Experiencia viajando con Royal Caribbean nuevamente
Una de las cosas que más he extrañado en esta pandemia es, no solo poder viajar libremente, sino poder planear un viaje en crucero y poder realizarlo de la forma a como se hacía antes. Sin embargo los nuevos requisitos no han reducido mis ganas y en este mes de enero volví a embarcar en mi querida Royal Caribbean.
La última vez que había estado a bordo de un barco de Royal Caribbean fue en el Independence of the Seas por el ya lejano noviembre del 2019 y estaba bastante ansioso por ver cuánto había cambiado la experiencia a bordo en el Anthem of the Seas a pesar de que ya lo conocía.
Por tal razón, en este artículo no voy a hablar propiamente del barco sino de cómo fue la experiencia de viajar nuevamente en un barco de Royal Caribbean en pleno pico de la variante Ómicron (con quién parece tendremos que convivir durante un poco de tiempo más).
VIAJANDO CON ROYAL CARIBBEAN: MI EXPERIENCIA, PROS Y CONTRAS
Embarcando frente al skyline de Nueva York
El Anthem of the Seas sale actualmente del puerto base de Cape Liberty situado en Nueva Jersey, justo en frente de la ciudad de Nueva York.
Justo al llegar se sintió el primer cambio ya que la tradicional fila de decenas de coches formados para bajar cruceristas y camiones de todo tipo no existía, todo estaba relativamente vacío.
Imagino que el comunicado que recibimos los cruceristas y que nos recordaba que llegaras lo más próximo a la hora indicada o no iban a recibirte, o que el barco no iba lleno o el intenso frío contribuyeron a esto.
Fuera pudimos ver gente sentada esperando, no supimos si habían llegado antes de la hora o estaban esperando el resultado de una prueba para poder subir ya que había un módulo de pruebas en el muelle.
Una vez en la terminal, había 3 filas para entrar a las máquinas de rayos X; una vez pasado el escaneo, te dirigías a uno de los mostradores donde te revisaban tus documentos, tus certificados de vacunación, tu test negativo y una vez aprobado todo esto ya podías subir al barco.
● Nota: Personalmente encontré más eficiente el método utilizado en el puerto de Cabo Cañaveral donde hacías una sola fila, posteriormente te pasaban a pequeños módulos donde checaban tus documentos y después al escaneo. Era más rápido ya que aquí, si te tocaba delante el clásico viajero que trae mil cosas en los bolsillos y que le hacen repetir pasar por control de seguridad, te quedabas atorado.
Explorando el Anthem of the Seas
Una vez a bordo todo estaba muy callado, no sabemos si era porque no había tantas personas, por el uso de mascarillas, por el frío exterior o una combinación de todo, pero no se sentía el tradicional júbilo de “Ya estamos aquí” de otras ocasiones.
Sin embargo, esa sensación fue desapareciendo rapidamente y todo volvió a ser “normal” par un barco Royal, con la única diferencia de ver a la gente con sus mascarillas.
En todas las zonas de los ascensores, los restaurantes y otros sitios del barco había estaciones de gel hidroalcohólico, que por cierto casi nadie usaba.
En lugares especiales como el Windjammer, el Two 720o, el Sorrento ‘s Pizza y en las cubiertas superiores había estaciones de toallas sanitarias por si querías limpiar tu mesa a pesar de que en teoría estaba ya perfectamente limpia. Estas estaciones servían también para limpiar tus objetos personales y las cosas que compraras.
La tradicional venta en la parte central del Royal Promenade que en el pasado atraía a tanta gente, no estaba disponible, y es completamente entendible.
Todas las áreas del barco tenían mesas bloqueadas para conservar la distancia de seguridad sanitaria y en las demás había un pequeño anuncio que decía “Desinfectada para usted”, eso quería decir que ya estaba limpia y podía usarse.
● Nota: En teoría al usar la mesa debíamos dar la vuelta el anuncio para que indicara “No se puede usar”, lo que quería decir que estaba “sucia” y había que esperar que alguien del personal viniera a limpiarla; aunque nadie nos explicó eso y nos enteramos finalmente por un empleado.
El uso de mascarillas era obligatorio en todo el barco con la excepción de estar comiendo, bebiendo o en alguna piscina (alberca). Sin embargo, había gente caminando por los pasillos sin ella y se lo ponían solo al llegar a los ascensores.
Eran también obligatorias en el Solarium y en el SeaPlex. Frente a los pasajeros irresponsables sorprendentemente otros muchos la traían incluso en la cubierta 15 y en el Flowrider que son las áreas más abiertas del barco y donde podías no llevarla si había distancia de seguridad.
En los ascensores solo estaba permitido un máximo de hasta 6 personas, pero aquí nuevamente hubo quién ignoró esta medida y se subía a pesar de que ya iba con la cantidad requerida (realmente necesitamos un policia detrás de cada viajero).
Experiencia en restaurantes, bares y salones
En el comedor principal la experiencia no cambió en lo más mínimo salvo el detalle que en cada ocasión te acompañan hasta tu mesa. Este presentaba el clásico bullicio propio de la gente que estaba cenando y se sentía la misma alegría característica de este lugar.
Por su lado los restaurantes de especialidad conservaron su toque que hace sentir que bien vale la pena ese gasto extra. Excelente comida, servicio exquisito, y agradable sensación de que todo es perfecto.
● Nota: Algo que debo destacar es que mientras que he visto como en varias navieras los cruceristas se quejan de una bajada de calidad de la comida, nosotros notamos exactamente lo contrario.
