Un día como hoy, en 2009, el impresionante Oasis of the Seas iniciaba su aventura desde los astilleros de Finlandia en su viaje inaugural.
Era el 1 de noviembre y todo el mundo de los cruceros estaba pendiente porque este barco de Royal Caribbean se había convertido en el más grande jamás construido hasta ese momento.
Los números de este gigante marino sorprendían a cualquiera: 361 metros de eslora (más largo que tres campos de fútbol juntos), capacidad para acomodar a 6.300 pasajeros y la necesidad de contar con 2.200 tripulantes para mantener todo funcionando a la perfección.
Lo curioso es que actualmente ya ha sido superado y ocupa el tercer puesto en el ranking de los barcos de cruceros más grandes del mundo.
Lo que realmente revolucionó la industria fueron las novedades que trajo el Oasis.
Por primera vez veíamos un Central Park de verdad en medio de un barco, con árboles y plantas reales creciendo a pleno sol mientras navegábamos.
También estrenó el AquaTheater, un anfiteatro al aire libre con un escenario acuático para espectáculos que te dejaban con la boca abierta, con buceadores profesionales saltando desde alturas de vértigo.
Y si eres un poco aventurero, el barco estrenaba el FlowRider, un simulador donde podías hacer surf mientras tus amigos se partían de risa viéndote caer una y otra vez. Si esto te parecía poco, te proponían cruzar volando por una tirolina a nueve cubiertas de altura. Vamos, que en 2009 esto era como visitar el parque de atracciones del futuro.
Hoy, cuando vemos los nuevos gigantes como el Wonder of the Seas o el Icon of the Seas, es fácil olvidar que fue el Oasis quien marcó el camino.
Este barco cambió para siempre nuestra idea de lo que podía ser un crucero, convirtiéndolo en un destino en sí mismo y no solo en un medio de transporte para visitar puertos.