Mi experiencia en el Emerald Radiance por el río Duero
No puedo negar que cuando llegué a Oporto estaba lleno de prejuicios. Ideas preconcebidas y creencias de lo que era un crucero fluvial. Sin embargo sólo hicieron falta 24 horas para que todas cayeran cual castillo de naipes.
Las aguas del río Duero han sido las que me han bautizado como viajero de cruceros fluviales. Ha sido a bordo del Emerald Radiance de la naviera australiana Emerald Waterways en un itinerario de 7 noches remontando y descendiendo sus aguas que si bien ha transcurrido la mayoría del tiempo en Portugal ha llegado hasta la provincia española de Salamanca para visitar su monumental capital.
Un ritmo de navegación pausado que permitía disfrutar del cambiante y espectacular paisaje, momentos emocionantes elevandonos en las diferentes esclusas para superar las 5 presas del Duero, una alta gastronomía que aparecía como por arte de magia en mesas perfectamente atendidas por un servicio de guante blanco, camarotes iluminadas por ventanales que se convierten en balcones, provistas con mil y un detalle sacados de un hotel de vanguardia y la delicadeza de un hotel boutique, y sobre todo la atmósfera de estar en casa desde que puse el pié a bordo han sido las imágenes que han venido en mi maleta al desembarcar.
Hoy me gustaría compartir con vosotros cómo ha sido este primer crucero fluvial, lo que llamó mi atención, las curiosidades, anécdotas y todos los detalles que retiene el viajero que sólo, hasta el momento, había navegado en barcos de crucero oceánicos.
El barco
Con 89 metros de largo, perfecto para ajustar en las esclusas del Duero, casco pintado en blanco y ventanales en verde esmeralda, nos espera en perfecto estado de revista el Emerald Radiance.
Desde el propio muelle, donde se dejan las maletas, ya se puede distinguir su alargada silueta a la que llegaremos tras bajar por las pasarelas, no sin antes haber hecho un test de antígenos (no importa si estás vacunado).
Al entrar nos acompañan al lounge, corazón del barco, situado en la cubierta 2 donde los oficiales nos dan la bienvenida con una buena copa de vino. En unos minutos pasamos por la recepción donde terminamos el check in y nos acompañaron a la cabina.
El barco fluvial cuenta con 4 cubiertas, 3 de ellas con cabinas. En la cubierta inferior se sitúa el gimnasio, y la sala de tratamientos de belleza y masaje. En la segunda cubierta se abre en la zona de proa, el Reflection, un amplio comedor acristalado y que es usado para las 3 comidas diarias.
Ya en la cubierta 3 localizamos el centro neurálgico del barco, y epicentro de la vida social tanto con tripulación como entre los pasajeros. El lounge o salón principal es un espacio multiusos que sirve para tomar esa copa al atardecer, mantener una charla con viajeros, jugar al trivial musical o relajarte en su parte frontal y en el exterior mientras navegamos.
La última cubierta es la que te permite observar el paisaje en su totalidad y que rodea al barco. Con una pista para correr a modo de anillo y una mini piscina, son sin duda el puente de mando (el cual es capaz de reducir su altura para sortear algunos puentes), y una zona central de mesas y sillas bajo toldo donde degustar una maravillosas barbacoa, o ver el cine bajo las estrellas.
Si sumamos la recepción en la cubierta 3 y el ascensor que comunican las cubiertas 1 a 3 ya tendríamos descrito todo el barco, pequeño en apariencia, pero intenso de experiencias a cual mejor, como un perfume en un delicado frasco.
Por cierto, la tripulación compuesta por 37 miembros, todos portugueses, también tiene su espacio al final de la cubierta exterior donde tomar sus descansos. El capitán y sus 4 marineros de ayuda, y 2 técnicos de máquinas componían toda la dotación a cargo del barco. El resto se integraba por un eficiente y altamente cualificado equipo de camareros, cocineros, recepción, director de crucero y los asistentes de cabina.
Cabina con un balcón mágico
En esta ocasión estuve alojado en una cabina denominada “Panorama Balcony” que sorprende al viajero desde que entras por la cantidad de detalles y diseño. Lo primero que llama la atención es su enorme ventanal de techo a suelo y que por arte de la tecnología podemos convertir en un balcón con tan sólo apretar un botón junto a la cama.
Así la parte superior baja lentamente hasta transformarse en un espectacular espacio abierto.
La televisión plana encaja a la perfección con el diseño minimalista, colores claros y materiales nobles usados en la cabina. Armarios amplios donde sorprende encontrar no sólo albornoces y zapatillas, sino bastones para caminar que podemos usar en las excursiones.
Amplios cajones, y compartimentos que se convierten para dar espacio extra o diferente funcionalidad me sorprendieron y pasé un buen rato descubriendolos. Bajo la cama, espacio suficiente para guardar hasta 4 maletas.
