Reconozco que llegaba a Ámsterdam con cierto temor y un mar de dudas. Volvía a la capital holandesa para embarcar en el nuevo buque insignia de una naviera que conocía muy bien y me asaltaba la idea de no experimentar la misma sensación que tenía justo antes de comenzar la pandemia.
¿Seguirá Holland America Line teniendo esa magia que me atrapó hace más de 15 años?
Viendo cómo otras compañías y barcos estaban regresando al servicio, es algo que nos preguntamos todos los cruceristas veteranos al regresar a tu naviera favorita, sea cual sea.
Y la magia volvió a suceder. Fue poner un pie a bordo de la flamante moqueta del ms Rotterdam y revivir esa energía única que desprenden los barcos de Holland America Line, en gran parte producida por posiblemente una de las mejores tripulaciones de cruceros del mundo capaz de sonreír a pesar de las mascarillas con sus expresivos ojos.
Horas antes habíamos llegado al Aeropuerto de Ámsterdam-Schiphol y desde la que llegamos en tren y sin ninguna complicación a la espectacular Estación Central, en el corazón mismo de la ciudad.
Un corto paseo junto al gran canal nos lleva directamente al nuevo terminal de cruceros compartido tanto por barcos oceánicos como fluviales.
Allí nos esperaba el ms Rotterdam para iniciar un itinerario que durante 7 noches nos llevaría por alguno de los mejores fiordos noruegos.
Tras un proceso eficaz y rápido (recomendamos utilizar el App VeriFly para subir todos los documentos sanitarios e incluso hacerte la foto, ya que es aceptada por HAL) embarcamos.
Aunque pueda parecer una tontería, fue la primera vez que embarcaba el primero. Un momento épico para un cruceroadicto, y el comienzo de la aventura a lo grande.
Al entrar un gran grupo de tripulantes nos hacían el pasillo dando la bienvenida a los nuevos pasajeros. Una bonita forma de sentir que estás llegando a casa. Se te recibe y se te aprecia.
Sin tiempo para maravillarnos con el gran Atrium, las cientos de piezas de arte en cada rincón, la decoración que combina lo más tradicional con lo más innovador de una manera elegante, los deliciosos olores que llegaban del Grand Dutch Café con sus grandes ventanales al mar, nos dirigimos directamente a nuestra cabina situada en la cubierta 1.
Nada más entrar en la cabina comenzaron los detalles por los que Holland America Line es única, pero uno superó a todos los demás.
Justo al final de la mesa, junto a la ventana, una nota en perfecto español indicaba que el barco cuenta con personal de habla hispana a mi disposición en el “Guest Service” que podían proveer el programa diario o menús traducidos.
En mis muchos cruceros, en multitud de navieras no recibí esa personalización adaptada a mi propio idioma. Un detalle minúsculo, un simple papel con 4 líneas que lo cambia todo.
Todavía sin conocer el barco, lleno de curiosidad por explorarlo, y sin saber qué nos deparaba la travesía, en la tranquilidad de nuestra cabina, sentía que volvía a viajar en crucero con mayúsculas.
Esos viajes donde el siempre presente mar, un elegido itinerario, el moderno y estudiado confort, una exquisita gastronomía, noches de diversión tras las cenas, y sobre todo la camaradería con otros viajeros de todos los rincones del mundo forjaban una experiencia que se atesora por el resto de la vida.
Experiencia a bordo del Rotterdam por los fiordos noruegos
EL BARCO
Hay pocas cosas más emocionantes para un apasionado de los cruceros, como el navegar en la temporada inaugural de un nuevo buque. Y esta salida era la cuarta que realizaba el ms Rotterdam tras ser bautizado en la ciudad que le da nombre.
El 30 de mayo su Alteza Real la Princesa Margarita de los Países Bajos rompió la tradicional botella de champagne contra su casco, dándole nombre y deseándole toda la suerte a quienes naveguen en él, dando comienzo el primer viaje.
Algo que ya dice mucho en nuestros días cuando los barcos se bautizan muchos meses después de entrar en servicio, tradición náutica que marca un estilo como naviera.
