Mi experiencia en el Queen Mary 2 cruzando el Atlántico
Sólo se necesita una hora y 15 minutos para llegar desde el aeropuerto de Heathrow hasta el histórico puerto de Southampton. Un tiempo que me pareció interminable, no tanto por la distancia, sino por la ansiedad de llegar y comenzar a cumplir un sueño.
Desde que la maravillosa adicción a los viajes en crucero me atrapara allá por el año 2000, barco tras barco, itinerario tras itinerario, he aceptado que son, más que una forma de vacaciones, parte de mi forma de entender la vida.
A lo largo de estos años y cuanto más he ido conociendo su historia, sus tradiciones, y el legado que todavía puede verse en los barcos actuales, fui confeccionando una lista de cruceros y barcos soñados. Dar la vuelta al mundo, al Pacífico, llegar a los polos, Australia, pero sobre todos ellos siempre ha estado realizar la clásica travesía del Atlántico a bordo de un “ocean liner” o transatlántico.
Ellos fueron el origen de lo que hoy entendemos como cruceros, si bien su función no era tan lúdica y servían al propósito de llevar lo más rápidamente a personas, correo, y mercancías de un punto a otro del gran océano.
Por ello no podía quedarme quieto en el coche que nos llevaba al encuentro con el Queen Mary 2 en el puerto británico, el único ocean liner que existe en nuestros días.
El QM2 es el único barco actualmente en servicio que continúa con sus travesías mensuales, sin escalas, entre los puertos de Southampton y Nueva York. Un barco único en su especie, diseñado y construido, por y para este cometido; llegar en el menor tiempo posible, y de la forma más confortable y elegante cruzando el Atlántico. Algo que probó sobremanera en este viaje.
Embarcando en el Mayflower Cruise Terminal
Sólo viendo la roja chimenea por encima de las instalaciones portuarias ya sabía que el sueño se hacía realidad. El puerto nos recibía con un día nublado, a ratos con lluvia, y muy muy frío, pero nada nos quitó el entusiasmo de poner un pié a bordo del Queen Mary 2.
Viviendo todavía bajo la influencia de la pandemia era preceptivo pasar un test de antígenos para permitirnos realizar el check in. Al llegar antes de la hora no pudimos acceder al Terminal, ni tampoco ir a una carpa situada en el parking que a modo de hospital de campaña servía como centro de test. Ni la fría espera nos quitó un ápice de ilusión, si bien podrían haber habilitado un lugar más confortable para los pasajeros que esperábamos.
Tras realizar el test y esperar con los dedos cruzados el resultado negativo pudimos finalmente acceder para realizar el check in. Pasaporte de vacunación y más documentación fueron requeridos y finalmente ya con los seapass (tarjetas de crucero) pudimos acceder por la pasarela.
La entrada fue digna de una película de época. Atravesando moquetas de rojo impoluto, flanqueadas por los tradicionales botones (bell boy) con sus uniformes impecables llegamos al corazón del barco, el Grand Lobby.
Su doble escalera culmina en un balcón ceremonial sobre el que se sitúa una espectacular representación del propio barco en metal dorado. Alrededor de las 2 cubiertas abiertas al Grand Lobby se sitúan muchos de los lugares más populares a bordo.
El mostrador de asistencia al pasajero (Purser’s Desk), centro de excursiones, el casino, las tiendas, y ambos lados amplios pasillos que comunican con el resto de espacios públicos como el teatro, el comedor principal “Britannia”, cafeterías y el mismo pub inglés Golden Lion.
Tras unos minutos intentando capturar con los ojos todos los detalles de este magnífico lobby y de su elegante decoración art decó nos dimos cuenta que estábamos bloqueando el paso al resto de pasajeros que querían acceder y era tiempo de localizar nuestra cabina con balcón.
De camarote con balcón a una Queen Suite
En principio nuestra cabina con balcón se situaba en la cubierta 8 a la cuál llegamos comprobando el gran uso del espacio aprovechando cada centímetro cuadrado a la perfección. Una decoración moderna, elegante y con muchos guiños a los colores de la naviera, rojo, dorado y negro creaban una atmosfera muy acogedora y de alto nivel.
