Experiencia en el Mein Schiff 4 navegando por el Cantábrico

El viento fresco del Cantábrico nos daba la bienvenida como solo el norte sabe hacerlo: sin grandes aspavientos, pero dejando claro desde el principio quién manda en esta parte del mundo. Mientras tanto, el Mein Schiff 4 avanzaba con esa elegancia alemana que parece estar diseñada para no hacer ruido, pero sí dejar huella. Un coloso discreto, casi como un Mercedes en modo crucero, deslizándose entre las aguas del norte de España.

Habíamos zarpado de Leixões, el precioso puerto (su nueva y blanca terminal impresiona) cercano a Oporto, y ya desde los primeros minutos a bordo supimos que este crucero sería muy diferente. No era un simple capricho estacional ni una alternativa más entre las repetitivas opciones de cruceros para el verano de 2024. Era otra cosa. Una experiencia pensada para aquellos que ya han visto demasiados bufets impersonales con horarios reducidos demasiados pasillos atestados y batallas por conseguir tumbona junto a la piscina.

Aquí, en el Mein Schiff 4, el planteamiento es distinto. Es posible navegar en un barco premium, con un «casi todo incluido» que no es un truco publicitario, sino una realidad tangible. La calidad extrema de un barco de gama alta, pero con precios que, ironías de la vida, son más bajos que los de algunas navieras familiares o populares en las mismas fechas.

Y lo comprobamos de primera mano: durante ocho días de navegación, no gastamos ni un solo euro más de lo pagado en la reserva (que ya incluía las tasas y propinas) de nuestra cabina Oceanview. Ni uno. Y disfrutamos de todos los capuccinos, gelatos, pizzas, cócteles, cervezas y bebidas que nos apetecía en cada momento.

Detrás de esta experiencia está TUI Cruises, esa joint venture entre el gigante alemán TUI y Royal Caribbean. Dos mundos que, al unirse, han creado algo curioso: un producto premium con alma alemana pero con el músculo logístico del líder mundial.

El barco

Hay un tipo de placer silencioso en embarcarse en un buque que no necesita exhibirse como un parque de atracciones. El Mein Schiff 4, cuarto barco de la exitosa serie homónima, es la materialización de lo que significa aplicar la eficiencia teutónica al mundo de los cruceros. Nada sobra, nada falta.

Construido en 2015 por los astilleros Meyer Werft (aunque por su estado parecía haber salido este mismo año), este coloso de 99.500 toneladas brutas alberga cómodamente hasta 2.506 pasajeros, atendidos por una tripulación de 1.000 personas, en su mayoría de Indonesia y Filipinas. La proporción resulta casi quirúrgica: 15 cubiertas, 1.253 camarotes distribuidos en 9 plantas, y un ratio pasajero-espacio de 40. La consecuencia es inmediata: hay sitio para todos, sin peleas por una tumbona ni aglomeraciones en los ascensores.

El crucerista más veterano podrá reconocer que su silueta y espacios le resultan familiares. Eso es porque su diseño está basado en la popular clase Solstice de Celebrity Cruises.

 

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Lo primero que llama la atención es la distribución racional de los espacios. Aquí no hay experimentos: todos los teatros y lounges se concentran en las cubiertas 3, 4 y 5, mientras que el spa, el buffet y las zonas deportivas se reparten entre las cubiertas 12 a 14. Incluso los nombres y la disposición de las áreas son idénticos en toda la flota, como si uno pudiera navegar en cualquier Mein Schiff sin desorientarse jamás.

Y no, este barco no busca impresionar con toboganes gigantes o montañas rusas. El Mein Schiff 4 juega en otra liga: la del confort, la tranquilidad y la sofisticación serena. La cubierta de paseo, por ejemplo, es un lujo en sí misma: permite rodear el barco completamente, incluso hasta la proa. Caminar por allí al amanecer, con el mar Cantábrico extendiéndose hasta donde alcanza la vista, es una experiencia que difícilmente se olvida.

