Valoración Adventure of the Seas
Un clásico de Royal Caribbean

Adventure of the Seas
Bandera Bahamas
137.276 Tn
3.114 pasaj.
Construido 2001
Tipo de camarote: Balcón
Itinerario: Mediterráneo
Mi mujer y yo viajamos siempre con los niños, pero ese año nos planteamos hacer un crucero los dos solos, para aprovechar las actividades y espectáculos que no podíamos aprovechar completamente al tener que seguir el ritmo de dos niños pequeños. Organizamos todo para que esa semana se quedaran con los abuelos y reservamos una cabina “interior garantizada” pensando en la opción más económica ya que pensábamos aprovechar al máximo las escalas y las instalaciones del barco, con lo que la estancia en la cabina iba a ser prácticamente solo para dormir.
Mi experiencia navegando en el Adventure of the Seas
Embarcamos desde Málaga, a una hora de dónde vivimos, lo que nos hizo empezar a vivir la experiencia casi al salir de casa. El embarque fue rápido para la cantidad de gente que embarcábamos ese día, aunque no tanto como nuestra experiencia con MSC Cruceros, en cuyos barcos entramos casi sin guardar cola. En la terminal, nos recibieron con la rica limonada que luego podíamos encontrar de manera gratuita por todo el barco. Cuando entramos al buque un camarero nos acompañó a nuestro camarote donde nos llevamos nuestra primera sorpresa. Como ya os dije, reservamos un camarote interior garantizado (interior Z), pero al entrar al mismo nos dimos cuenta que nos habían dado un camarote exterior con balcón, lo que tengo que decir fue una grata experiencia ya que la experiencia de llegadas y salidas de los puertos desde el balcón del camarote es inolvidable. El primer día fue de navegación, lo que aprovechamos para disfrutar del barco que se nos hacía muy familiar, pues era gemelo del “Voyager of the Seas” que habíamos hecho un par de años antes.
La primera escala fue Cagliari en Cerdeña (Italia) donde es de obligada visita la fortaleza del castillo que domina la ciudad, las Torres del Elefante, la catedral y la “Ciudadela de los museos”.
Nuestra siguiente escala fue Civitavecchia y como ya teníamos experiencia tras haberla visitado en anteriores cruceros, en lugar de coger la excursión ofrecida por el barco, optamos por tomar el tren hasta Roma y organizar la visita por nuestra cuenta, lo cual fue un acierto, salvo por la comida, ya que nos metimos en el típico restaurante para turistas, donde la comida dejaba mucho que desear y el exagerado importe de la cuenta a pagar nos aguó la comida.
Una de las mejores cosas del barco es el “Café Promenade” que a cualquier hora sirve Pizzas, tartas, sandwiches, fruta… de forma gratuita lo que nos sirvió para una vez de vuelta en el barco, hacer una merienda-almuerzo que compensó el fiasco en Roma.
Ajaccio en Córcega (Francia) fue el siguiente puerto a visitar. Aprovechamos la estancia para callejear y hacer las compras de rigor ya que la ciudad es perfecta para ello. Hubo gente que prefirió coger el típico tren turístico que te daba un pequeño paseo por la ciudad, sólo recomendable si se quiere bajar un rato del barco y ver algo sin necesidad de caminar.
Al día siguiente visitamos Palma de Mallorca, donde ya habíamos veraneado antes. Aprovechamos para callejear por Palma e ir un rato a la playa.
El último día antes de regresar a Málaga, fue de navegación por lo que aprovechamos para disfrutar de las instalaciones del barco. Escalamos el rocódromo, patinamos sobre hielo, disfrutamos de los espectáculos, y probamos todos los diferentes bares con sus diferentes ambientes.
Mi conclusión final
En resumen, el buque es espectacular, la comida en el buffet es muy buena y variada y no tan “Americana” como la de anterior Royal que hicimos. El restaurante para la cena muy bueno con excelente servicio. Los espectáculos son sin duda los mejores que he visto en cruceros; según nos contaban se habían estrenado poco antes en Broadway, y fuera cierto o no, eran mas que impresionantes dada la espectacularidad del teatro y lo magnífico de los mismos, además eran muy visuales lo que no suponía problemas para los que no hablaban inglés.
Sin duda el hecho de que zarpara y terminara su viaje en Málaga, había “españolizado” el servicio haciendo que sea una experiencia inolvidable aunque no se hable nada de inglés.
Impresionante también el Royal Promenade o paseo central que nos hace sentir que estemos en el exterior o paseando por una calle entre edificios.
Como nos sucede siempre que bajamos de un crucero, lo hacíamos con pena por dejarlo y con la sensación de que los días habían pasado demasiado rápido.
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