Con su flamante bandera holandesa en su popa y sus 13 cubiertas, el ms Rotterdam desplaza 99.800 toneladas y es el séptimo barco de la flota que lleva este nombre desde el origen de la naviera en 1873.
Como tercer barco de la clase Pinnacle es fiel reflejo de todas las mejoras que Holland America Line ha desarrollado en esta nueva serie de buques.
Como una versión sutilmente mejorada de sus hermanos Koningsdam y Nieuw Statendam (primero y segundo respectivamente) el Rotterdam es la nueva estrella de lo que hoy es Holland America.
Viajenen estado puro, comida excepcional, servicio esmerado y entretenimiento de primer nivel en directo.
Y es que en el corazón del barco, perfectamente integrado con todos los espacios, el viajero vibrará en el Music Walk, una colección exclusiva de actuaciones de música en vivo en diferentes auditorios y que se van alternando.
Lo primero que se siente al entrar es la elegancia de un hotel moderno, con un estudiado diseño de interiores y que usa el mar y la luz natural como sus grandes elementos gracias a grandes ventanales en todas las cubiertas públicas.
Me sorprendió poder ver el océano mientras esperaba a ser atendido en el Front Office.
Colores cálidos mezclados con una amplia gama de marrones daban ese punto actual y relajado. Por supuesto, siendo un barco holandés, el naranja se veía en muchos detalles de la decoración.
Paseando por sus amplios pasillos, los espacios aparecen frente los ojos del pasajero de forma natural, nada forzados, jugando con suaves curvas para esconderlos o realzarlos, dándoles su propio protagonismo.
Diferentes tipos de maderas, cristal y variopintas telas proporcionan una sensación de confort generalizado.
Se me olvida decir que el Rotterdam está dedicado a la música en todos sus géneros y variedades. Por eso no era raro descubrir que muchas de sus 12 cubiertas tenían nombres de compositores como Beethoven, Mozart, Schubert.
Esta conexión musical se veía en las múltiples piezas de arte que inundan las zonas comunes y escaleras.
Como un buque distribuido al estilo clásico, encontramos la mayoría de espacios de interés en un grupo limitado de cubiertas.
En la cubierta 2 y 3 localizamos en su centro el gran atrio abierto hasta la cubierta 1.
En la 2, denominada Plaza, tendríamos de popa a proa el Comedor principal, el restaurante Club Orange, los restaurantes de especialidad Rudi´s Sel de Mer y el carismático Pinnacle Grill, un par de bares, tiendas, y la parte baja del Music Walk (paseo de la música) y donde se van alternando los escenarios del Lincoln Center Stage, B.B. King ‘s Blues Club, Billboard Onboard, y el Rolling Stone Room y donde cada noche se interpretaba en todos ellos música en directo.
Casi en la proa de esta cubierta 2, y antes de entrar en el asombroso teatro circular y de alta tecnología World Stage con sus espectaculares pantallas LED, la preciosa biblioteca con su gran colección de libros y cómodos espacios de lectura.
Subiendo a la cubierta 3 y partiendo de la parte superior del teatro entraríamos en un completo y amplio casino al estilo Vegas.
Siguiendo hacia la popa nos encontraríamos con la parte superior del escenario central Lincoln Center Stage y B.B.King ‘s Blues Club, rodeado por algunas tiendas.
Llegando al centro del barco, la escultura central del Atrium será el elemento visual que captará nuestra atención.
Aquí encontramos el mostrador del Guest Service y el maravilloso Grand Dutch Café con su pequeña terraza acristalada con vistas al mar.
Ya al final y tras cruzar la zona de fotografía, llegamos al nivel superior del Comedor principal y desde donde se puede admirar su gran diseño que nos recuerda el esqueleto de una ballena fantástica, y por supuesto vistas al mar.
En esta misma cubierta 3 podemos acceder a una de las zonas en un barco de crucero que más me gustan y que para mí determinan si estamos en un barco auténtico de cruceros o un complejo turístico flotante.