La piscina más larga del mar

Una de las joyas del Mein Schiff 4 es su piscina rectangular de 25 metros. La más larga jamás construida en un barco de cruceros. Situada en la cubierta 12, se convierte en un oasis para quienes prefieren nadar largos en lugar de chapotear en piscinas minúsculas.

Además, cuenta con un sistema de cierre que divide la piscina en dos para evitar derrames cuando el mar se pone travieso. Un detalle que parece menor, pero que revela esa obsesión alemana por la ingeniería precisa y la solución práctica antes de que llegue el problema.

Además, en la misma cubierta cuenta con una piscina de relajación cubierta por una gran cristalera.

Las instalaciones deportivas incluyen un gimnasio panorámico con vistas al océano, pero lo que realmente nos sorprendió fueron las saunas de madera con cristaleras al mar. Después de muchos cruceros, pocas cosas se comparan con relajarse en una sauna finlandesa mientras el sol se oculta sobre el Cantábrico. Es el tipo de experiencia que uno no cuenta en redes sociales, pero que guarda en la memoria con mimo.

Nuestra cabina – diseño funcional y acogedor

Nos alojamos en una cabina con ventana Oceanview en la cubierta 4. Desde el primer momento sentimos esa familiaridad que solo los barcos alemanes parecen conseguir: la sensación de estar en casa, pero flotando.

La decoración huye del barroquismo y apuesta por la funcionalidad bien entendida. Tonos cálidos, maderas claras, espacios pensados para ser útiles y cómodos, no para posar en Instagram.

La cabina se arregla dos veces al día, un detalle que parece menor hasta que uno recuerda lo que cuesta encontrar ese nivel de servicio en otros barcos. La limpieza es impecable: el Mein Schiff 4 parece recién inaugurado cada mañana. Los pasillos están siempre pulcros, las superficies brillan, y ni un papel fuera de lugar interrumpe la estética.

Algunos detalles que marcan la diferencia:

• Una jarra de agua reutilizable en la cabina: para rellenar en dispensadores situados al final del pasillo. Nada de pagar por agua embotellada.
• Una cafetera de cápsulas: para tomar el primer café en pijama, sin prisas y sin moverse de la habitación.
• Una ducha espaciosa, con puerta de cristal: Aquí no hay cortinas incómodas que se pegan al cuerpo.

 

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Y luego están los pequeños gestos que transforman un buen viaje en una experiencia memorable. El día de mi cumpleaños, sin haber comunicado la fecha, encontramos un regalo de chocolates y una tarjeta firmada por el capitán Jan Fortum. Además, el asistente de cabina había creado un calamar gigante con la manta de la cama. La hospitalidad, en ocasiones, tiene formas inesperadas.

La única pega, si hay que poner una, fue la dureza del colchón. Parece ser un estándar en Alemania.  Tarmanos algunos días para adaptarnos.

Gastronomía a bordo del Mein Schiff 4

La gastronomía en el Mein Schiff 4 merece capítulo aparte. El concepto «Premium All-Inclusive» no es un truco semántico; es una realidad palpable. Aquí, desde el desayuno hasta la última copa de la noche, todo está incluido. Sin trampa ni letra pequeña.

Buffet Anckelmannsplatz: variedad y calidad

El buffet principal es un ejemplo de eficiencia germánica. Probablemente uno de los mejores restaurantes de autoservicio que hemos probado en crucero. Las estaciones de servicio están organizadas de forma inteligente, evitando aglomeraciones. Los platos se presentan con esmero, y la variedad cambia en cada comida.

Un detalle especial es la panadería adjunta, donde se hornea pan fresco durante todo el día. El aroma a pan recién hecho impregna la zona, convirtiendo cada paseo por allí en una tentación.

