Mi experiencia en un minicrucero por el Mediterráneo a bordo del Costa Smeralda
Han sido 5 días que me han sabido a vuelta al mundo. No sólo por el reencuentro con el mar, sino por la experiencia única que sólo un barco de crucero puede ofrecer al viajero.
Además, tras los duros meses sufriendo esta pandemia que ha puesto el mundo del revés, y meses de desesperante espera, he comprobado como sin lugar a duda los cruceros son la forma de volver a explorar el planeta de la forma más segura.
Ha sido un minicrucero de 4 noches a bordo del recién regresado al servicio este año Costa Smeralda (era el 1 de mayo cuando volvía a mover sus hélices propulsadas con gas licuado desde el puerto de Savona).
Puertos entrañables para el crucerista veterano como Civitavecchia, Nápoles, Mesina, y Cagliari nos esperaban, pero sobre todo nos espera el mar Medierráneo, sus atardeceres y amaneceres, la brisa húmeda en la cara, la estela al partir, risas en la piscina, y esa calma que sólo se siente en cubierta.
Lo he hecho a bordo del barco icono de la nueva Costa Cruceros, el Smeralda. Un barco que compite en la liga de los mejores por su calidad y diseño. Algo que puede apreciarse desde que nuestros ojos se fijan en su futurista silueta en puerto.
Pero lo mejor estaba por llegar a bordo. Elegante diseño italiano, más mesurado que sus hermanos de flota, altamente tecnificado y ecofriendly, y que sin lugar a dudas tiene el mar como su mayor aliado. Es visible desde todos los rincones y cubiertas. Su continuo cambio, brillos, tonalidades y reflejos inundan la mayoría de espacios del barco.
Volver a un crucero en tiempos de pandemia
Al volar desde España necesitaba un test PCR previo para entrar en Italia, algo que muy pronto no será requisito. Una vez en el puerto el proceso de embarque fue rápido, ordenado, y aplicando uno de los pilares del protocolo sanitario: test de todo aquel (pasajero o tripulante) que quiera subir a bordo.
Tras presentar los documentos de viaje, me condujeron a una zona habilitada para realizar un test que tras 15 min y dar negativo me permitía embarcar y por fin disfrutar de un crucero.
Como un niño subí la pasarela; parecía mi primera vez en un barco, y tras cruzar el corazón del barco llegué a mi cabina. En el camino ya pude notar muchos detalles a bordo incluidos para aplicar los estrictos protocolos.
Si de por sí ya antes del COVID existían dispensadores de gel desinfectante por todo el barco, ahora su presencia es masiva. Nunca estarás más lejos de 20 metros de uno de ellos.
También vi que todos los espacios públicos están claramente señalizados, no solo por donde entrar y salir sino con los espacios para mantener la distancia social. Ascensores con un máximo de 4 ocupantes marcados en las esquinas e indicaciones recordando los protocolos en varios idiomas.
Al llegar a la cabina me tope con la única información en papel de todo el viaje. Un gran sobre con el título “Kit de Bienvenida” donde se incluían entre otras cosas las excursiones, pack de bebidas, las normas de protocolos que debíamos seguir a bordo y una bolsa con mascarillas suficientes para todos los días del itinerario.
La mascarilla es un elemento que debemos usar en todo momento a excepción de cuando comemos, bebemos, tomamos el sol, dentro de las piscinas o estamos en nuestras cabinas.
De hecho si no la tienes bien colocada un amable tripulante con una sonrisa en sus ojos (es lo que pude adivinar) nos invitará a ponernosla bien.
Vida a bordo del Costa Smeralda
La experiencia a bordo del barco no distaba mucho de la experiencia clásica de un crucero. Eso sí, con menos pasajeros. El capitán nos comentó que viajamos 1400 de 6000 posibles.
Sin embargo, si exceptuamos el uso de las mascarillas y que era raro ver una aglomeración (siempre distanciados) la vida a bordo era la que todo crucerista podría esperar.
Animación en cada rincón del barco, en especial en el gran Coliseo central y donde se alternaban a lo lardo del día desde un bingo, una espectacular actuación de bailarines y cantantes, a unos envidiables acróbatas. Eso sí, con mayor distancia entre sillas, lugares bloqueados y con bailarines separados 1 metro entre ellos.
Del aspecto gastronómico resaltar varios detalles.
Primero que la calidad en los diferentes restaurantes que probé está a un nivel excelente, casi podría arriesgarme a decir mejorado con respecto a otros barcos de Costa. Una gran variedad de espacios para comer hacían difícil elegir (qué gran sufrimiento) tanto incluidos en el coste del crucero como de especialidad.
Con respecto al buffet sí noté una diferencia con respecto a lo que pude experimentar en el MSC Grandiosa. En el protocolo seguido por Costa no hay la opción de andar junto a las diferentes estaciones de comida eligiendo qué comer sino que el proceso se realizaba al estilo restaurante clásico.
Una vez eras sentado en la mesa debía escanear un código QR con tu teléfono y donde podías elegir en español la larga lista de opciones en el restaurante. Sólo debías pedir y diligentemente te lo servían sin límite de repeticiones.
Al sentarte te asignaban en mesas con la mitad de sillas disponibles pero que podían ser ocupadas para familias o grupos de pasajeros que viajaban juntos.
