Visitando Villefranche y Mónaco
Crucero por la Costa Azul francesa
Puerto de Villefranche
Nos levantamos muy temprano, como cada día que llegábamos a un nuevo puerto. Siempre salíamos al balcón para poder ver en primera línea como nos acercábamos a la costa y disfrutar desde el primer instante de la llegada a una nueva ciudad… En otras ocasiones nos permitíamos el lujo de ver la llegada desde la propia cama…sensación increíble…
A pesar de que el día estaba nublado y frío, éste es uno de esos puertos en los que tus ojos deben estar muy abiertos al igual que tus sentidos…Estaba admirando la preciosa costa de francesa… Este puerto era muy diferente al resto de los visitados hasta ahora. Mis sensaciones eran contradictorias, por una parte la ilusión de entrar en Francia , un pais tan bello y además a través de la Costa Azul y por otra parte, triste porque era el último puerto de este maravilloso viaje.
Vas viendo cómo se acerca el barco a la costa, sus casas escalonadas en las laderas de la montaña, su frondosa vegetación…Antes de llegar al puerto ya estábamos preparados para subir en los botes (tenders) que pone a disposición de los pasajeros el barco. Ya que este puerto no tiene calado para que atraque un barco de las características del Norwegian Gem.
Cuando llegamos, el paisaje me recordaba a las playas de nuestras costas antes de ser invadidas por el turismo, con el típico pueblo de pescadores.
Mi marido y yo nos dispusimos a buscar el camino para llegar al autobús que nos llevaría a Mónaco. Me sorprendió que en un pueblo tranquilo de pescadores hubiera tiendas de marcas tan exclusivas, pensé que era irremediable, estábamos en Francia y sabemos que es un país que desprende glamour por todos sus rincones.
Yo me iba parando en las tiendas de bolsos y zapatos que encontraba a mi paso (son mi pasión) y mi paciente marido me miraba con cara de ¡¡¡no me lo puedo creer!!! Tampoco es tan raro, le comenté, forman parte del entorno de la ciudad..
Continuando con nuestro camino, subimos por una calle empinada, con curvas y escaleras, para coger el autobús que está en la avenida principal. Todo el camino está lleno de bonitas casas y cuidados jardincitos. Finalmente llegas a un parque y en la misma acera, te encuentras con el autobús 100 que cuesta 1 € y es el que te lleva a Mónaco. Si cruzas al otro lado de la avenida, el mismo autobús te lleva a Niza, pero en sentido contrario. Por supuesto también me paré en los tenderetes del mercadillo que había junto a la parada del autobús ante la expresión de desesperación de mi marido por mis continuas paradas… (él es más de expresiones que de palabras).Yo le comentaba entre risas, que eso también formaba parte de la cultura de la zona y el conocimiento de sus gentes..
Cuando el autobús se acercaba me di cuenta de que por fin había llegado a un país donde los medios de transportes públicos eran impecables.
Una vez subidos en el autobús y con la tranquilidad de que este llegaría entero a su destino, pudimos comprobar que las vistas eran preciosas. Puedes ir contemplando el inmenso mar azul salpicado de lujosas embarcaciones, a esa distancia, parecían estrellas en el mar….Nuestro barco a los lejos…
Mónaco
Llegamos a Llegamos a Mónaco, el segundo país más pequeño del mundo. No sé exactamente donde nos bajamos, pero no era la parada que buscábamos. Cruzamos la calle encontrándonos con un colorido mercadillo y su mezcla de olores a flores y frutas. Pensé que esta ciudad no tiene gran interés cultural, pero te llena la vista con otros atractivos. Puedes observar el lujo y el glamour en cada calle, cada esquina, cada parque, cada avenida, donde puedes ver lujosos coches, costosas mansiones…que ciudad más bonita, más cuidada, más limpia. Oyendo de fondo su suave y sugerente idioma, el francés. Estaba encantada!!!.
Nos costó encontrar, tras mucho andar entre vallas y graderíos, un lugar de información para poder recorrer la ciudad de una forma cómoda. Después de mucho preguntar, (el idioma es precioso pero no lo entendía...), vimos a una familia del barco que nos orientó sobre donde teníamos que coger el autobús que nos llevaría a una parada del trenecito turístico. Éste te pasea por el casco antiguo, el casino, el puerto…no necesitaba ver más….A pesar de ser tan pequeña la ciudad me sentía perdida…Por fin encontramos la parada del tren que está frente al museo oceanográfico, su precio era de 7€ p.p. Ahí comenzó el recorrido pasando por la Porte Neuvey ,el Port de Monaco, Eglise Sainte-Devote, Hotel Hermitage, Casino de Montecarlo, Hotel Paris, Fontaine Du Portier, Marche de la Condamine, Rue Remparts, Palais de Monaco, Cathedrale de Mónaco y vuelta al Oceanográfico. Los puntos más importantes de la ciudad.
Aunque estábamos en la roca,( el casco antiguo), que es la zona más turística y donde están las tiendecitas con los souvenirs, la dirección que tomó el trenecito fue hacia el puerto, su recorrido era de 30 minutos. Pasamos por el puerto, por impresionantes hoteles como el Hotel Hermitage, por gran parte del circuito del Gran Premio de Fórmula 1 y por la famosa curva Loewe, el casino, que puedes visitar pagando 10€, el Café París, el Hotel París, la Plaza del Palacio, donde se encuentra el Palacio Real de la familia Grimaldi. Pudimos ver el cambio de guardia, seguimos hacia la Catedral donde se encuentra el panteón de la familia Grimaldi y al final de la excursión el instituto Oceanográfico. Muy cerca del oceanográfico estaba el autobús que nos llevó a la estación de tren.
En mi opinión hacer la excursión en trenecito es muy aconsejable porque, aunque Mónaco es una ciudad pequeña y cómoda de visitar (puedes perfectamente recorrerla a pie), de esta forma ves lo más importante de la ciudad teniendo en cuenta el poco tiempo del que dispones para su visita. Tampoco podríamos haber visto Mónaco de otra forma puesto que nos lo encontramos todo cortado y vallado. Además al ser el último puerto, ya estaba muy agotada de todas las excursiones que habíamos realizado a lo largo del crucero.
La vuelta decidimos hacerla en tren, volviendo a comprobar lo nuevo y cuidado que estaba este medio de transporte, no tenía nada que envidiar al AVE…
Una vez de vuelta en Villefranche le dedicamos unas últimas miradas al precioso paisaje antes de volver al barco mientras esperábamos que el bote (tebder) del Gem nos recogiera…
Ya en el barco subimos a nuestro camarote a despedir la que había sido la última ciudad de nuestro fantástico viaje, tomando las últimas fotos…y dejando reflejado en nuestras retinas el maravilloso puerto de Villefranche alejándose en la costa…
Mª Ángeles Romero