Otros detalles que facilitaron la experiencia:

• • Nunca tuvimos problema para encontrar mesa
  • Los cubiertos se cambian en cada ciclo de comidas y están dispuestos en soportes especiales
  • Hay grifos de autoservicio con agua, cerveza y vino
  • Dispensadores de refrescos y una máquina de café de especialidad
  • Sección de helados artesanales y de quesos
  • Área exclusiva para niños: con menus especiales y espacio de mesas adaptados en altura
  • Mimosas en el desayuno, incluidas, como debe ser

Cada día, además, hay secciones temáticas: una dedicada a platos alemanes y otra que cambia según el puerto visitado. Durante nuestra escala en Bilbao, por ejemplo, pudimos degustar especialidades vascas preparadas con ingredientes locales.

 

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GOSCH Sylt: mariscos sin coste extra

Justo al lado del buffet se encuentra el GOSCH Sylt, un restaurante especializado en pescado y marisco. Completamente gratuito y parte del todo incluido. Las gambas al ajillo se convirtieron en parada obligada en cada comida.

Tag und Nacht: el bistró 24 horas

Este restaurante funciona las 24 horas ofreciendo pizzas, ensaladas, hamburguesas y patatas. Cada día presenta un plato de un país diferente, añadiendo un toque de aventura gastronómica. Las pizzas se preparan al momento y sin reservas ni costes extra.

Restaurante Atlantik

Dividido en diferentes secciones temáticas, ofrece opciones «Classic» y «Mediterranean». Las distancias entre mesas son generosas, evitando esa sensación de comedor abarrotado. El servicio es rápido, los platos llegan en su punto y el ambiente es elegante pero relajado. El menú lo puedes ver en inglés en el app de la naviera o pedirlo en papel.

Restaurantes de especialidad

Si uno desea afinar aún más el paladar, el Mein Schiff 4 ofrece restaurantes de pago con precios razonables:

• • Hanami by Tim Raue: Cocina japonesa de autor dirigida por uno de los chefs más reconocidos de Alemania
  • La Spezia: Alta cocina italiana que va más allá de la típica pizza y pasta
  • Surf and Turf: El steakhouse del barco, con carnes premium y mariscos selectos

Vida a bordo del Mein Schiff 4

Lo que más sorprende es la calma que se respira a bordo. Aunque las bebidas alcohólicas están incluidas, no se ven excesos ni desmadres (como podíamos imaginar antes de embarcar). La clientela, un 90% alemana, mantiene un comportamiento ejemplar y muy muy educado. Fuimos los únicos pasajeros españoles a bordo. Solo oíamos y hablábamos español al bajar en los puertos.

El desafío del idioma

El barco está orientado al 100% al mercado alemán. Todos los espectáculos, los anuncios por megafonía y las actividades se realizan en alemán.

Si dominas el inglés, podrás desenvolverte sin problemas ya que todo el personal del front desk lo habla perfectamente, y los menús están disponibles en este idioma. El programa diario lo veíamos en ingles en el app.  Sin embargo, no encontramos ningún miembro de la tripulación que hablara español.

Esta barrera idiomática puede ser un obstáculo significativo para cruceristas hispanohablantes sin conocimientos de inglés o alemán.

Servicio excepcional

No hicimos colas en ningún momento. Ni en el buffet, ni en los bares, ni en el front desk. La tripulación, mayoritariamente de Indonesia y Filipinas, demuestra una profesionalidad y amabilidad digna de mención.

Espacios para el relax

La amplitud de los espacios comunes es otro de los grandes puntos fuertes. Hay rincones para descansar por todas partes, desde las tumbonas de la piscina hasta los sillones del atrium. El spa ocupa más de 2.000 metros cuadrados y cuenta con más de 15 tipos diferentes de saunas y baños termales.

Entretenimiento adaptado al público alemán

El entretenimiento está diseñado para un público alemán. El teatro principal, de tres pisos, ofrece espectáculos producidos por TUI Cruises. Durante nuestra navegación, disfrutamos de actuaciones de gran nivel artístico, aunque en alemán e inglés.

Aquí no hay shows de Broadway ni fuegos artificiales. El enfoque es la calidad, no la espectacularidad. Música clásica, teatro de boulevard y espectáculos de variedades.

