Experiencia y valoración del Symphony of the Seas por Mediterráneo
Siempre que Royal Caribbean inaugura un nuevo barco se agotan los calificativos. Todos los cruceristas, incluidos los amantes de los barcos de menor tamaño, saben apreciar que los barcos de la naviera norteamericana son puro espectáculo.
En su exterior son increíbles, pero cuando te adentras en él y empiezas a deambular como niño con zapatos nuevos por todas sus cubiertas, descubres un sinfín de lugares asombrosos .
Y eso es lo que me sucedió cuando estuve viajando en él. A pesar de haber estado solo un par de años antes a bordo del Harmony of the Seas, su gemelo, son tantas las cosas que ver, hacer, tocar,… en un clase Oasis que siempre descubres algo nuevo. Si a eso le añades las novedades que presenta el Symphony of the Seas con respecto a sus predecesores, la sorpresa está garantizada.
Lejos queda en el tiempo, al menos entre los nuevos barcos de las navieras generalistas, los cruceros con reducidas instalaciones de ocio. Actualmente nos hemos acostumbrado a que muchas escalas programadas en los itinerarios de las compañías pasen a un segundo plano. Y es que los nuevos colosos de los mares ofrecen tanto que hacer a bordo, que muchos cruceristas, entre los que me incluyo, reducen sensiblemente su tiempo en tierra para poder exprimir al máximo todo lo que los modernos buques ofrecen. El Symphony of the Seas es un claro ejemplo de esto. Hay tanta oferta de ocio disponible a bordo, que un crucerista creerá que no tiene tiempo suficiente para conocerlo en su totalidad
Embarcando en el Symphony OTS
Al embarcar en el Symphony of the Seas seguí mi ritual habitual. En primer lugar me dirijo siempre al camarote, para ver si ya tengo el equipaje en la puerta. Pensaba que en esta ocasión tardaría más tiempo en encontrarlo, dadas las dimensiones del buque, pero sorprendentemente lo hallé enseguida.
A pesar del tamaño del gigante, es bastante sencillo moverse desde un primer momento en sus entrañas. Acto seguido, y tras comprobar que todo está en orden en la cabina, llega el tiempo de tomar una cervecita bien fresquita en el primer bar que encuentre en mi camino.
MI EXPERIENCIA Y VALORACIÓN DEL SYMPHONY OF THE SEAS
Saciada la sed, mi ritual acostumbrado termina con la primera expedición por el barco. En otros barcos esta excursión es única, pero en el Symphony of the Seas esto es inviable, su descomunal tamaño lo imposibilita.
Tal es así, que Royal Caribbean ha tenido la deferencia de dividir el barco en siete barrios –en realidad esta división en diferentes vecindarios comenzó con el primer Oasis Class-. Por lo tanto, lo mejor es asumir que pasarán varios días hasta que el pasajero del Symphony of the Seas lo descubra en su totalidad.
El vecindario escogido para mi primera expedición es un clásico, la Royal Promenade. Presente en los barcos de la compañía que se han ido inaugurando desde finales del pasado siglo, ha ido perdiendo injustamente un poco de protagonismo desde que la pasada década fue construido el Oasis of the Seas.
Injustamente porque esta Royal Promenade es muy amplia y larga y tiene los suficientes atractivos para entretener a los pasajeros. Llama la atención el Bionic Bar -con dos barman robots- o el The Rising Tide Bar , un bar-ascensor que se mueve entre las cubiertas 5 y 8, pero lo que enseguida capta mi atención es el Copper and Kettle , el pub inglés.
Decorado en madera en su interior y con terraza en la misma Royal Promenade, es uno de los mejores lugares para poder conversar con otros cruceristas, mientras tomas una buena pinta. Pero esta cubierta aún alberga otras sorpresas, como el On Air Club , la pizzería Sorrento’s , el Café Promenade o Boleros Latin Dance Lounge , un lugar en el que bailar música latina en vivo por las noches.