Me refiero a una cubierta de paseo que te permita rodear en su totalidad el barco.
La que podemos disfrutar en el Rotterdam es simplemente magnífica. A una altura del mar perfecta te permite pasear sin detenerte disfrutando de las vistas y el aire fresco. Por cierto, varias entradas son automáticas para que se puedan acceder sin problemas si vas en silla de ruedas.
El otro grupo de cubiertas donde podemos localizar espacios interesantes para el crucerista se sitúan entre la 9 y la 12.
En la cubierta 9, denominada Lido (una invención y aportación de Holland America Line a los cruceros modernos), localizamos el enorme buffet doble (están duplicados a babor y estribor para mayor comodidad) y a continuación la popular (y con razón) piscina con techo retráctil con su no menos popular restaurante Dive In.
Este espacio es el alma del barco; relax en los diferentes tipos de tumbonas, piscina climatizada, y excelente comida a pocos pasos. Además, por las noches se convierte en un gran cine gracias a una enorme pantalla LED.
Tras pasar el Lido llegamos al Greenhouse Spa & Salon donde poder disfrutar de una gran diversidad de tratamientos y que alberga un enorme gimnasio con vista de 180 grados al mar provisto de clases y equipación ultramoderna.
Ya en la cubierta 10 encontramos la parte superior de la piscina con el restaurante New York Pizza & Deli, los clubs infantiles, y en popa los 2 restaurantes de especialidad asiática a bordo, Tamarind y Nami Sushi.
En la cubierta 11 accederemos a las pistas deportivas junto a la estilizada chimenea del Rotterdam.
Por último terminamos este paseo en la cubierta 12 en el que ha sido mi lugar favorito del barco.
Denominada como Observation alberga el rincón más especial para los que nos gusta sentir el viaje.
Justo en proa se sitúa el Crow´s Nest (nido del cuervo) con su Exploration Central & Café. Uno de los mejores miradores de navegación que se pueden encontrar en la actualidad y de acceso libre.
Aquí, cómodos sillones y espacios permiten al viajero disfrutar de vistas panorámicas de 270 grados, además de tener pantallas con las cartas náuticas e instrumental usado en el puente de mando.
Si tomar un rico capuccino al atardecer viendo la navegación del barco desde este punto no tiene precio, os podéis imaginar cómo fue vivir la entrada por los estrechos fiordos o los espectaculares paisajes noruegos. Simplemente épico.
LA CABINA
Para este itinerario nos alojamos en la cubierta 1 en un camarote ocean view (con ventana) garantizada. Para sorpresa de muchos de vosotros, tras muchos cruceros, suelo elegir siempre camarotes entre las cubiertas 1 y 6, ya que es donde menos se siente el movimiento en caso de mala mar, y está más cerca de las zonas centrales del barco.
Tuvimos la suerte que finalmente nos asignaron una ocean view familiar, lo que significaba más espacio y 2 baños (pensadas para albergar hasta 4 miembros de la familia y con la opción de conectarla con una puerta interior con otra cabina).
Decoración en tonos claros, con mezcla de maderas y toques decorativos perfectamente estudiados para dar una sensación muy acogedora desde el primer instante.
Televisión plana interactiva, grandes armarios, mesa de trabajo / tocador y un sillón convertible en cama con su mesita de centro era todo el mobiliario.
La cama merece mención aparte por la gran comodidad y amplitud. Digna para que el viajero más exigente reponga energías. Debo añadir que incluso en esta cubierta 1 no se sintió ni vibración de motores o las operaciones con el ancla.
Los baños están bien iluminados y provistos del más mínimo detalle. Su diseño crea una gran sensación de amplitud poco frecuente en otros barcos y navieras.
Sin embargo, mi parte favorita de la cabina fue esa gran ventana cuadrada de más de un 1 metro de lado y desde la que sentado en su rellano pude disfrutar grandes atardeceres.
Durante todo el crucero nuestro asistente de cabina realizaba un trabajo exquisito preparando el camarote hasta el más mínimo detalle con una gran disponibilidad.
