Waves Grill» (que merece una mención especial), el buffet “Terrace Café” con su zona exterior en popa, y los 2 restaurantes de especialidad a bordo “Red Ginger” de comida asiática y el “Tuscan Steak” de comida italiana especializada en carnes.
Además en esta zona de popa y en la cubierta 10 se localiza una de las joyas del barco. La biblioteca “The Library” con su estilo colonial y que además de una zona de relax y lectura dispone de una gran colección de libros y juegos de mesa. Por cierto este espacio es de los pocos que se han mantenido en su diseño original tras la renovación.
Tras esta pequeña primera exploración era tiempo de dos cosas. Conocer nuestra cabina y volver a saborear posiblemente el mejor sandwich de cuantos he podido degustar a bordo de cualquiera de los barcos en los que he navegado.
CRUCEROADICTO TV
Embarcados por el Mundo a bordo del Oceania Sirena
LA CABINA
Situada en la cubierta nueve, nuestra cabina con balcón disponía de todos los detalles que ya desde que abres la puerta sientes confort. Siguiendo con los colores del resto del barco, grises y azules eran usados en la decoración. Elementos bien elegidos y que hacían muy fácil acomodarnos.
Amplios armarios, mesa con espejos que hacían tanto la función de mesa de trabajo como tocador, cómodo sillón con su mesita, balcón con sus confortables sillas para disfrutar del mar, una cama que parece de otro planeta por su comodidad, televisión plana interactiva samsung, y un baño donde estudiado sistema de puertas en la ducha lo hacían más grande y funcional.
Además de detalles como la multitud de enchufes y conexión USB, o elementos de baño de la marca Bulgari, lo que más nos sorprendió fue que al abrir la puerta nuestro asistente de cabina nos hablara en español.
Eso hizo que una gran sonrisa apareciera en nuestra cara, especialmente al saber que no era el único tripulante que hablaba nuestro idioma sino que hasta 68 de ellos lo hacían (algo que comprobamos en todos los departamentos y lugares del barco).
GASTRONOMÍA EN EL OCEANIA SIRENA
The finest cuisine at sea (La mejor cocina en el mar) proclama Oceania, y no lo hacen por presumir o por puro marketing como hacen otras navieras, como he podido experimentar durante estos 8 días a bordo del Sirena.
Esta confirmación comenzaba el mismo día del embarque, justo después de acomodarnos en la cabina era tiempo de degustar una delicia para el paladar. En el que aparentemente podría ser el lugar con menos glamour (a mi me parece lo contrario gracias a las vista al mar) se puede probar el mejor sándwich del mundo a mi juicio.
Justo al lado de la piscina y antes de entrar en el buffet se localiza el Waves Grill donde encontrarás una buena selección de ensaladas, sándwiches y una plato especial cada día que puede ir desde costillas barbacoa a burritos mexicanos.
Sin embargo el Surf and Turf (sandwich de langosta y carne a la parrilla) brilla por sí mismo. Degustarlo en el exterior mientras miras el océano es de esos momentos únicos en un crucero.
Dicho esto y analizando el resto de la oferta culinaria a bordo hay que indicar que ningún restaurante tiene coste extra.
El buffet sorprende por la gran variedad en un espacio pequeño comparado con otros barcos. Desde un bar de sushi por las tardes, una magnífica selección de quesos, delicias locales de los puertos que visitamos, estación de ensaladas o pasta, y los mismos platos disponibles en la carta del comedor principal hacía que fuera la primera opción para la mayoría de los pasajeros.
Si además le sumamos que los helados y postres eran una cruel tentación por su calidad y que dispone de una maravillosa máquina de café 24h era imposible no volver cada día para cualquiera de las 3 comidas ( y merienda). Otro plus es que es posible disfrutar la comida en una gran zona exterior con suelo de madera y con las mejores vistas.
Este alto nivel competía directamente con el comedor principal y que explica que en sólo una ocasión lo visitáramos. El comedor es realmente bonito con más o menos el mismo menú (algunos platos eran exclusivos) y con un servicio exquisito pero algo lento, lo que hacía el tiempo de cena demasiado largo.
Los otros restaurantes de especialidad a bordo son una cita que todo crucerista debe tener al menos una vez durante el crucero. No sólo porque no tienen coste, sino por ser una experiencia gastronómica de primer nivel donde cada detalle y no sólo la comida estaba cuidado al extremo.
Sin duda entre los 3 mejores restaurantes asiáticos disponibles a bordo de un barco de crucero, Red Ginger es un festival para los sentidos para quien guste la cocina de lejano oriente.
Sin querer desvelar cada sorpresa durante la cena, además de una deliciosa selección de platos de diferentes gastronomías como la china, japonesa o tailandesa, la experiencia sorprende al crucerista empezando por tener que elegir entre una variedad de tipos de palillos (desde madera a metálicos) para la cena hasta una selección de tés gourmet a cual más rico, o de una toallita que aparece por arte de magia tras verter agua caliente.
La otra opción para cenas especiales es el Tuscan Steak, una maravillosa fusión entre restaurante italiano y steak house de carnes. Por supuesto encontramos los mismos detalles que nos sorprenden como una carta de aceites y vinagres para degustar previamente más grande que la de vinos de restaurantes en tierra. Los amantes de las carnes se sentirán en el paraíso por la propuesta del menú.
Aunque no es propiamente un restaurante, el café Baristas está en esta lista por su selección de postres de autor que podemos tomar junto a un rico café preparado en tradicionales máquinas de café italianas. Un lugar para desaparecer bajo al aroma de un rico capuccino.