Además cuenta con un segundo teatro mas reducido y con una acustica que ya quisieran muchos teatros en tierra. Es aquí donde puedes disfrutar conciertos más intimos, o interpretaciones de bandas o cuartetos.

Que sea alemán no significa que no hubiera fiesta. Las noches de los días de navegación se celebraban fiestas en la piscina donde participaba practicamente todo el barco. Muy animadas y con la presencia de los bailarines y músicos del teatro. Luego los Dj estaban hasta tarde.

De entre los eventos a bordo, nos llamó la atención que el último día la tripulación, como un gran coro, se reunía en las escaleras principales del lobby para cantar canciones nauticas y marineras con los viajeros.

Igualmente había un Club Discoteca , pero en esta ocasión no fuimos.

El casino era tan reducido que era dificil encontrarlo. Casi parecía escondido. Disponía de algunas máquinas tragaperras, y varias mesas. Además, compartía espacio con la zona de fumadores y puros.

 

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13 bares y lounges

Los 13 bares y lounges del Mein Schiff 4 ofrecen una carta de bebidas sorprendente. Desde cervezas alemanas premium hasta cócteles elaborados delante del cliente, vinos de calidad y destilados reconocidos. Solo algunas marcas ultra-premium requieren suplementos.

Itinerario – descubriendo la belleza del Cantábrico

Ocho días navegando por algunos de los puertos más bellos del norte de España, Portugal y Francia. La puntualidad alemana se reflejó en cada escala: ni un solo retraso.

• Día 1 (19 junio): Oporto (Leixões), Portugal – Embarcamos en el puerto de Leixões, la puerta de entrada a la hermosa ciudad de Oporto. El proceso de embarque fue eficiente y sin demoras.
• Día 2 (20 junio): Navegación – Un día completo en el mar para descubrir el barco y disfrutar de sus instalaciones. Ideal para familiarizarse con los espacios y la rutina a bordo.
• Día 3 (21 junio): Bilbao, España – La capital vasca nos recibió con su mezcla única de tradición y modernidad. En esta ocasiín aprovechamos para descubrir Getxo con amigos locales visitando desde el puente colgante a sus famosas tabernas.
• Día 4 (22 junio): Le Verdon (Burdeos), Francia – Por la distancia y tiempo para llegar a Burdeos decidimos quedarnos paseando por las playas y la pintoresca villa de Le Verdon Sur Mer.
• Día 5 (23 junio): Navegación – Segundo día en el mar, perfecto para disfrutar del spa, las piscinas y las amplias cubiertas del barco.
• Día 6 (24 junio): La Coruña, España – La Torre de Hércules y el paseo marítimo fueron los puntos destacados de esta escala.
• Día 7 (25 junio): Vigo, España – Última escala en territorio español, con tiempo para explorar el centro y degustar el famoso pulpo.
• Día 8 (26 junio): Oporto (Leixões), Portugal – Regreso al puerto de origen para el desembarque.

 

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Curiosidades y datos destacados

• El sistema de gestión de residuos del Mein Schiff 4 permite procesar el 99% de los residuos generados durante el crucero
• La bodega de vinos almacena más de 10.000 botellas, incluyendo una selección premium de vinos alemanes
• Los huertos hidropónicos a bordo producen hierbas frescas que se utilizan en los restaurantes
• La flota sirve más de 1,5 millones de litros de cerveza alemana al año, toda incluida en el precio base
• No te piden la tarjeta para hacer reservas o pedir helados y pizzas, algo que simplifica enormemente la experiencia a bordo

Valoración y conclusiones finales de nuestra experiencia en el Mein Schiff 4

Hay viajes que te enseñan algo nuevo, y otros que te recuerdan lo que ya sabías, pero habías olvidado. Navegar en el Mein Schiff 4 ha sido eso último: un recordatorio. Nos ha hecho volver a pensar en lo esencial de un crucero, en esa versión del viaje en barco que existía antes de que los toboganes y las norias colonizaran las cubiertas. Un regreso a la navegación entendida como placer sereno, sin estridencias. Y, francamente, ya lo echábamos de menos.

