Sentado en el pequeño jardín de mi casa, y mientras saboreo un café, veo pasar un lejano avión cortando el azul del cielo con sus blanca estela.
Desde hace ya unos años siempre viene a mi mente la misma pregunta cada vez que los veo. Esta no es otra que la de adivinar a qué puerto de embarque llegarán ese avión.
Ya ni siquiera siento curiosidad de cómo es esa lejana ciudad en la que aterrizará, tan solo si tiene puerto y los barcos atracan en él.
Viajar es mi gran pasión y el impulso que me motiva cada día. Sin embargo no fue hasta desde que descubrí los viajes por mar cuando la palabra viajar adquirió una nueva dimensión y significado completo.
Los que amamos las travesías en barco nos consideramos coleccionistas de vivencias mucho más que coleccionistas de lugares que debemos marcar de una lista.
Las vivencias a bordo de un barco se intensifican y hacen que adquieran un brillo especial que dejan huella el resto de tu vida.
El simple hecho de navegar, esa inusual lentitud frente a la estresante inmediatez de otros medios como el avión, permite al viajero saborear la propia experiencia de desplazarnos, entrar en contacto con otros lugares, costumbres, y sobre todo personas y viajeros en el justo ritmo de la cosas.
Nos permite de simplemente disfrutar un atardecer sin pensar en nada más.
Todo quedó en tierra. Sólo estamos nosotros, el mar, y el astro rey despidiéndose.
El mundo parece deterse por un instante de clara conciencia. ¿es el nirvana del viajero?.

Todavía a bordo de un barco crucero se puede experimentar el espíritu de aquellos viajes épicos del siglo pasado, donde no solo llegar a nuevos lugares, sino el compartir esas vivencias con otros viajeros en una cubierta los hacía únicos.
No hace muchos años atrás la industria de cruceros parecía que evolucionaba hacia los grandes cruceros masivos con itinerarios adaptados y donde replicar la misma repetitiva experiencia una y otra vez.
Lo sorprendente es que incluso en este tipo de barcos se puede apreciar esta sensación única que engancha y que te obliga a volver a embarcar en un nuevo barco. Esta atracción que no encontrarás en otro tipo de viajes terrestres.
Sin embargo, es posible ver un cambio de actitud en los nuevos barcos que son encargados en los astilleros.
Por suerte parece que algunas navieras han mirado a su esencia y rescatado la esencia de lo que significa viajar. Otras, las menos, siguen apostando por cosificar al viajero bajo el lema: mas viajeros en un barco, menores costes y más beneficios.
Da gusto ver como llegan un grupo de nuevos barcos que están dimensionados a la escala del viajero, tanto en tamaño como en la experiencia ofertada, con absoluto respeto y cuidando del mar que les permite navegar, y no tanto dimensionados a maximizar a corto plazo una cuenta de resultados.
Si el viajero busca bien dentro de la amplísima oferta de cruceros que cada año está a nuestra disposición por los 7 mares podemos encontrará todavía auténticos viajes de exploración, itinerarios fascinantes en barcos en los que por unos días se detiene el tiempo (aunque estemos rodeados por la más sofisticada tecnología).
Itinerarios que permiten saborear al pausado ritmo de la navegación llegando a cada puerto cuando se llega, no antes, no después, sino en el momento perfecto, sin la fiebre moderna de llegar antes. Es lo que siempre fue, y lo que ahora se redescubre como slow travel.
Casi todas las navieras reservan algunos de sus barcos (normalmente los más pequeños, con más solera, y más sabor marinero) para realizar esas rutas y viajes, para saciar a esos que quieren algo más enriquecedor que sólo maratonianas excursiones de 3 horas, mojitos, sol y playa.

Todo esto ha venido a mi mente tras leer una vieja entrada en el diario de viajes de mi gran amigo, y maestro en el arte de viajar en crucero, Jeff Farschman en el que se plantea sus próximos cruceros.
Para él, lo más importante era volver a navegar por el mundo como modo de vida, saboreando lo que cada día a bordo le ofrece … y si es posible lo hará con Holland America Line, de la cual también soy fan absoluto por ser con quien descubrí significado de la palabra “viajar”.
Muchas veces viajamos en crucero sin conciencia de que estamos viajando. Solo cumplimos horarios, con la estresante obligación de divertirnos.
Hasta que un día todo se rompe.
Hay un momento en todo viajero y crucerista en el que se detiene y toma conciencia de la razón por la que viaja.
Podrá ser en una casa rural en mitad del bosque, rodeado de extraños en el lobby de un hotel en una congestionada ciudad…
Sin embargo no habrá ninguno mejor que la cubierta al atardecer contemplando cómo desaparece la estela del barco en el horizonte. No existe mejor lugar para llegar al nirvana de viajar tomando conciencia de estar ahí y ahora con cada poro de nuestro ser.