GASTRONOMÍA EN EL ROTTERDAM
El aspecto culinario fue desde mi primer viaje con Holland America Line el que más me hizo repetir en sus cruceros. En esta ocasión llegaba para celebrar mi cumpleaños y puedo decir que ha superado las expectativas iniciales.
Durante todo el viaje he podido comer muy bien en cualquiera de sus espacios gastronómicos.
Desde las opciones sin coste extra como las deliciosas hamburguesas en el Dive In (cada año gana el premio a la mejor hamburguesa en el mar), la pizza preparada a tu gusto (ya podrían aprender otras navieras que las cobran), los diferentes platos del Buffet Lido que cambiaban cada día y con una diversidad que te hacía complejo elegir, a los platos de reconocidos Chefs en los restaurantes de especialidad, he disfrutado como nunca.
Comenzando por el Gran Comedor donde hay una opción para cenar sin mesa asignada, el crucerista dispone de una gran variedad de lugares donde saciar el apetito. En este comedor podemos tener también desayunos y almuerzos.
En este salón con uno de los mejores diseños en alta mar actualmente (sorprenderá desde el primer día su luminosidad y columnas centrales) podemos solicitar mesas compartidas o sólo para nosotros con solo pedirlo al maitre de sala.
Servicio ágil y atento (nunca tuvimos esperas entre platos) y el menú presentaba una oferta para todos los gustos que cambiaba cada día.
El otro gran espacio sin duda es el Lido Buffet. Amplio, luminoso, con muchas mesas para comer con vistas al mar, o fuera en la popa si nos apetece al aire libre.
Comida dispuesta en islas acristaladas con un servicio rápido y eficiente. Cada día cambiaba la oferta gastronómica e incluían una cocina internacional especial en uno de sus secciones. El sushi y la comida asiática fueron simplemente espectaculares.
Si queremos algo más informal y rápido, pero sin perder calidad, debemos dirigirnos a la piscina cubierta. Allí encontramos varios espacios para saciar el apetito.
En el nivel de la piscina, Dive In es el rey. Una extensa carta de hamburguesas y hotdogs con sus guarniciones esperan al viajero. Arriba, el New York Pizza & Deli complementa la oferta con una gran variedad de pizzas y sándwiches típicos de la ciudad de los rascacielos.
Este último dispone además de una tradicional máquina de café italiana para un rico capuccino, especialmente recomendado por las mañanas, ya que disponía de un delicioso menú de desayuno fuera del popular buffett.
La oferta de restaurantes de especialidad con un pago extra es realmente buena. No tanto por la cantidad de ellos, solo 5, sino por la extraordinaria calidad de la cocina y el refinado servicio.
Para celebrar mi cumpleaños optamos por un clásico en todos los barcos de Holland America Line, el Pinnacle Grill.
Gran menú de opciones donde brillaban las carnes y el marisco. Sin embargo, con un extra coste para algunos platos, algo que me llamó la atención, ya que cenar en el propio restaurante tiene un coste.
Servicio correcto, pero quizás el más frío de los recibidos a bordo. En este viaje ha sido el punto en que he visto bajar el listón Holland America Line.
Sin embargo, los otros restaurantes que pudimos probar superaron mucho las expectativas.
Tanto el Tamarind como el Nami Sushi no solamente nos permitió degustar auténticas delicias asiáticas que brillaban por la calidad de sus ingredientes, sino de ese trato cercano pero atento de los camareros.
Del Nami Sushi nos sorprendió la relación calidad/precio. Nunca antes he comido sushi de esta calidad a tan bajo precio. Muy recomendable.
No pudimos probar la nueva joya de Holland America a nivel culinario. El restaurante Rudi´s Sel de Mer comandado por el reputado Chef Rudi Sodamin y donde el pescado y el marisco brillan en cada plato.
Por comentarios de otros viajeros, la calidad era excepcional. Así que nos lo apuntamos para el próximo viaje.