No faltaba un detalle como podía esperarse de este nivel de naviera; televisión plana, mini frigorífico, un elegante escritorio donde ya vimos el detalle del calentador de agua para el té, amplios armarios con perchas de madera y un baño con sus características baldosas blancas. Y por supuesto el balcón sobre la línea de botes salvavidas. Todo fue perfecto y deshicimos las maletas para comenzar a explorar el barco.
Dije en principio esta sería nuestra cabina, ya que al acceder al web-app desde nuestro teléfono, desde donde podemos controlar todas los detalles del viaje, comprobamos que el número de cabina no encajaba con la que ocupábamos. Nos aparecía una cabina en la cubierta 9, y pensando que era un error fuimos directamente al mostrador de asistencia al pasajero.
Una vez allí nos informaron que había habido un error en el check in ya que habíamos sido subidos de nivel a una Queen suite (upgraded). Nuestra cara creo que no pudo ocultar la sorpresa y felicidad. No sólo estábamos en el barco soñado sino que viajaríamos en toda una suite. Sin tiempo que perder volvimos a recoger todas las maletas y enseres para dirigirnos a la nueva cabina.
La suite situada en el centro de la cubierta 9 era todo lo que un crucerista puede imaginar en sus mejores sueños. Entrada con espejo, mini sofá junto al escritorio, televisor plana, máquina de café, precioso escritorio clásico junto a la ventana, un enorme armario que hacía de vestidor, y un baño más amplio que incluía una gran bañera. Y sobre todo un balcón doble.
Al cambiar de cabina cambió de la misma manera donde comeríamos. Al estar en una suite ya no podíamos ir al majestuoso comedor Britannia (a veces no todos los cambios son tan buenos) y se nos asignó al Queens Grill. Que si bien compartían casi los mismos platos permitía ir dentro del horario de comidas en el momento que prefirieras.
Además de mayor espacio, la decoración de la suite mantenía el mismo estilo elegante, súper confortable y con muchos detalles que ya vimos en la cabina con balcón.
Otro elemento extra de la suite era la posibilidad de entrar en el Lounge Concierge, donde conocimos a René, un amabilísimo chileno con el que pudimos hablar en español y que nos ayudó en gran medida a entender cómo funcionaba el Queen Mary 2.
Explorando el barco
Estas primeras horas a bordo son sin duda las que un crucerista vive con más intensidad. Explorar el barco de proa a popa, subir y bajar cubiertas, dejarse atrapar por cada detalle a bordo es uno de los momentos más felices.
En el caso del Queen Mary 2, esta sensación se aumenta ya que es en sí mismo el orgulloso heredero de toda la tradición de los transatlánticos. Lo primero que noté, y que me encantó, fue que estaba en un barco abierto al mar. Desde todas las cubiertas se podía ver el horizonte y el cambiante océano.
Además es un barco fácil de recorrer tomando como referencia el Grand Lobby. Todos los grandes espacios se situaban en las cubiertas abiertas a este centro neurálgico de la vida a bordo.
La decoración y atmósfera merece un punto aparte. Con un estilo nuevo art decó que envuelve todo es posible ver que es un barco único.
Grandes pasillos que incluyen enormes grabados alegóricos dedicado a los continentes del mundo y las estaciones, moquetas espectaculares, detalles ornamentales perfectamente elegidos, y maderas te hacen sentir esa atmósfera que sólo Cunard tiene.
Otro detalle que me llamó la atención como crucerista fue la altura de las cubiertas. A diferencia de otros barcos donde se baja al extremo, en el Queen Mary 2 son considerablemente altas, casi diría palaciegas en algunos espacios.
Junto al Grand Lobby hay otros dos lugares emblemáticos. Ambos dedicados al entretenimiento del pasajero. El Royal Court Theatre con sus rojas butacas y telón es el teatro principal abierto a 2 cubiertas, y el Queens Room donde se dan cita las tradiciones que han hecho famosas estas travesías y al QM2.
El Queens Room es posiblemente uno de los salones más bonitos a bordo de un crucero que haya visto. Con su pista central de baile, su clásico escenario con cortinas azules para acoger los músicos, la decoración en madera, moquetas combinadas con el telón en azul intenso y las imágenes de reinas británicas sin duda gustarán al viajero.
