CruiseTour por Alaska con Holland America Line: Visitando el Fiordo de Kenai
MS StatendamNaviera: Holland America Line Año construcción: 1993 Tonelaje: 55.819 Tn Pasajeros: 1627 Tripulación: 558 |
Navegaando entre ballenas
Nos citaron a las 7 de la mañana en la recepción, que es un edificio también de madera, con un gran salón, chimenea, cómodos sillones, ordenadores y acceso a internet…, todo muy agradable.
No estamos apreciando, por ser ya la tercera vez que lo vivimos (en Noruega primero, y luego en el Báltico), que no se hace de noche, se queda con luz de amanecida a partir de las 12, y de nuevo, enseguida, se vuelve a ver el Sol.
Allí mismo nos recogió un autobús para llevarnos al puerto. Teníamos contratada con Holland la excursión “Fiordos de Kenai. La excursión es de día completo, dura 6 horas y lleva comida incluida. Partiendo del puerto de Seward recorre los fiordos de Kenai, y su abundante flora y fauna, además de un paisaje maravilloso que incluye varios glaciares de marea que dan al mar. Seward tiene un puerto bastante grande, con una zona de embarcaciones de pesca y recreo. Salimos a las 8 de la mañana. Hace un día frío, pero maravilloso, con sol y nubes, y una luz espléndida sobre el mar.
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El barco de la excursión es pequeño, con solo dos cubiertas, una en la que tiene una zona de mesas y sillones corridos colocados en tres filas a lo ancho y, otra arriba, más pequeña, colocados en dos filas y rodeada de un pasillo con barandilla, para poder salir afuera. La salida del puerto fue preciosa con el barco y las montañas nevadas reflejándose en el agua.
Al poco de salir, aparecieron dos ballenas. La emoción es indescriptible, ¡un animal tan grande, y que pase tan cerca del barco sin prestarle atención!
Poco después se acercaron varias. Me parecieron diferentes, tenían largas aletas, que movían con movimientos lentos y como de baile. Según leí en el folleto que nos dieron en el barco, eran de la especie Humpback Whale, y vienen, nada menos que, desde Hawaii o desde Baja California.
Llegamos al Glaciar Aialik, y el barco fue adentrándose por el estrecho fiordo hasta quedar frente a él. Mientras el capitán iba explicando la formación y evolución de los glaciares, modulando la voz, bajándola o subiéndola, según lo que contara, en fin, creando ambiente en todo el barco.
Al poco todos estábamos afuera, a pesar de que hacía un viento bastante frío.
Fue recorriendo su frente y cuándo llegó lo más cerca que podía situarse, se colocó de lado y apagó los motores. El silencio era impresionante, nadie nos atrevíamos ni siquiera a hacer un comentario. De vez en cuando, crujía como si estuviera vivo, o se desplomaba un bloque de hielo con un ruido tremendo, aumentado por el eco que producen las montañas cercanas, y que te resonaba dentro. Entonces, nadie podíamos evitar soltar una exclamación.
Y, de nuevo, el silencio total, como en una oración sin palabras.
Al rato, encendieron de nuevo los motores y el barco se giró para que su otro lado quedara también frente al glaciar. Primero fotografías las montañas y sus reflejos, el agua, los trozos de hielo que van acercándose al barco…pero, poco después, te vas al otro lado para seguir mirándole. Y solo deseas que vuelva a caer otro bloque, y resuene, y no quisieras irte nunca de allí.
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Alguien de la tripulación “pescó” un pequeño iceberg, que debía pesar un montón, y lo subió al barco. Allí pudimos verlo y tocarlo, y no pude evitar pensar en los muchos años que tendría ese hielo desde que cayó en forma de nieve.
Todos volvimos adentro en el momento en que se puso en marcha y nos íbamos alejando, ya que hacía bastante frío. Según nos dijeron, se llegaba también al glaciar Holgate, si no lo impedía el estado del mar o el mal tiempo. En apariencia, no había ninguna de las dos cosas, pero no fuimos a verlo. Preguntaron al capitán, y dijo que era un glaciar u otro el que se visitaba. Sin embargo en el folleto que nos dieron, o en la página web, no es esa la versión…La verdad es que nos dio mucha rabia. Eran las 12 de la mañana, y la excursión se quedaba así un poco cortita.