Sin duda esta Royal Promenade, el corazón del barco según la propia naviera, puede dar mucho de sí, sobre todo cuando la climatología adversa impida a los cruceristas disfrutar de las zonas exteriores del barco.
Terminada la cerveza que me ayudó a reponer fuerzas, después de la maratoniana jornada de trenes que me llevó desde Alicante a Málaga, era hora de continuar el tour por el Symphony of the Seas. La siguiente etapa iba a continuar en la cubierta 6, solo una por encima de la que me hallaba en esos momentos.
El vecindario Boardwalk es uno de las estrellas de los barcos de la clase Oasis. Da la bienvenida un carrusel, que será la delicia de los más pequeños y de los padres nostálgicos de este tipo de atracciones que han caído en desuso.
A ambos lados del vecindario se suceden diferentes espacios de ocio, como Sugar Beach , el paraíso para los amantes de los dulces; Boardwalk Dog House , que como su nombre indica es el típico puesto de comida de estilo norteamericano en el que se sirven perritos calientes.
Le sigue Johnny Rockets , la franquicia de hamburguesería presente en muchos de los barcos de la compañía de cruceros y Playmakers Sports Bar & Arcade , una de las novedades del Symphony of the Seas con respecto a sus hermanos mayores.
Y al final un clásico contemporáneo, el espectacular AquaTheater. Con unas gradas distribuidas de la misma forma que en un teatro y con un escenario en forma de piscina, las noches del barco de Royal Caribbean en este AquaTheater son extraordinarias viendo a los artistas realizar un sinfín de números acrobáticos.
Se aproximaba la hora de comer y como buen amante de la comida americana, la decisión estaba clara: Johnny Rockets.
Desde mi primer viaje en un buque de esta naviera, el Voyager of the Seas, este restaurante es uno de mis favoritos de los de especialidades de todas las navieras en las que he navegado. Mala noticia, está cerrado en estos momentos.
Decido, para hacer tiempo hasta su apertura, ir al Playmakers Sports Bar, uno de los mayores aciertos de la compañía con respecto a su predecesor, Harmony of the Seas.
Si en este se encuentra el restaurante y tequilería Sabor, que no está nada mal por cierto, en el nuevo barco de Royal Caribbean, el Playmakers permite a los cruceristas, además de comer –las alitas de pollo son excelentes-, beber unas cervezas mientras ven eventos deportivos en alguna de sus muchas pantallas de televisión o disfrutar de algunos de los juegos típicos de este tipo de bares: jenga, dardos o el magnífico shuffleboard entre otros.
Ahora sí, Johnny Rockets ya estaba abierto. Si su comida y batidos son magníficos, es su decoración la que me seduce; el crucerista retrocede mentalmente a los años 50-60, a las hamburgueserías que hemos visto en películas como American Graffiti o series como Mad Men.
Sin embargo no todo es perfecto, echo de menos las “minijukebox” presentes en otros barcos de la naviera, en la que los clientes podían escoger las canciones que sonaban en el restaurante.
Sigue mi tour por la cubierta 8 en Central Park. Este vecindario, más elegante que el anterior, acoge algunos de los restaurantes de especialidades más populares del barco en un espacio increíble, en el que los establecimientos culinarios coexisten con más de 2000 plantas o árboles.
Jamie’s Italian lleva el nombre del famoso chef Jamie Oliver y está especializado en comida italiana, mientras que Chops Grille ofrece un menú dedicado a carnes de calidad contrastada.
Por el contrario, los amantes del buen vino tienen su edén particular en Vintages, donde, además de excelentes caldos, éstos van acompañados de tapas, con una calidad similar al de los vinos que allí sirven. Finalmente las opciones gastronómicas de este vecindario se completan con Park Café y 150 Central Park .
Este último se caracteriza por los menús rotatorios que han sido elaborados por los mejores chefs de la compañía. Después de comer en cualquiera de ellos, la opción ideal es ir a Dazzles a tomar una copa, justo al final de Central Park.
Desde este lugar las vistas a Boardwalk son espléndidas. Por si acaso te preguntas a dónde llevaba el The Rising Tide Bar, el bar-ascensor de la Royal Promenade, ya tienes la respuesta, es a Central Park.