Otros lugares que me cautivaron fueron sin duda la gran biblioteca y el Commodore Club ambos en la zona frontal del barco. En la cubierta 8 se sitúa una biblioteca que no tiene nada que envidiar a las de tierra. Más de 8000 libros perfectamente ordenados en preciosas estanterías acristaladas en diferentes pasillos, con su bibliotecario y espacios relajantes para leer que invitaban a pasar momentos únicos de relax.
Una cubierta más arriba, en la 9, encontramos el Commodore Club. Un salón ideal para tomar algo a cualquier hora del día con las mejores vistas al océano. Por las noches la música en directo amenizaba la velada antes o después de la cena.
No puedo olvidar el Carinthia Lounge en la cubierta 7 y que acoge una gran cantidad de eventos. Desde música en directo a los más que populares juegos de trivia organizados por el equipo de animación. Además es posible tomar cualquier bebida, café y una más que llamativa selección de comida.
Desde esta misma cubierta es posible salir al exterior y caminar por la espectacular cubierta de madera bajo los botes salvavidas y que rodea completamente el Queen Mary 2. Este mismo paseo es cubierto al llegar a la proa y abierto en popa a la piscina de ese nivel. Todo un placer pasear respirando el aire del mar.
En cuestión de piscinas QM2 dispone de 4 en total. Dos son exteriores y otras 2 cubiertas. la situada en la cubierta 12 puede abrir el techo para disfrutar de los días soleados. Las exteriores se sitúan en diferentes niveles de las cubiertas de la estilizada popa del barco.
Terminamos nuestra exploración inicial en el Illuminations. Un segundo teatro que acoge no sólo las charlas diarias de expertos en diferentes temas sino que a ciertas horas se convierte en el planetarium más grande a bordo de un crucero. Una experiencia que pude vivir y que recomiendo, además como el resto de actividades, sin coste extra, tan solo reservar la hora.
Gastronomía y experiencia culinaria
Mención aparte merece la oferta culinaria. La comida a bordo en sus diferentes espacios superó en mucho nuestras expectativas, especialmente en los restaurantes principales.
Debido al nivel tan alto en los comedores asignados en pocas ocasiones comí en el Kings Court Buffet situado en la cubierta 7. A destacar la amplitud de horarios para comer (mantienen incluso el Late Snack de 11:30 a 12:30 de la noche), y la variedad de platos que incluían los clásicos de pizza y hamburguesas.
Nuestro restaurante principal fue durante todo el viaje el Queens Grill en la cubierta 7. Atención exquisita con horario abierto durante sus horas de apertura, y donde la comida brillaba no sólo por la presentación, y cantidad sino por la variedad y cantidad servida. Es difícil no ir a comer tanto en el desayuno, almuerzo y cena.
El servicio en sala compuesto por maitres y camareros se esmeraban por anticiparse a todas las necesidades. Incluso la de enviarte la cena al camarote si por alguna razón no querías ir al restaurante esa noche.
Desgraciadamente no pudimos comer en el espectacular comedor de 2 plantas “Britannia” aunque si lo visitamos para ver su decoración.
The Verandah es el restaurante de especialidad a bordo situado en la cubierta 8 en popa. Su gran atractivo son las carnes (steak house) yes el lugar perfecto para una celebración especial. Si ya era difícil superar la calidad gastronómica en el restaurante principal, el Verandah lo consigue apostando por la materia prima premium en carnes que te muestran directamente en la mesa por un equipo de camareros dignos del mejor restaurante en París.
Un lugar que nos sorprendió gastronómicamente fue el Golden Lion. Un típico pub británico y donde fuimos a tomar una de las cervezas que la propia naviera tiene con su nombre.Sin embargo fue la comida la que nos cautivó. Además de los populares “Fish&Chips” nos encantó el Tikka Massala con curry, influencia de la cocina hindú. Además la comida aquí no tiene coste extra. Muy recomendable.
El rincón para tomar un rico café con la mejor pastelería y chocolates se sitúa en el Sir Samule´s, llamado así en honor del fundador de la naviera Samuel Cunard. Aquí además de la variada oferta de dulces destacan los chocolates de Godiva. Una gran tentación para los golosos.
Vida a bordo y tradiciones en el Queen Mary 2
Aunque pueda parecer que en un itinerario donde no hay escalas la vida a bordo puede ser aburrida la experiencia es todo lo contraria. Aunque me gustan todos los tipos de itinerarios, aquellos que cruzan el Atlántico son mis favoritos.
