Día de navegación y final de crucero en Vancouver
Crucero Alaska en el ms Statendam
ms Statendam
55.819Tn,1.260 pasaj.
Posición actual del ms Statendam
Itinerario: Seward, Scenic Cruising College Fjord, Glacier Bay National Park, Haines, Juneau, Ketchikan, Cruising the Inside Passage, Vancouver
Disfrutando el barco
Vuelve a amanecer lloviendo. Ultimo día del crucero y, como siempre, lo dedicamos a pasear por el barco, las últimas compras, y a hacer el equipaje. A mediodía cuando estábamos en el camarote, notamos que el barco estaba completamente parado. Miramos por la ventana y, efectivamente, no se movía.
No oímos nada por megafonía, ni había nadie por el pasillo a quién preguntar, por lo que subimos hacia la recepción para ver si nos enterábamos del problema. Allí una cola de pasajeros esperaban para cerrar o verificar su cuenta de a bordo, sin ninguna señal de que ocurriera algo preocupante.
Seguimos paseando, y ni en la en la cubierta de paseo ni en la de la piscina había señales de que existiera algún problema. Por ello, nos volvimos al camarote para seguir con el terrible asunto de hacer las maletas.
Al rato, el barco vuelve a ponerse en marcha, por megafonía comentan algo, que no entendemos bien y, en apariencia, no había pasado nada. (Luego preguntamos y parece ser que era para que subiera el práctico una vez que entramos en aguas de Canadá).
Poco a poco se fue quedando un día espectacular de bonito. Con un sol espléndido que infiltrado entre las muchas nubes que quedaban iba creando unas luces y cielos preciosos. Aprovechamos para dar unas vueltas por la cubierta de paseo, y disfrutar de la tarde ya que en todo el crucero no habíamos tenido ni un momento sin lluvia. ¡Y, cómo no! hice montones de fotos de mi gran pasión: los cielos y nubes.
Nos acercamos a la recepción para hablar con Juan Carlos Fernández, el supervisor de la recepción, ya que tenemos alguna duda respecto a las maletas para desembarcar mañana. Como es un día complicado no conseguimos hablar con él hasta poco antes de ir a cenar. Quedamos en vernos tras la cena, ya que no tiene aún las respuestas del capitán a las preguntas que le pasó de mi parte, y piensa que entonces ya las habrá conseguido.
Fuimos hacia la puerta del Rotterdam, en dónde habíamos quedado para cenar con unos amigos y despedirnos de ellos.
Estando esperándolos, empezamos a notar que nos íbamos hacia un lado. El barco dio un viraje brusco y empezaron a caerse todos los platos y copas de las mesas del restaurante. Nosotros tuvimos que buscar a dónde agarrarnos ya que materialmente nos caíamos. Por los ventanales que teníamos enfrente, que rodean toda la popa del barco, veíamos que en el lado izquierdo solo se ve cielo, y en el derecho solo mar. Los camareros se miraban unos a otros y se encogían de hombros sin decir nada. Mi marido me dijo que le parecía algo muy serio. Los platos y vasos continuaban cayendo con gran estruendo, y tuvimos que sujetar a varios pasajeros mayores que iban a caer al suelo. De pronto, el barco empieza a enderezarse y los camareros entran en acción rápidamente, recogiendo todo lo del suelo unos y, otros, dirigiéndose a los que esperábamos en la puerta. Preguntamos a los camareros y ninguno nos da ninguna explicación, hablan de corrientes, de sortear algún gran animal…
Llegan nuestros amigos, sin ninguna preocupación. A ellos les ha pillado en el camarote, que es interior, y lo único que han sentido es que, en el viraje, el movimiento brusco les ha tirado sobre la cama, pero nada más. Dicen que han visto esta tarde zonas en las que flotaban grandes troncos alrededor del barco… Realmente, creo que yo no fui consciente, en ningún momento, de lo espantoso que hubiera sido el que el barco volcase, y no me asusté demasiado. Menos mal.