VIDA A BORDO
Durante todo el crucero la tranquilidad y el relax fueron la nota predominante. Con un pasaje que rondaba los 50 años de media, se notaban muy viajados y repetidores de Oceania Cruises.
Considerada como una naviera “upper premium” y con un nivel de servicio extraordinario y refinado el ambiente a bordo fue en todo momento casual y cómodo.
No es requerida ninguna vestimenta especial para las noches especiales y sólo quien quiso se arregló un poco más principalmente para una cena romántica y no tanto por exigencia del propio barco.
Si tuviera que calificar la vida a bordo lo definiría como “fácil y fluida”. Fácil porque al ser un barco pequeño todo estaba a la mano donde la tripulación intentaba siempre adelantarse a tus necesidades y fluida porque fue muy fácil entrar en el ritmo del propio barco con horarios muy convenientes que se ajustaban a las escalas y al viajero.
Un aspecto que me intrigaba antes de embarcar era el aspecto de sí un crucerista hispanoparlante podría disfrutar al máximo la experiencia. Para muchos el idioma es una barrera que nos impide exprimir al máximo todas las posibilidades a bordo. Sin embargo, puedo decir que en este crucero he hablado más español que en ningún otro de este nivel.
Desde la sorpresa de mi asistente de cabina, camareros, sommeliers, spa y muchos otros departamentos había uno o varios tripulantes que hablaban español. Donde no había era en el mostrador de recepción. Sin embargo, allí cerca estaba Leandro, Executive concierge, quien asistía a cualquier pasajero de habla hispana. En este punto debo agradecer su gran ayuda y su gran conocimiento del barco (creo que puede llegar a conocerlo mejor que el propio capitán por sus años a bordo).
La parte que si debo reseñar como menos atractiva para quienes hablamos la lengua de Cervantes es que los espectáculos estaban pensados para el crucerista anglosajón, y aunque sí había mucha música en directo en diferentes espacios del barco, si se echaron en falta alguno que fueran más abiertos a otros idiomas como espectáculos de baile o cantantes.
Como siempre en cada crucero me quedo con las salidas de puerto y sus atardeceres y esos no necesitan traducción. Salir de Mónaco al anochecer vale más que cualquier show de Broadway para el viajero.
ITINERARIO, EXCURSIONES Y ESCALAS
Oceania nunca defrauda al diseñar sus itinerarios, escalas, lugares de amarre y los tiempos en puerto, y este no iba a ser menos.
Nuestra ruta tenía una muy atractiva combinación de grandes puertos con otros menos transitados y conocidos por el crucerista que visita el Mediterráneo Occidental.
Tras abandonar Barcelona el Sirena visitaba Ciudadela en Menorca, Marsella y Saint Tropez en la provenza francesa, Mónaco, Ajaccio en la isla de Córcega, para terminar en territorio italiano en las escalas de Livorno y Civitavecchia.
En todos ellos el barco estuvo amarrado en un muelle que estaba frente a la ciudad a visitar, haciendo muy fácil la exploración a pie, e incluso regresar a comer para volver a salir. Esto da una libertad al viajero que no es fácil encontrar en otras navieras que por el tamaño de sus barcos o costes de amarres lo hacen alejados de los centros de interés.
Aunque hubiera sido posible visitar todas las escalas por nuestra cuenta, aprovechando la promoción Olife Ultimate que incluye excursiones nos decidimos a usar 2.
En Marsella con un gran tour por la ciudad que nos llevó hasta la catedral de Notre Dame de la Garde con sus espectaculares vistas, y en Livorno nos permitió explorar con tranquilidad las preciosas localidades de Riomaggiore y Vernazza en Cinque Terres.
Como viajero y crucerista puedes valorar como cambia totalmente la experiencia del crucero al tener tu barco cerca de los lugares a visitar. No hay que perder tiempo en buscar un transporte para llegar.
Al estar tan cerca tu barco se convierte en tu casa en la ciudad pudiendo volver tantas veces como necesites, además que no tendrá el estrés de perderlo ya que la chimenea del Sirena estará siempre visible. Sólo por esto ya se justificaría el mayor coste comparado con otras navieras que realizan la misma ruta. Si sumas todo al final no es tanta la diferencia económica pero sí es enorme en tu experiencia final.
CONCLUSIONES FINALES
Tras mi segundo crucero en el Oceania Sirena y con la naviera Oceania no puedo por menos que reconfirmar que no defraudan al viajero.
No sólo no han bajado el nivel tras tantos meses de inactividad, sino que el barco es aún mejor tras su paso por el dique seco y su notable renovación.
Sin duda, el tamaño del Sirena en comparación con otros que navegan en la actualidad, en lugar de ser un problema, es una ventaja competitiva para ofrecer una experiencia singular y única al viajero.
Incluso en mares tan transitados y conocidos para el viajero como el Mediterráno, brillan de una forma diferente desde la cubierta de estos barcos.
Es el Sirena uno de esos barcos que se clavan en la maleta del viajero y que traen grandes recuerdos sin importar cuántos años pasen.
Además te enamora poco a poco y de la forma más simple, como las grandes historias de amor. Por el estómago con sus delicias gastronómicas, por los ojos desde los puertos donde atraca, y por el corazón gracias a una tripulación que te hace sentir en familia desde que subes a bordo.
Es volver a esa simplicidad tan necesaria y que se ha perdido en nuestros días del “más grande todavía”: mar, viaje, confort…
¡Felices próximos cruceros, y espero veros a bordo muy pronto!
Jesús García
Editor Jefe
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Publicado: 30 abril 2022
Autor: Jesús García para CruceroAdicto.com
Fuente y Fotos: Jesús García y CHerilyn Lee
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