VIDA A BORDO
Partiendo desde Ámsterdam no era de extrañar que la inmensa mayoría de pasajeros fuera holandés (era el segundo idioma a bordo).
Me costaba encontrar quien hablara inglés y mucho más español. A pesar de ello, el ambiente a bordo fue muy bueno y divertido.
De eso tuvo gran culpa la extensa programación de espectáculos en directo que cada noche tenían lugar y el equipo de animación.
Por cierto, me llamó mucho la atención la variedad de edades y tipología entre los pasajeros. Grandes grupos de adolescentes, viajeros de mediana edad, de diferentes razas, y nacionalidades daban un toque muy internacional al viaje.
La media de edad la pondría entre los 45/50 años, lo que significa que está atrayendo a generaciones más jóvenes a la experiencia de sus barcos.
Aun a pesar de esta mayoría de crucerista holandés no tuve problema de hablar español por la cantidad de tripulantes de habla hispana que había a bordo, incluido el propio Front office.
El ambiente de la vida a bordo fue claramente relajado con muchas actividades para realizar. Estas son fáciles de encontrar en tu programa diario que te dejan cada día en tu cabina o a través de la eficiente App que te permite desde conocer lo que sucede en el barco en tiempo real, reservar restaurantes o pedir tu próxima hamburguesa.
Desde cursos de baile, manualidades, charlas de los más diversos temas, películas en la piscina, espectáculos de baile, documentales con música en directo, juegos de todo tipo, deportes en el exterior, a simplemente relajarse en cubierta en una tumbona de madera, hay tantas opciones como tipos de viajero o estados de ánimo.
Si hace años Holland America Line no era conocida por sus fiestas o animación nocturna, esto parece ser parte del pasado gracias a la apuesta personal del anterior presidente de la naviera.
Fue Orlando Ashford quien decidió incluir espectáculos en directo todos los días de una forma secuencial que hicieran vibrar a todos los pasajeros.
Así nació el concepto de Music Walk que se asociaba con los centros más prestigiosos para traer a los mejores músicos y bandas en cada tipo de música.
Desde cuartetos de música clásica provenientes del prestigioso Lincoln Center de New York, las mejores bandas del Rhythm and blues de Memphis y su carismático B.B. King´s Blues Club, conciertos rock en el escenario de Rolling Stone Rock Room, hasta el duo de pianistas cantantes en el Billboard onboard hay música y baile para todos los gustos.
Ha sido este el crucero de Holland donde más me he divertido y bailando en sus fiestas, especialmente en el B.B. King´s. Impresionante el talento y calidad de las bandas que lo daban todo cada noche.
Y además sin coste extra o especial. Podrías tomar tu bebida favorita mientras disfrutas en sus espacios diseñados especialmente para ellos.
ITINERARIO, EXCURSIONES Y ESCALAS
Con salida y regreso a la ciudad de Ámsterdam, y 2 días de navegación, el itinerario nos permitió explorar alguno de los parajes y fiordos más espectaculares de Noruega.
La primera escala la realizamos en Maloy. Un nuevo puerto para mí y que, primero visitandolo por libre en la mañana y luego por la tarde en una excursión del propio barco, nos dejó ya un gran sabor de boca de lo que vendría en días posteriores.
Altas montañas coronadas por nieve que se precipitan sobre el mar, casitas de rojo intenso que destacaban sobre el verde de los prados, nos decían a gritos que estábamos en Noruega.
Esa belleza que busca el viajero en sus espectaculares paisajes y que nunca defrauda. En Maloy fueron curiosas sus grandes pinturas murales en sus casas, y una interesante playa de arena (algo no muy frecuente en estas latitudes). A pesar de la lluvia, fue un gran descubrimiento como escala.
Fue al siguiente día cuando disfrutamos de unas de las maravillas noruegas. Sus fiordos y en concreto el de Geiranger que comenzamos a navegar desde la madrugada (algo que no quisimos perdernos aprovechando el sol de medianoche).
Cientos de cascadas que aparecían entre las nubes, picos nevados, verdes bosques en las laderas, y un silencio que sobrecoge solo roto por el saludo de uno de los ferries que conectan los puertos de la región nos dejaron entusiasmados durante horas al recorrerlo.