Llegaba el momento de descansar de mi particular tour, ya había avisado de la imposibilidad de conocer este gigantesco buque de una tacada.
Antes de cenar en el restaurante principal tocaba pasar de nuevo por el camarote. En esta ocasión el viaje es en una cabina con balcón. Al igual que en su hermano gemelo Harmony of the Seas, es amplio y elegante; decorado en tonos grises su equipación es más que suficiente para que un crucerista descanse o se adecente, en el escaso tiempo que pasará en su interior.
El restaurante principal esperaba en popa. Ocupa tres cubiertas, de la 3 a la 5, como en muchos otros barcos de Royal Caribbean.
Su decoración es distinguida y permite acceder a los cruceristas que prefieren el tradicional turno de cena, como a los que les gustan los horarios flexibles. Este restaurante está incluido en el precio de la reserva y la comida que se sirve en él es excelente.
Sin embargo los pasajeros que así lo deseen pueden mejorar su experiencia enriqueciendo su cena con platos selectos, como langosta de Maine, filete mignon de Chops Grille o surf & turf. Eso sí, los precios de estos extras no son económicos, aunque bien merecen la pena probarlos al menos una de las noches del crucero.
Finalizada la cena tocaba descubrir un nuevo vecindario: Entertainment Place. Si incluimos el casino, ocupa más de la mitad de la cubierta 4.
Empezando desde la proa el Royal Theater es un inmenso teatro de dos plantas con capacidad para poco más de 1400 asistentes. Además de los shows que un crucerista encuentra en los teatros de otros barcos, este incluye en su programa dos espectáculos de altísima calidad: Hairspray, un increíble musical de Broadway y Flight: Dare to Dream, de producción propia de la compañía de cruceros.
El refinado “Jazz on 4” es un exquisito lugar para escuchar ritmos tranquilos, mientras disfrutas de un cóctel sentado en sus cómodos y mullidos sillones.
Junto a este se encuentra el Diamond Club, el exclusivo salón destinado a los clientes más fieles de Royal Caribbean. Después de divertirme con el jazz, era momento de pasar un buen rato en The Attic.
Siendo una discoteca al uso, en determinados momentos se puede disfrutar de la Silent Party, una fiesta en la que los pasajeros son equipados con auriculares, por lo que ellos mismos eligen la música que quieren escuchar. Curioso es entrar en The Attic y ver a la gente bailando sin que suene música en su interior.
Finalmente, Entertainment Place, se completa con otra de las joyas de la corona de los barcos de la naviera, Studio B. La pista de patinaje sobre hielo siempre sorprende a los cruceristas experimentados y deja boquiabiertos a los que pisan por primera vez un barco de Royal.
Si bien estaba cerrado debido a la avanzada hora de esa noche, al día siguiente pude asistir a uno de los dos espectáculos que tienen preparados para los pasajeros del Symphony of the Seas. Pero la naviera aún le ha dado una nueva vuelta de tuerca a este lugar.
Debido al auge de los juegos de combate entre dos equipos, la naviera ha querido darle un nuevo uso al Studio B y ha creado un Laser Tag, Battle for the Planet Z, que hará las delicias de los viajeros más aguerridos.
Nuevo día y seguimos explorando el Symphony OTS
A la mañana siguiente era el turno de uno de los vecindarios más espectaculares. Pero el tour debía esperar. Antes tenía que desayunar y para ello me dirigí a la cubierta 16, donde se encuentra el Windhammer Marketplace , el bufé del barco.
De gran tamaño, las diferentes islas distribuidas a lo largo del mismo, muestran todo tipo de comida de una calidad fuera de toda duda. Abre a las 6 de la mañana y continúa abierto para la gente que desayuna más tarde, así como a la hora de la comida y la cena.
La variedad de sus alimentos ayuda a satisfacer los gustos de todo tipo de cruceristas. Algo que me llamó la atención fueron las máquinas expendedoras de refrescos, en las tienen una gran variedad de sabores para escoger. Entre los refrescos de cola, el que tuvo una gran aceptación era el de coca cola con sabor vainilla.
