Crucero Alaska en el ms Statendam
… escala en Junneau, capital de Alaska
MS StatendamNaviera: Holland America Line Año construcción: 1993 Tonelaje: 55.819 Tn Pasajeros: 1627 Tripulación: 558 Itinerario: Seward; Scenic Cruising College Fjord; Glacier Bay National Park; Haines; Juneau; Ketchikan; Cruising the Inside Passage; Vancouver |
Caminando entre osos y Glaciares
Al levantarnos ya estábamos en Junneau, y al mirar por la ventana nos sorprendió que estuviéramos aparcados en una calle de la ciudad; el puerto como instalación no tiene vallas. Es algo así como si fuese un coche aparcado en vez de en un barco. Desembarcamos pronto. Llovía, como todos los días desde que empezamos el crucero.
Casi junto a la escalerilla del barco había bastantes casetas de madera, en las que agencias de excursiones trataban de convencernos según pasábamos. Alguna nos ofrece llevarnos al Glaciar Mendenhall por 8 dólares el viaje. Al lado, una caseta, un poco más grande, es la Información de Turismo. En ella, una señora, yo diría que jubilada, nos atendió sorprendentemente en español. Nos explicó que vivía desde la primavera en Junneau, y desde el otoño en Mérida (Yucatán-México).
Nos estuvo indicando lo más visitable de la ciudad, y que se podía llegar hasta el glaciar, que está a 13 millas, en un autobús de línea (que tarda ¾ de hora) y un agradable paseo después.
Nos pareció bien ésta opción. La parada del bus no estaba demasiado lejos, y poco después estábamos en él. El chófer, sin apenas mirarnos, nos indicó con la cabeza que sí era el que iba al glaciar, y nos señaló una caja de cristal en la que había que echar el importe justo de los billetes: 3 dólares los dos.
Un viajero nos alargó un plano con la ruta, de los muchos que había colgados en la trasera del asiento del conductor, y que no habíamos visto, y nos señaló que efectivamente íbamos para el Mendenhall.
|
A pesar de saber que tardaríamos 45’, al poco tiempo, al ver las muchas vueltas que daba, lo mucho que se alejaba y la gente tan “rarita” que iba subiéndose, empezamos a intranquilizarnos. Nos preocupaba el pasarnos de la parada, y con nuestro poco inglés en dónde podíamos terminar. Habitualmente, nos gusta desplazarnos en taxi, o con los autobuses de línea de cada sitio que visitamos, y nunca hemos tenido ningún problema; pero en ésta ocasión, no sé por qué, nos sentíamos intranquilos. Bueno, la verdad es que yo pensaba que alguno de los que a mí me parecían mendigos o algo peor, nos atracarían o…
Afortunadamente preguntamos un par de veces y, en la segunda, nos indicaron que nuestra parada era la siguiente. Efectivamente a los 45’.
Lloviznaba cuándo nos bajamos, y comenzamos el camino que lleva hasta el glaciar. Es una senda asfaltada, entre la carretera y un bosque precioso de altas coníferas, musgos, y arbustos y flores. Eso sí, con multitud de carteles con el aviso de que es zona de osos, para que no se te ocurra entrar en él, sin ir acompañado y preparado.
El paseo, de una milla y media, consiguió que estirásemos las piernas y se nos pasase el mal rato del autobús. Al poco estábamos encantados de haber escogido ésta forma de llegar al glaciar, que enseguida empezó a verse en la distancia (tiene 300 pies de alto) y, ya desde allí, resultaba impresionante.
La carretera y el camino terminan en las instalaciones del Visitor Center, con un par de aparcamientos, lavabos, y unas taquillas en dónde se pagan tres dólares/persona de entrada. Un poco más adelante el edificio del Visitor Center, tiene cafetería, tienda de recuerdos y, pagando otros cinco dólares, la posibilidad de ver una película que explica la historia del glaciar, una exposición interactiva, grandes telescopios para ver el glaciar, y todas las explicaciones necesarias de los rangers que están por allí.
Hay diferentes caminos, más o menos largos, para llegar al glaciar por el Tongass National Forest, que puedes elegir según el tiempo del que dispongas. Por pasarelas de madera se llega a un punto, muy cercano, desde el que se ve el Mendenhall totalmente y, junto a él, la cascada que le hace ser único.
Elegimos un paseo de casi una hora, y sin ningún esfuerzo llegamos al lago Mendenhall. Desde su orilla, el espectáculo es magnífico. El glaciar al fondo con las grandes montañas que le rodean, y a su lado la Nugget Falls cayendo al lago.
