Hay una serie de barcos, enre los que se encuentra el Grand Voyager, que acompañaron a los cruceristas en los años que el sector comenzaba a dar sus primeros pasos hacia la popularización. Estos barcos, algunos de ellos ni siquiera entrarían en los planes de los cruceroadictos en la actualidad, fueron los culpables de que hoy en día, muchísimos viajeros elijan pasar sus vacaciones en un buque y no reservando un resort con «Todo Incluido en Punta Cana» o descubriendo ciudades tan turísticas como Nueva York, París o Londres.
Barcos que permanecen en el recuerdo de los cruceristas, a pesar de haber viajado en mastodontes como el Icon of the Seas, el gigantesco MSC World Europa o hayan descubierto las virtudes del Freestyle Cruising de Norwegian Cruise Line.
Bien, uno de estos barcos es el Grand Voyager, un barco que coincidió en el tiempo con el comienzo de la adicción a los cruceros en España.
¿Qué fue del Grand Voyager? – Historia de un barco mítico
Este buque llegó al mercado español cuatro años después de su debut. El 15 de junio del 2000, este mes es su cumpleaños, fue entregado a su primera propietaria, la naviera griega Royal Olympic Cruises -compañía cuyos orígenes se remontan al año 1850 cuando nació con el nombre Epirotiki Line-, que lo bautizó como Olympic Voyager. En manos helenas permaneció hasta su quiebra el año 2004, momento en el que fue adquirido por Iberocruceros, por aquel entonces Iberojet Cruceros.
Con la naviera española cambió su nombre, perdiendo el Olympic pasándose a llamar solo Voyager; aunque este nombre tampoco le duró mucho, puesto que pocos meses después la compañía de cruceros le antepondría el pomposo adejtivo Grand, que en inglés significa grandioso, sublime o magnífico. Empezaba la historia del Grand Voyager, uno de los barcos más populares la pasada década entre los cuceristas españoles.
Durante los seis años que perteneció a Iberocruceros, el Grand Voyager navegó a ambos lados del Atlántico y, a pesar de ser un barco muy querido por los cruceristas, no estuvo exento de polémicas, una de ellas en el Mediterráneo y la segunda en el Océano Atlántico.
La primera de ellas se remonta a febrero de 2005, cuando el barco partió de Túnez con destino Barcelona. Antes de salir del puerto norteafricano el fuerte oleaje no presagiaba una travesía muy tranquila. Y así fue.
El temporal zarandeó el Grand Voyager con tanta fuerza , que el mobiliario iba de un lado a otro del barco, la vajilla volaba y los pasajeros sufrieron heridas de diversa consideración y fuertes mareos. A primera hora de la mañana la situación se agravó, cuando una inmensa ola impactó con el puente de mando, provocando la rotura de uno de los cristales, dejando el barco a la deriva, al dañar los sistemas eléctricos. La epopeya terminó cuando el capitán desvió el rumbo en busca de aguas más tranquilas, dirigiendo el Grand Voyager al puerto de Cagliari.
La segunda polémica sucedió el último año que navegó integrado en la flota de Iberocruceros y no adquirió tintes tan épicos como la anterior, aunque, eso sí, los medios de comunicación se hicieron eco del suceso.
En julio de 2011 el barco tuvo una avería en sus motores, aunque los pasajeros no se enteraron hasta un tiempo después. Los responsables del Grand Voyager decidieron cambiar el itinerario, sustituyendo Funchal por Tánger y Portimao, arguyendo que muchos cruceristas no querían navegar hasta la isla portuguesa por problemas de mareos al navegar por aguas atlánticas, sustituyendo esta escala por la ciudad marroquí y la del sur luso.
Sin embargo pronto se enteraron los pasajeros que la verdadera razón fue la de la avería de los motores -al navegar con tanta lentitud el barco llegó ocho horas tarde a Cádiz, puerto final de la travesía-, mostrando pronto su descontento, provocando que el Director General de Iberocruceros, Luis Grau, se hiciera responsable de la situación atendiendo a los cruceristas que quisieron presentar una queja.
A finales de ese año el Grand Voyager pasó a formar parte de la flota de Costa Cruceros. La naviera italiana había programado unos itinerarios por el Mar Rojo y pesaron que el barco indicado para esa ruta era el Grand Voyager, que pasó a llamarse Costa Voyager. Pronto tuvo que cambiar Costa Cruceros los planes.
En marzo de 2102, un mes y medio después del accidente del Costa Concordia en la isla de Giglio, otro buque de la naviera, el Costa Allegra se incendió cuando se dirigía a las Seychelles. La compañía de cruceros destinó su «nuevo» buque a cubrir los cruceros que el Allegra tenía previstos.
Durante el tiempo que estuvo en Costa Cruceros, el buque navegó principalmente por el Mediterráneo y el norte de Europa. No obstante, los directivos de la naviera decidieron prescindir del Costa Voyager y en febrero de 2014 fue adquirido por Bohai Ferry Company por 50 millones de dólares.
La nueva vida del Grand Voyager como MS Chinese Taishan
Sus nuevos propietarios lo rebautizaron como MS Chinese Taishan y emprendieron una reforma para adaptarlo a los gustos chinos. Desde finales de 2014, el Grand Voyager realiza cruceros de «lujo?» por las costas chinas y japonesas.