Repuestos del susto, sobre todo, por la celeridad en que todo el restaurante adquirió su ambiente normal, nos sentamos a la mesa que nos indica el maître, y nos dispusimos a disfrutar de la cena, que ese día era de cocina internacional.
Cenamos:
– Aperitivo: rollitos de primavera, de Thailandia
– Primer plato: Guiso argentino: sopa con verduras y mucho pimentón picante; resultaba muy poco agradable de comer y luego fue indigesta. Ensalada de setas chinas: demasiada lechuga y pocas setas, que además estaban muy troceadas, la salsa era como de vinagre balsámico muy fuerte.
– Segundo plato: Cordero asado con cuscús, alubias rojas, verdura salteada, salsa de canela. Un plato quizás muy contundente, pero con una mezcla de sabores muy acertada. Filetes de pato, sobre espinacas cocidas casi crudas, con flan de arroz. Bueno.
– Postre: Tarta Cheescake Big Apple: tarta de queso con rodajitas de manzana, finas y cocidas con azúcar, sobre ella. Alaska Gold Rush: bizcocho, helado de vainilla y chantilly con crema de frambuesas sobre todo ello.
Tras la cena, volvimos a intentar ver a Juan Carlos Fernández, de la recepción, pues al día siguiente con el lío del desembarque no nos parecía que pudiésemos despedirnos de él.
Logramos verle y, como siempre, fue todo amabilidad en atendernos con las dudas del equipaje. Me dijo que el capitán no le había mandado las respuestas a mi pequeña entrevista, y que me las reenviaría a mi correo electrónico en cuánto las tuviese.
Le preguntamos sobre el susto del barco y nos respondió que habría sido por alguna fuerte corriente de las muchas que hay en la zona…
Me fotografié con él, y tras una despedida afectuosa en la que le comenté que siempre recordaremos su amabilidad y buen trato, nos fuimos a la cama, porque había que levantarse muy temprano para desembarcar, ya en Vancouver.
Llegada y desembarco en Vancouver
VNos levantamos temprano para desayunar tranquilamente.
Nuestro grupo para desembarcar fue de los últimos y, cuándo le nombraron por megafonía, fuimos saliendo del barco, como siempre, apenados porque se acababa el crucero y los buenos momentos pasados en él.
Nuestras maletas estaban esperándonos en la zona de la terminal a la que llegamos sin problemas.En el último tramo de la pasarela, una mirada con cariño para el barco como despedida, y el deseo de poder volver a navegar con él en poco tiempo.
Nos esperaban los días en Vancouver que eran la continuación de nuestro maravilloso viaje.
Entrevista al Capitán del ms Statendam Albert J. Schoonderbeek
-¿Es difícil estar tanto tiempo fuera de casa?
No, mi esposa y yo hemos estado en la industria de los cruceros durante 30 años y nos encanta el mar. Nuestra vida gira en torno a ella. Es más difícil estar
lejos del mar que estar lejos de casa.
– ¿Durante sus vacaciones viaja usted también en crucero?
Sí, hacemos un promedio de dos cruceros cada año con la competencia, para ver sus naves y probar su producto. Cada vez en un buque diferente
– ¿Usted escribe en su blog acerca de los sitios que ha visitado
Yo mantengo un blog diario durante la navegación, y son muchos los lectores que disfrutan de ver el crucero desde la perspectiva de un capitán. Además agrego contenido histórico a mi blog durante mi tiempo de vacaciones, ya que también soy el historiador de la naviera. (www.captainalbert.com).
– ¿Algún consejo o recomendación para los cruceristas?
Es la mejor manera de viajar hasta donde yo sé. Lo importante es revisar el mapa de la cubierta antes de seleccionar su camarote. Una lista de lo que usted está buscando primero y luego seleccionar la cabina.
Haz tu trabajo en casa antes de zarpar. Cuanto más se sabe acerca de los puertos que se visita y las zonas que se navegarán antes de subir a bordo, más agradable y satisfactoria será la experiencia.
MªAngeles y Vicente
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