A bordo del Mein Schiff 4 no sentimos esa ansiedad que a veces aparece en otros barcos, esa especie de carrera continua por reservar hamacas, por no perderse el espectáculo de turno, o por calcular cuánto costará la siguiente copa.

Aquí no hay esa presión disfrazada de entretenimiento. Aquí el día transcurre a otro ritmo, más pausado, casi como si el barco y el mar hubiesen pactado entre ellos que lo importante es disfrutar del trayecto sin hacer ruido.

Cada mañana, al despertarnos, lo primero que veíamos era el mar. Y cada noche, al acostarnos, también. Puede sonar obvio, pero no siempre sucede en un crucero moderno, donde las pantallas LED y los simuladores de surf parecen haberle ganado la partida al Atlántico. En el Mein Schiff 4 no: el mar sigue siendo el protagonista.

La sensación general que nos dejó este barco es que estamos ante un concepto casi en peligro de extinción. TUI Cruises ha decidido apostar por un modelo que muchos otros abandonaron hace tiempo: el crucero premium accesible, con todo incluido de verdad, y sin la necesidad de estar sacando la cartera cada media hora.

¿Qué está realmente incluido en mi reserva?

Aquí es donde la experiencia se distancia de lo habitual. Porque en tiempos donde lo «todo incluido» suele ser un concepto cada vez más relativo, en el Mein Schiff 4 es bastante literal. Por 1.100 euros por persona se incluye la mayoría de las cosas que realmente importan en un crucero.

Las comidas, por supuesto, tanto en los restaurantes principales como en el buffet, y en el GOSCH Sylt. Las bebidas alcohólicas y no alcohólicas, desde cervezas alemanas hasta cócteles bien preparados y vinos de calidad, están también incluidas. No hay necesidad de mirar dos veces la carta antes de pedir.

La advertencia importante

Sería injusto no mencionar el gran «pero» de esta experiencia. Y es que el Mein Schiff 4 no es un barco diseñado para hispanohablantes. Ni siquiera para el público internacional en general. Es un producto pensado y ejecutado para el mercado alemán.

Eso puede ser un obstáculo para algunos viajeros, pero también tiene un lado positivo: el ambiente a bordo es tranquilo, ordenado y respetuoso. La cultura del silencio, tan valorada por los alemanes, se nota en cada esquina del barco.

¿A que crucerista le encaja realmente el Mein Schiff 4?

Pues, seamos sinceros, este no es un crucero para quien se sube por primera vez a un barco esperando toboganes de varias cubiertas y selfies con delfines de plástico. El Mein Schiff 4 está pensado para viajeros que ya han navegado unas cuantas veces, los que ya han probado diferentes barcos y diferentes estilos, y ahora saben lo que quieren… y, sobre todo, lo que no quieren.

Es perfecto para quienes buscan calidad sin tener que hipotecar medio año de sueldo. Para los que valoran el viaje en sí mismo, el trayecto, la experiencia de estar en el mar, sin necesidad de estar corriendo de una atracción a otra con un plano del barco en la mano.

Una reflexión final

Si existiera un producto como este, con este nivel de servicio, este todo incluido de verdad y esta calidad gastronómica, pero orientado al público hispanohablante o al mercado internacional en inglés, probablemente la competencia estaría temblando.

Para nosotros, este viaje ha sido un regreso a lo esencial. A navegar sin distracciones, a disfrutar del mar sin filtros de Instagram, a descansar sin tener que correr detrás del entretenimiento programado. Hemos vuelto a sentir lo que significa viajar por mar, con el océano como compañero constante y la calidad alemana como garantía de que todo funcionará como debe.

Seguro que repetiremos. Porque a veces, no hace falta reinventar el crucero. Solo hay que recordar por qué nos gustaba tanto; lo que un día nos atrapó e hizo cruceroadictos.