Ahora sí. Era el momento de conocer el quinto vecindario, el último que recorrí, puesto que mi estancia a bordo del buque no duró mucho tiempo y no logré visitar los dos últimos –Youth Zone, para niños y jóvenes, y Vitality Spa and Fitness, los omnipresentes spa y gimnasio que actualmente tienen todos los barcos de cruceros-.
Este vecindario es el Pool and Sports Zone, y combina espacios para el relax, con otros para cruceristas más activos. Para los amantes del descanso su lugar es el Solarium, ubicado en cubiertas altas de proa, es de acceso solo para adultos y cuenta con jacuzzis y su propio bar y bistro.
Es, además, la puerta de acceso a uno de los restaurantes más exquisitos del Symphony of the Seas, el Hooked Seafood . Éste, con cargo adicional, abre para las comidas y las cenas y en su carta predominan los platos de marisco.
Si por el contrario el pasajero es de emociones más fuertes, su lugar no está en proa, sino en el otro extremo del barco, en popa.
Son varias las opciones para entretenerse: desde el fotogénico y sensacional The Ultimate Abyss, el tobogán, que en tan solo 13 segundos desciende desde la cubierta 16 al Boardwalk en la 8.
En la misma area encontramos un clásico en los barcos de Royal Caribbean desde la inauguración de la clase Freedom, los simuladores de surf; o el parque acuático The Perfect Storm, compuesto por tres toboganes de agua que ofrecen vistas al vecindario Central Park.
Para los que les gustan las sensaciones fuertes, la tirolina (Zip Line) es su atracción, mientras que los que viajen en familia, no tendrán más remedio que pasar unas cuantas horas en Splashway Bay, el miniparque acuático destinado a los más pequeños de la casa.
Visitando la Ultimate Family Suite
No me gustaría terminar el artículo sin hablar un poco más de sus camarotes. O mejor dicho, de un camarote en específico. Muchos conocen la amplia tipología de cabinas de la clase Oasis; desde los sencillos interiores, hasta los espectaculares de dos plantas tipo loft.
Sin embargo en el Symphony of the Seas hay un nuevo tipo de cabina. De esta solo hallaremos una en el barco, pero es de las más llamativas y sensacionales que un crucerista puede encontrar.
Con una capacidad de hasta 8 pasajeros, la Ultimate Family Suite es el camarote ideal para las familias. De dos plantas, en su interior hay dos gigantescas televisiones de 85”, consolas, juegos de lego, así como una mesa de comedor que se transforma en una mesa de juego de Air Hockey o un ping pong, un Conecta 4 cuya altura supera la de un niño o un tobogán para que los más pequeños bajen desde su habitación al salón principal.
Ah, su inmensa terraza tiene un juego de escalada y un jacuzzi. ¿Para qué ir a otros lugares del barco si tienes la diversión asegurada en tu camarote?
VÍDEO TOUR
Así es la Ultimate Family Suite
¡Felices cruceros, nos vemos a bordo pronto!
Jesús Rico
Editor Regional
Datos del itinerario a bordo del Symphony of the Seas
Itinerario: Mediterráneo Occidental
Fecha: Marzo 2018
Tipo de camarote: Cabina con balcón
¿Dudas tras leer la valoración del Symphony of the Seas ?
Resuélvelas y conoce a otros viajeros como tú en nuestro Club.
¿SABER MÁS?… NO TE PIERDAS LA SÚPER GUÍA
Valoración del Symphony of the Seas por el Mediterráneo
Revisado: 16 junio 2018
Autor: Jesús Rico para CruceroAdicto.com
Fuente y Fotos: CruceroAdicto.com
Cruceroadicto.com en YouTube
VALORACIÓN
Symphony of the Seas
Experiencia y Valoración del Symphony of the Seas realizada por Jesús Rico a partir de sus propias vivencias. Cada valoración es única y personal. Te recomendamos leas varias valoraciones y saques tu propias conclusiones.