Otros viajeros pueden sentirse inquietos con la idea de pasar varios días son tocar tierra. Sin embargo, tras muchos años como crucerista he comprobado que son los mejores. Yo los llamo días de crucero en estado puro. El mar y el barco son los protagonistas y el lento ritmo a bordo la mejor terapia de relax y desconexión.
Durante los 7 días navegando en nuestra ruta hasta Nueva York no tuve uno sólo momento de aburrimiento. En algunos momentos con serios problemas para decidir qué hacer de entre todas las propuestas disponibles a bordo.
Debo comenzar indicando que el ritmo es mucho más pausado, que no lento, comparado con el ritmo frenético de un itinerario donde tenemos una escala cada día. Aquí hubo tiempo para el relax, y saborear todo lo que el Queen Mary 2 nos proponía.
A pesar de los contratiempos provocados por el clima pude disfrutar increíbles paseos y tiempo en las cubiertas exteriores contemplando el mar y algún que otro atardecer.
El equipo de animación del QM2 con su Director al frente sabe que está en sus manos que la travesía fuera divertida. Juegos a diferentes horas, cursos y clases de todo tipo, interesantes charlas, espectáculos en el teatro, música en directo en los bares, noches de gala,casino, mirar el programa diario a bordo era un divertido ejercicio para elegir entre tanto y combinarlo con las comidas y los ratos de completo relax.
Por culpa del estado del mar sólo pudimos disfrutar de un par de espectáculos en el Royal Court Theatre, pero lo visto fue de un gran nivel. La música en directo es un capítulo aparte por su calidad, variedad y la cantidad de lugares donde se podía disfrutar.
Algo por lo que muchos cruceristas eligen viajar con Cunard es que mantiene muchas de las tradiciones que otras navieras o eliminan o arrinconan.
Las «noches de gala» son un gran atractivo para disfrutar el glamour de épocas pasadas.
Si bien siempre hay una opción para quienes no quieren participar, pude ver que la mayoría del pasaje participaba y disfrutaba de ellas. En el primer día de navegación tuvimos la Gala Black and White con la que se nos daba la bienvenida a bordo.
Además de ponerte elegante y disfrutar una cena especial que incluía langosta, se celebró un gran baile con música en directo en el Queens Room. Un momento realmente memorable. De igual manera tuvimos la Gala del capitán.
En este mismo lugar, Queens Room, se celebra casi a diario el popular “Afternoon Tea Time”. Este momento es realmente especial que puede ser disfrutado en cualquier restaurante a bordo e incluso pedirlo a tu cabina.
Sin embargo tiene su máximo esplendor en este especial lounge y donde camareros con guante blanco te sirven el té y delicias culinarias donde destacan sin duda los «scones» recién horneados. Si a este singular momento para socializar le sumas la música en directo de un trío de música clásica ese tiempo quedará grabado en la mente del viajero.
Queen Mary 2 atesora muchas tradiciones a bordo. Una muy interesante es ver cada día en el Grand Lobby como un oficial correctamente uniformado hacía sonar la campana del barco segundos antes de que el capitán hablara desde el puente. Esta ceremonia se denomina “Eight Bells”.
Este anuncio que hacía el capitán cada día a las 12 del mediodía fue uno de los mejores que recuerdo. No sólo se realiza en la hora correcta ( a las 12:00 era cuando antiguamente se hacían las mediciones de posición del barco), sino que incluía gran cantidad de detalles náuticos de la navegación, además de anuncios de seguridad, el clima y condiciones del mar.
Por cierto el capitán oficiaba una ceremonia que nunca vi antes en un crucero. El domingo celebraba un oficio multiconfesional en el teatro denominado “Traditional Maritime Church Service” y donde se recordó a las víctimas del Titanic. Justo ese día pasábamos junto a la posición donde se localiza el barco hundido.
Otro detalle curioso es que cada mañana el Director de entretenimiento anunciaba quienes cumplían años a bordo (pasajeros o tripulantes) y quienes se habían casado o renovado los votos. Esto creaba una sensación de comunidad muy grande.
Si de verdad se quiere conocer la historia de Cunard nada como visitar las cubiertas 2 y 3 en la zona de proa donde localizamos un museo dediado al barco y la compañía. Allí además de las metopas de bienvenida a los puertos nos asombramos con las personalidades que han navegado con Cunard desde su fundación. Un rincón a visitar por el cruceroadicto.