En la localidad de Geiranger, que actualmente por la nueva regulación solo permite 1 único barco de crucero simultáneamente, pudimos maravillarnos de su belleza natural, comenzando por su gran cascada que corta al pueblo en dos.
Subir a los miradores hasta donde comienza la nieve y que haga sol fue un regalo que apreciamos al máximo.
A la salida, pasar lentamente mojando tu cara con el vapor de las 7 hermanas y el pretendiente mientras suena en todas las cubiertas exteriores la música del compositor noruego Edvard Grieg fue un momento irrepetible del viaje.
La estratégica ciudad de Alesund fue nuestra siguiente escala.
Aunque nos recibió un día con cielos nublados y tímida lluvia, esto no nos detuvo a explorar su maravillosa arquitectura Art Nouveau fruto de la casi total reconstrucción de sus calles tras un gran incendio a principios del siglo XX. Además de sus adoquinadas calles y fachadas a cuál más bonitas, su puerto y mini faro (que se puede alquilar por noches), no podía faltar subir hasta el famoso mirador con sus más de 400 escalones (en el 400 dejé de contar). El esfuerzo mereció la pena por la impresionante de sus vistas.
Al día siguiente era tiempo de volver a maravillarnos con un fiordo y entrar en contacto con la naturaleza en estado puro.
En Eidfjord pudimos disfrutar de una gran paseo por una de sus perfectamente señalizadas rutas de trekking cruzando bosques y llegando hasta un lago de cristalinas aguas, no sin antes pasar junto a los restos de asentamientos vikingos.
Para este gran día en el que nos acompañó el sol únicamente tuvimos que ir a la cercana oficina de turismo y pedir un mapa gratuito.
Un día de navegación entre campos de molinos en mitad del mar, un atardecer infinito de más de 2 horas y haciendo la maleta nos llevó nuevamente a la ciudad de Ámsterdam.
CONCLUSIONES FINALES
Sinceramente, no he podido tener un mejor lugar para celebrar un cumpleaños como este crucero en el Rotterdam.
No solo por comprobar que Holland America Line ha mejorado la ya de por sí gran experiencia a bordo con la parte más festiva y de diversión, sino por ver que mantiene todos los aspectos que en su día me atraparon; gran gastronomía, itinerarios bien diseñados al gusto del viajero, el mar como protagonista indiscutible, y un servicio esmerado y cercano.
En esta ocasión pude aprovechar una de sus promociones denominadas “HAVE IT ALL” y que me incluía bebidas, cafés (delicioso en el Exploration Café) , agua embotellada, wifi (realmente buena conexión sólo discontinua donde la orografía no permitía la conectividad por satélite), 1 excursión, y 1 restaurante de especialidad.
Aunque con algunos detalles menores que seguro serán mejorados a medida que las tripulaciones vayan avanzando en la temporada, el viaje ha sido una de esas experiencias que perdura en la mente del viajero.
Podréis pensar que estoy exagerando, y yo solo os puedo decir que lo probéis por vosotros mismos. Si tenéis la oportunidad de viajar en alguno de los barcos de la clase Pinnacle de Holland America Line, y os gustan los cruceros de calidad y diseñados para viajeros, no la dejéis pasar.
Tanto nos ha llenado este último viaje que ya hemos reservado un itinerario transatlántico para el 2023 de más días. Esto confirma que HAL es una de las navieras con mayor porcentaje de fidelidad.
VALORACIÓN
ms Rotterdam
Sinceramente, no he podido tener un mejor lugar para celebrar un cumpleaños como este crucero en el Rotterdam. No solo por comprobar que Holland America Line ha mejorado la ya de por sí gran experiencia a bordo con la parte más festiva y de diversión, sino por ver que mantiene todos los aspectos que en su día me atraparon; gran gastronomía, itinerarios bien diseñados al gusto del viajero, el mar como protagonista indiscutible, y un servicio esmerado y cercano.