El baño es otro gran atractivo de la cabina y donde la ducha con revestimiento en piedra, bien iluminado y una utilización extraordinaria del espacio aprovechando hasta el último centímetro disponible de una forma magistral.
Gastronomía en el Emerald Radiance
Si algo me ha sorprendido de una manera especial ha sido sin duda el aspecto gastronómico. Llegaba con pocas o reducidas expectativas debido al poco espacio, equipo de cocina y comedores, sin embargo fue el segundo de mis prejuicios en caer. Nunca un equipo tan reducido ha cocinado delicias a cual mejor en cada comida. Desde el desayuno hasta las cenas cada plato era fascinante, no solo por la calidad sino por la cantidad.
Un menú variado con mucha influencia a los productos locales y de temporada hicieron las delicias de quienes nos sentábamos a la mesa cada día. Si a eso le sumamos un servicio perfecto comandado por el maitre de sala Pedro, la experiencia llegaba a niveles extraordinarios. No hubo demoras, todos los platos llegaban a la vez y eran colocados en la mesa en una perfecta coreografía.
Las bebidas alcohólicas estaban incluidas durante las comidas. Una selección de vinos maridados con los platos seleccionados por el propio Pedro y donde las bodegas locales eran las grandes estrellas.
Si como yo, tomar un buen café es parte de una experiencia mística en la cubierta de un crucero, a bordo del Radiance disponen de una máquina con todo tipo de variedades durante las 24 horas. Sólo en los barcos más lujosos o en los lounges más exclusivos vi este tipo de máquinas de café, y aquí estaba al servicio de todos los viajeros.
Además de las 3 comidas principales es destacable los “soft almuerzos” con sándwiches de diferentes tipos y muy recomendable la hora del té, al estilo británico con delicias dulces y saladas servidas con guante blanco.
Los postres son un capítulo aparte. Una experta pastelera nos ha deleitado con una variedad única de pasteles en cada comida y momento. Desde los Pasteis de Belem, hasta el más sofisticado Tiramisú.
Vida a bordo como en familia
Por ser de las primeras salidas tan solo viajamos 32 pasajeros de los 112 que pueden hacerlo en máxima ocupación. El ambiente que se respira a bordo desde el primer momento es el que estás navegando con una gran familia. En esta ocasión los pasajeros con una media de 60 años se notaba eran experimentados viajeros y la mayoría repetidores de Emerald Cruises.
Aunque en su inmensa mayoría eran británicos, también viajábamos un reducido grupo de viajeros de habla hispana (chilenos, mexicanos, españoles y venezolanos) quienes nos encargamos de animar a nuestra manera el lounge (especialmente tras el juego de Trivia que se realizaba al terminar la cena).
Si bien el idioma principal es el inglés, toda la tripulación entendía y hablaba español al ser portuguesa. Al frente del lado hotelero José comandaba un equipo donde Natalia, la Cruise Director, no dejaba que se pasara ningún detalle. La propia Natalia era nuestra guía o escolta en las excursiones y nos ponía al día con todas las actividades a bordo.
Estas actividades comprenden desde clases sin coste de yoga por la mañana, diferentes juegos, manualidades donde decorar tu propia baldosa portuguesa, creación de cócteles, charlas sobre los puertos o cenas de bienvenida o despedida con el capitán.
El ambiente a bordo es el de “country club”, cómodo pero elegante (especialmente durante la cena). No es obligatorio corbata o chaqueta, siendo una camisa de vestir o un vestido más que apropiado.
Itinerario, excursiones y escalas
Sin duda el itinerario me fascinó. No esperaba estos paisajes y aventuras a menos de 1 hora de avión desde Madrid.
La ruta comenzaba y terminaba en la ciudad de Oporto lugar donde desemboca el Duero. La primera noche y la última el Emerald Radiance permanece en el puerto brindando la oportunidad de disfrutar la noche de tan fantástica ciudad portuguesa.
El segundo día navegamos hasta Pinhao donde disfruté de una divertida excursión en kayak que combinaba la experiencia de remontar el río Pinhao (afluente del Duero) y un pequeño paseo para visitar unos molinos en su margen.
En cada escala se incluye una excursión sin coste y otras premium. Sin embargo la incluida fueron en cada escala perfecta.
El tercer día llegamos al único puerto en suelo español, Vega de Terrón. Esta es la escala más alta a la que se puede navegar y la puerta de la maravillosa ciudad de Salamanca que exploramos en el tour sin coste al día siguiente.
He de recalcar en este punto que para llegar a este puerto se han tenido que sortear hasta 5 presas con la ayuda de 5 esclusas a cual más alta. Una de ellas, la tercera, elevó el barco 36 metros para llegar al nuevo nivel del barco. Luego descubrí que era la más alta del mundo. Sin duda vivir la entrada y subida del barco fue uno de los momentos culminantes y que no tiene nada de envidiar a la del Canal de Panamá.