La travesía y llegada a New York
Navegar con Cunard es una experiencia única, y hacerlo en el Queen Mary 2 es vivirla en su máximo grado. Partiendo de que es el único transatlántico verdadero en servicio en la actualidad, es en realidad más resistente, estable y más rápido que un barco de crucero convencional.
Es el actual buque insignia de la naviera Cunard Line y tiene una capacidad para 2.691 pasajeros atendidos por una tripulación de 1.292 miembros aunque en nuestra travesía y por los protocolos sanitarios no viajaba con el total del pasaje. Tan solo 1462 pasajeros, 16 perros y 2 gatos (QM2 es el único barco de cruceros que te permite viajar con tu mascota) nos acompañaban en la travesía.
El barco fue construido en 2004 para reemplazar al RMS Queen Elizabeth 2, que era entonces el buque insignia desde 1969. Posteriormente ha recibido renovaciones para tenerlo, como comprobamos, en perfecto estado de servicio.
Fue diseñado a propósito para esta ruta, con una estructura más fuerte para soportar el océano potencialmente agitado y con una velocidad de navegación más rápida para reducir el tiempo necesario para realizarla. A máxima potencia podría realizarla en sólo 6 días desde Southampton a New York.
El Queen Mary 2 puede alcanzar velocidades de hasta 30 nudos (56 km/h) en mar abierto. La velocidad normal de la mayoría de los barcos de cruceros es de 28 nudos (51 km/h). Es por ello el barco de cruceros más rápido en la actualidad.
En esta travesía pudimos comprobar en toda su dimensión que el Queen Mary 2 es el mejor barco para una travesía atlántica. Hasta 3 tormentas se interponían en nuestro camino hacia Nueva York.
La maestría del capitán y sus oficiales que desviaron el barco hacia el sur y el propio diseño del QM2 minimizaron el fuerte oleaje y los vientos que soplaron por momentos.
Aunque pudimos disfrutar en el interior, por seguridad el capitán no permitió salir a las cubiertas e incluso balcones en alguna ocasión. La vida a bordo seguía con normalidad y nunca se sintió inseguridad.
A pesar del desvío que nos llevó cerca de las Azores el barco sólo llegó 3 horas tarde sobre su horario previsto al puerto de Brooklyn en New York.
La llegada fue de esos momentos que todo viajero debe experimentar una vez en la vida. Cruzar el puente colgante de Verrazano y ver a lo lejos la silueta de los altos edificios de la gran manzana sobre la bruma no tiene precio.
Como ya hiciera con los emigrantes que llegaban al nuevo mundo a principios del siglo XX, la Estatua de la Libertad nos esperaba justo a la izquierda antes de girar hasta el perfectamente ordenado y eficiente terminal de Brooklyn.
Sin duda llegar a Nueva York en el Queen Mary 2 es una experiencia única, y un sueño hecho realidad.
Conclusiones finales
A pesar de que las condiciones climáticas complicaron un poco la travesía (indicar que el QM2 no suele realizarla en febrero por estar en Vuelta al Mundo) y de los todavía requisitos de los protocolos por la pandemia, es sin dudarlo uno de esos viaje que recomiendo a todos los crucerista que realicen al menos una vez superando todas las espectativas previas.
LLegar a América o viceversa sin “Jetlag” gracias a que cada día vamos cambiando el reloj y nuestros cuerpos adaptándose de forma gradual, la atmósfera clásica en el confort del siglo XXI, la gastronomía de alto nivel, una vida a bordo única y sobre todo sentir la historia viva de los cruceros en primera persona hacen de esta travesía uno de esos viajes que se salen de lo normal.
Si ya me gustaban los itinerarios transatlánticos este último me lo ha reconfirmado a lo grande, y ya no tengo que esperar a las fechas de reposicionamiento de flota de otras naviera para disfrutarlo.
CRUCEROADICTO TV
Embarcados por el Mundo – Queen Mary 2
¡Felices próximos cruceros, y espero veros a bordo muy pronto en el mar o en el río!
Jesús García
Editor Jefe
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Publicado: 18 marzo 2022
Autor: Jesús García para CruceroAdicto.com
Fuente y Fotos: Jesús García
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