Los bares estaban en su mayoría muy vacíos salvo los de la piscina que eran los que presentaban más número de clientes. Un ejemplo claro fue nuestra experiencia en el bar del Two 720o en donde en los 2 cruceros previos no pudimos casi ni acercarnos por la cantidad de gente, sin embargo en esta ocasión la mayor parte del tiempo estuvo solo.
La actividad en los diferentes salones como “Boleros” siempre fue buena pero aquí también se noto la diferencia, ya que en todo momento encontrabas un lugar para sentarte para oír la música, algo que no pasaba antes.
El teatro también estuvo siempre semivacío a pesar de que no había restricciones y podías sentarte donde quisieras en la parte baja
● Nota: La parte alta estaba reservada para pasajeros que por alguna razón no tenían vacuna o que traían niños pequeños.
Algo que nos pareció raro y realmente no encontramos su utilidad fue que en ciertas áreas del barco solo se podía entrar si tenías la vacunación completa.
Al embarcar te daban un pequeño brazalete blanco de tela que era tu identificador de que se tenía la pauta completa (algo que tampoco nos especificaron al inicio y ya hasta nos lo habíamos quitado porque molestaba). Sin embargo, en áreas como las piscinas, el comedor principal o el Windjammer esto no era necesario.
Piscinas y atracciones
El ambiente en las piscinas era prácticamente el mismo, con la excepción que había muchas menos tumbonas. Así áreas que normalmente tienen aglomeraciones de ellas estaban vacías, por lo que las cubiertas superiores se veían muy despejadas.
Algo que no cambió para nada es la clásica imagen de ver toallas perfectamente dobladas reservando los lugares más cercanos a las piscinas. A pesar del también clásico aviso de los 30 min, pudimos observar toallas al momento de entrar a desayunar y las mismas toallas al momento de salir.
La mayoría de las atracciones estaban en funcionamiento pero limitadas de operación como los coches de choque en el Seaflex al igual el North Star y el RipCord (Simulador de caída libre) en donde había que realizar cita previa.
Otros detalles de nuestra experiencia a bordo
Algo que ha caracterizado a las navieras en esta pandemia es la transparencia informando de casos detectados de Covid ya sea de la tripulación o algún pasajero (sin especificar nombres), cosa que no fue la excepción en este viaje. Sin embargo, esto no mermó en lo absoluto el ambiente de todos los que íbamos a bordo.
Creo que lejos de satanizar lo anterior, debe agradecerse ya que esto no pasa en otros sitios como hoteles de playa en donde tienes que firmar una exoneración al hotel si te contagias de Covid. Esto es una muestra de que los protocolos funcionan. Además Royal Caribbean tiene un programa de apoyo por si te contagias a bordo para ayudarte a regresar a casa.
El desembarque
El mayor cambio en el momento de salir es que si bien antes de los protocolos tienes que dejar la cabina cuanto antes y deambular por el barco o sentarte en algún lado hasta que tu número de desembarque sea llamado, en esta ocasión se pidió permanecer en el camarote hasta ese momento, algo que en lo personal agradezco.
El problema aquí fue que se formó un poco de caos ya que el barco iba retrasado de horario por un problema mecánico y hubo falta de comunicación acerca de porque no se llamaba a pesar de que la hora que aparecía en la pantalla para tu número ya había pasado. Esto provocó aglomeraciones en la cubierta 5 hasta que finalmente llamaron a permanecer en tu cabina.
Una vez en el muelle buscar tus maletas y finalmente salir no tuvo el menor cambio.
Conclusiones finales de mi experiencia
Resumiendo, la experiencia nuevamente viajando con Royal Caribbean para nosotros ha sido un poco extraña pero he disfrutado más del barco de esta forma que cuando se tenía “normalidad” en los viajes. A continuación, listo de forma resumida los pros y los contras de esta experiencia:
● PROS:
– Siempre hubo bastante lugar en el teatro.
– En el Windjammer normalmente lleno, no había que buscar mucho para encontrar una mesa a pesar de que muchas estaban canceladas.
– Bares prácticamente solos.
– Atención más esmerada y exclusiva en todos lados.
– Muchísima limpieza.
– El simulacro es muy simple de completar.
● CONTRAS:
– Cancelaciones de puertos de forma inesperada.
– Cambios de itinerarios de forma inesperada.
– Restricciones en algunas atracciones.
– Uso de mascarilla a bordo.
– Requisitos previos antes de embarcar (Vacuna completa, PCR o antígenos negativos).
A pesar de que durante el viaje hubo 2 veces cambio de puerto y cancelaciones de excursiones, nunca se congregaron grupos de pasajeros pidiendo reembolsos y compensaciones. Parece que ser flexibles y comprensivos es la nueva actitud del viajero.
Tras mi experiencia puedo constatar que es perfectamente viable subir a un crucero aun en esta ola de la variante ómicron y disfrutar al máximo (entendiendo las limitaciones descritas en este artículo), solo hay que respetar las normas.
Sin embargo si no las seguimos, como vimos a algún grupo de pasajeros, caemos en un exceso de confianza y es cuando seguramente pasaremos nuestro viaje confinados en una cabina o algo peor. Contra la falta de civismo y cumplimiento de las reglas a seguir no hay protocolo que funcione. El viajero debe asumir su papel proactivo en la situación actual si realmente quiere viajar.
Carlos Santiago
Redactor
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Revisado: 18 enero 2022
Autor: Carlos Santiago para CruceroAdicto.com
Fuente y Fotos: Carlos Santiago
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