Dentro de la experiencia culinaria no puedo dejar de comentar la gran sorpresa a bordo. Un novedoso restaurante Sushino.
Sólo existe por el momento en el Smeralda pero sin embargo puedo predecir que será llevado a otros barcos por su calidad. Posiblemente uno de los mejores restaurantes de sushi que he probado en un crucero.
Aunque es un restaurante con cargo extra es del todo recomendable. Es imposible encontrar un restaurante de “all you can eat” de sushi por sólo 15 eur. de esta calidad. Aquí comprobé mi límite personal como apasionado amante de la cocina nipona. Por primera vez en mi vida dije no puedo más a delicias japonesas.
Siguiendo los protocolos
En el kit de bienvenida del primer día se indicaba que era obligatorio que cada pasajero se tomara la temperatura cada día de crucero antes de las 3pm.
Para ello hay dispuestas en diferentes espacios del barco unas cámaras donde tras pasar tu tarjeta personal quedaba registrada. Si no se realiza recibirás una nota en tu cabina para que lo realices. Sólo me ocurrió una vez y al día siguiente desayunar y tomar temperatura eran parte de mi rutina.
Nunca antes en un crucero tu tarjeta de a bordo fue tan importante. No solo es la llave de tu cabina, la forma de salir y volver al barco, hacer compras, sino que también es la forma de hacer un seguimiento de los pasajeros y ver con quienes entras en contacto en caso de detectarse algún posible brote.
En cada restaurante en que me senté me la pidieron, quedando registrada la mesa y lugar.
De todos los elementos del protocolo que tuve que seguir sin duda el no poder bailar fue el más extraño, y puedo confesar, el más difícil de cumplir.
Al ser el Costa Smeralda un barco con bandera italiana se rige por los protocolos aplicados por el país transalpino. En el momento de mi viaje no estaba permitida la apertura de salas de fiesta y baile. Algo que seguro cambiará en pocos días a medida sigue mejorando la incidencia del virus.
Excursiones burbuja en el corazón de Nápoles
Si algo me llamaba la atención era cómo serían las excursiones burbuja para visitar algunas de las escalas. En especial quería verlas en acción en la compleja y caótica ciudad de Nápoles.
Recuerdo en este punto que como parte del protocolo, Costa Cruceros no permite desembarcar por libre en las escalas y debe realizarse la visita con las excursiones organizadas por la naviera y que reúnen las mismas condiciones del protocolo sanitario a bordo. Esto garantiza que no habrá peligro de contagio, no sólo para el viajero, el resto del pasaje sino también para los habitantes del lugar que visitamos.
En este minicrucero puede visitar Nápoles y Cagliari en 2 excursiones que combinaban un tour panorámico en autobús y una caminata por el centro de las ciudades.
En ambos casos el grupo era reducido, nos dispusieron de forma espaciada en el autobús, y la guía disponía de un asistente que cerraba el grupo cuando nos movíamos a pie.
Gel en cada bus, mascarillas obligatorias y un sistema de escucha personalizado y auriculares desechables de un solo uso hicieron muy fácil la visita.
Nápoles representaba un reto por la estrechez de sus calles, tráfico caótico, y su vida única. Sin embargo, aún a pesar de algunos momentos que tuvimos que andar en fila, o detenidos para dejar pasar a locales el tour fluyó con facilidad.
En ese sentido fue de agradecer el extraordinario trabajo de las guías buscando los mejores lugares ( más aislados y tranquilos) para dar sus explicaciones.
La parte mala. Pasar delante de las trattorias, pastelerías, o tiendas de souvenir sin poder detenerte bajo pena de poder volver a embarcar.
¿Duro? Sin duda para un viajero no tener la libertad de movimiento, pero si pensaba donde estaba hace un año en casa sin salir, esta forma era el paraíso. Volveremos a los tiempos en los que disfrutaremos del placer de perdernos por las ciudades…
Yes we can cruise again, conclusiones finales
No han pasado ni 7 días desde que desembarcara y todavía perduran en mi cabeza momentos únicos como la salida de los puertos con el fondo musical de Andrea Bocelli – Con Te Partirò, un cosmopolitan al atardecer en la cubierta 16, noches sin fin escuchando música en directo o jazz, platos únicos de todas las cocinas del mundo y sobre todo un regreso al “slow travelling” (viajar despacio) que sólo un crucero tiene.
Han sido días para constatar que SI PODEMOS (adoptando el eslogan que le dió la presidencia a Barack Obama) volver a navegar, de disfrutar protegidos por un estricto protocolo sanitario único en la industria turística.
Han sido intensos días viviendo en un barco burbuja, una burbuja de felicidad, disfrutar momentos únicos de encuentro con el mare nostrum y sobre todo con otros viajeros, ahora muchos de ellos amigos cruceristas.
Como buen y declarado cruceroadicto, ya estoy como forma de superar la depresión post crucero pensando en el próximo.
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¡Felices próximos cruceros, y espero veros a bordo muy pronto!
Jesús García
Editor Jefe
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Costa Smeralda, experiencia en minicrucero por el Mediterráneo
Publicado: 27 mayo 2020
Autor: Jesús García para CruceroAdicto.com
Fuente y Fotos: Jesús García
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