El cuarto día, tras pasar noche en Vega de Terrón, disfrutamos de una gran jornada explorando Salamanca. Para ello Emerald dispone de su propia flota de autobuses para realizar cómodamente estas excursiones.
Durante todo el día disfrutamos de las maravillas de la ciudad y donde una guía local nos mostró la zona histórica y monumental. Tras un tiempo libre (no había excursión burbuja) regresamos al barco para.
Los días pasaban casi sin darnos cuenta llenos de actividades en cada escala, disfrutando los paisajes durante la navegación o conociendo a otros pasajeros.
Ya en el quinto día, una corta travesía hasta nos llevó a Pocinho, y antes de reiniciar la navegación que nos llevaría al corazón del vino de Oporto, Regua, tuvimos tiempo para una visita del fascinante edificio que alberga el Museo del Valle de Coa y donde se preservan pictogramas prehistóricos.
Tras bajar las primeras presas llegamos esa tarde a Régua donde nos espera un evento único. Esa noche nos llevaron a una cena privada en el interior de una de las bodegas de la ciudad. Música en directo, un menú local, velas y un gran ambiente nos acompañaron en las bodegas Pacheca.
El sexto día permanecimos en Régua para explorar la zona. Así visitamos el popular y espectacular santuario de Nuestra Señora de los Remedios en la cercana localidad de Lamego. Ya de regreso pusimos proa hacia Oporto tras franquear las últimas esclusas.
El séptimo día continuamos amarrados en Oporto para poder explorar la ciudad en alguna de las opciones de excursión. Al atardecer un paseo cruzando los diferentes puentes ponía el punto y final a la navegación, pero no al crucero. Todavía nos quedaba una noche en la ciudad portuguesa.
Una de las grandes ventajas que he descubierto en los cruceros fluviales es que el barco sólo navega durante el día y permanece amarrado toda la noche permitiendo al viajero disfrutar el ambiente nocturno de las escalas.
Finalmente el octavo día desembarcamos, pero si bien debemos dejar las cabinas antes de las 8:30, puedes permanecer en el barco hasta las 14h. Todo un detalle que hace mas relajada esta jornada.
Protocolos sanitarios
Al desarrollarse este itinerario en tiempo de pandemia la naviera Emerald Cruises ha aplicado un protocolo sanitario para todos los pasajeros. La primera condición es que sólo pueden embarcar aquellos que estén vacunados con la pauta completa y con prueba de ello.
Además, el día del embarque es necesario tener un test de antígenos negativo realizado las 72 horas antes. Si no lo tuviéramos podemos realizarlo en el mismo muelle antes de realizar el check in.
Una vez a bordo es necesario llevar la mascarilla N95 en las zonas comunes, a excepción de la cubierta superior si existe la distancia social, o mientras comemos o bebemos. Cada día recibiremos una por persona en nuestro camarote. También son obligatorias durante las excursiones.
Al embarcar, tras desinfectar las maletas y el equipaje de mano, nos tomaron la temperatura, y en todos los espacios a bordo encontraremos dispensadores de gel que deberemos usar, especialmente al acceder al restaurante.
El día antes de desembarcar se facilita un test PCR sin coste para aquellos pasajeros que lo necesiten para volver a su país de origen.
Durante todo el viaje me he sentido seguro, no tanto por las medidas sino por la actitud responsable de los otros viajeros y el empeño puesto por la tripulación.
Conclusiones finales
Tras mi primera experiencia de crucero fluvial, y tras infinidad de cruceros oceánicos, sin duda los incorporo a mis opciones de viajes cada año. Aunque en ambas opciones la navegación es el centro de la experiencia, ambas aportan matices únicos para el viajero.
Si los atardeceres sobre el infinito océano me seducen en cada itinerario marítimo, no puedo negar que los atardeceres sobre los viñedos que crecen junto al Duero han cautivado mi corazón.
El tamaño, en lugar de ser un problema, es un beneficio extra en los cruceros fluviales ya que hace más íntima la experiencia. Una experiencia más auténtica y cercana a otros viajeros y a la tripulación. Y sin duda la calidad a bordo del Emerald Radiance me ha conquistado en todos los aspectos del viaje: gastronomía, servicio, cabina, ambiente a bordo…
Sin duda alguna, volveré a navegar en los modernos barcos de cruceros fluviales.
¡Felices próximos cruceros, y espero veros a bordo muy pronto en el mar o en el río!
Jesús García
Editor Jefe
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Publicado: 17 agosto 2020
Autor: Jesús García para CruceroAdicto.com
Fuente y Fotos: Jesús García
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