Como cada vez que hemos estado frente a un glaciar, no ves el momento de irte, pero había que ver muchas cosas aún y, con pesar, iniciamos la vuelta hacia la entrada.Para volver, cogimos un autobús de excursión, que nos costó ocho dólares, y nos dejó, sin paradas, en el centro de la ciudad, o sea, junto al barco prácticamente.
En Juneau seguía lloviendo y con una temperatura agradable, por lo que pudimos pasear y visitar lo que la señora de la Información de Turismo nos había aconsejado.
Juneau, capital de Alaska, es una ciudad pequeña con un encanto especial: es la segunda de EE.UU a la que no se puede llegar por carretera, solo por aire o barco. La otra es Honolulú.
Más del 90% de su superficie está cubierta por montañas, fiordos, bosques, glaciares y hielo (el Juneau Icefield ocupa 1500 pies cuadrados). En la región viven águilas, osos, caribús, alces, zorros, delfines, ballenas, leones marinos, focas y más de 300 clases de aves.
Se descubrió oro en la zona, y un grupo de mineros se instaló en la localidad, siendo fundada en 1881 y bautizada en honor del minero Joseph Juneau.
Su down town es accesible a pié. En él hay 60 edificaciones históricas de la época del Gold Rush (fiebre del oro), de antes de 1904 que ahora son galerías de arte con artesanía nativa de los tlingit, tiendas de regalos y souvenirs y restaurantes. Hay muchas joyerías, de las mismas cadenas que en las islas del Caribe.
Destaca la iglesia ortodoxa rusa de S. Nicolás, construida en Siberia y trasladada a trozos en 1894. De forma octogonal y con cúpula típica rusa. Considerada edificio histórico. Para entrar en ella, tienes que pasar por el interior de la casa del sacerdote ortodoxo que la cuida, tanto, que atravesamos su cocina, en dónde jugaban dos niños. Visitamos también la Mansión del Gobernador, en el estilo de “Lo que el viento se llevó” El Museo Estatal. El Mount Roberts: al que se puede subir en el teleférico Mounth Roberts Tranway. Todo el distrito del Downtown paseando, aunque diluvió las últimas horas.
Al volver al barco, piscina y jacuzzi, de nuevo, hacen que el cansancio se evapore.
Estábamos invitados al “Cóctel con el capitán” antes de cenar, en el Crow’s Nest de la planta 12. Nos presentaron a todos los oficiales y los jefes de cada departamento. Fueron pasando bebidas: champan, vino, refrescos… y aperitivos fríos y calientes. Fue muy agradable. Esa noche cenamos en el Pinnacle Grill convertido en Le Cirque: “A Table in Heaven”.
Un día a la semana, en cada crucero, el Pinnacle Grill, se convierte en el legendario Le Cirque, el famoso restaurante de N. York que está en la lista de los mejores del mundo por expertos culinarios, y famoso por las celebridades que le visitan. Su cocina es continental francesa. También hay Le Cirque en Las Vegas y República Dominicana.El Pinnacle se transforma en una atmósfera similar a la del Cirque; las opciones de menú, la selección de vinos, las decoraciones de las mesas, la vajilla naranja y el ambiente del restaurante, son adaptados para crear la autentica experiencia de Le Cirque.
Cargo adicional: cena, 39 dólartes, cena y vino 59 dólares.
Ese día, también se podía aprender a preparar algún plato especial de Le Cirque en el Centro de Artes Culinarias.
Cenamos:
Aperitivo: Vasito de paté de pato, sobre gelatina de fresa ¡Exquisito!
Primer plato:
Sopa Butternut Squash with Huckleberries: nos sirven el plato con bayas rojas pequeñitas sobre una bolita de chantilly en el centro, y nos dicen que ésa es la sopa. Tras ver nuestras caras de asombro, con mucho teatro, la sorpresa: nos echan sobre ellas, con una tetera, una crema muy clarita de calabaza. Divertido, y realmente buena.
Segundo plato:
Costillas de cordero, con flan de quinoa, arroz y vegetales, y brócoli plancha. Por encima salsa de frutos rojos. La carne en su punto, y muy tierna.
– Chateaubriend: De nuevo servido con mucho teatro. En una mesa auxiliar, parten el trozo de carne para que comprobásemos el punto elegido. Está perfecto: médium como se pidió. Entonces nos lo sirven.
Postre: Soufflé de chocolate, con helado de vainilla.Creme Bruleé Le Cirque ¡¡Buenísima!!
¡¡Una cena perfecta de puesta en escena, y de menú!!
En el teatro “Show Indonesio de la Tripulación”, que estuvo muy bien.
Continuará…
MªAngeles y Vicente