Nos dieron la comida en un cestillo de plástico: era un wrap de pollo con ensalada, una bolsa de zanahorias y una barrita de cereales.
Tenías agua, té y café, de cortesía, en un pequeño bar, en dónde también podías comprar cualquier otra bebida.
El capitán se situó frente a nosotros y con mapas y fotografías, durante un buen rato, fue explicando la geografía de los fiordos, y las diferentes clases de animales que habíamos visto, o veríamos. De las ballenas contó mil y una cosa.
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Así iniciamos el camino de vuelta, aparentemente muy despacito. Paramos delante de unas rocas enormes, llenas de pájaros de diferentes especies, que era el “Alaska Maritime National Wildlife Refuge”. Todo el tiempo estuvimos entrando y saliendo a la cubierta, aunque cada vez el día fue empeorando quedándose más nublado y con agua-nieve. Menos mal que no hacía demasiado aire.
Fueron pasando ofreciendo unas galletas con trozos de chocolate, recién hechas y calentitas, que estaban buenísimas, con un té, para entrar en calor.nte toda la excursión estuvo narrada por el director de ella, sin parar de hablar, modular la voz, silenciar el ambiente, bajarla, subirla según las circunstancias, en fin entrar en ambiente a todo el barco. Desembarcamos a las 2 de la tarde, 6 horas justitas.
Nos esperaba el autobús de Holland pues, aunque el Statendam está al lado, hay que dar una vuelta hasta llegar al siguiente pantalán que da acceso a la zona de embarque.
El autobús sale a horas fijas, ya que es el shuttle puesto por la naviera para llegar desde el barco hasta la zona comercial del puerto, y tiene que esperar unos 15 minutos para salir a la hora programada. Para hacer más amena la espera, el conductor estuvo hablando, contando chascarrillos, historias, y, sobre todo su vida; igualmente modulando la voz, animando a reírse… Estos americanos llevan en la sangre lo de ser showman y monologuistas y lo ponen en práctica cada vez que tienen ocasión.
También fue capaz de hacer pasar un álbum de fotos de su vida personal, pescando, haciendo barbacoas, con sus hijos, en una boda… algo increíble para nuestra mentalidad, pero que fue bien acogido por todo el mundo. Ni me imagino en España, que el conductor del autobús pase su álbum de fotos para entretener una espera.
Continuará…
MªAngeles y Vicente
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Mª Ángeles Ruiz y Vicente Cañón
Desde siempre viajar ha sido una de las cosas que más nos ha gustado. España la conocemos bastante, y poco a poco vamos ampliando con otros países Nuestra primera experiencia con los cruceros fue en el 1998, con el buque D. Juan, una pieza ya casi histórica en ése momento, con el encanto de un barco sumamente marinero y adornado con maderas oscuras. Era un crucero por el Mediterráneo, en el mes de noviembre, y durante toda la semana que duró, no hubo un día en que el mar estuviera tranquilo. Las olas eran tan grandes que parecían sobrepasar el barco y, se movía tanto, que era imposible caminar bien ni siquiera agarrado. A pesar de ello, nos enamoramos de esa forma de viajar y, afortunadamente, seguimos disfrutándola. Ya hemos realizado 14 cruceros. Y desde que con internet se puede diseñar mejor cada escala, parece que se empiece a vivirlas mucho antes de llegar a ellas. En barco hemos conocido todo el Mediterráneo; Noruega y Cabo Norte; el Atlántico hasta Casablanca y Agadir, la Patagonia desde Buenos Aires hasta Santiago de Chile; Islas de Grecia y Turquía con un velero de Star Clippers; bastantes islas del Caribe; el Báltico; y últimamente un transatlántico Barcelona-Miami. Nuestros próximos proyectos son Alaska y Canadá costa Oeste, o Canadá costa Este. Aunque la lista es muy larga, y cada día se van añadiendo nuevas posibilidades. Mª Ángeles Ruiz y Vicente Cañón | |