Fiordos en el Costa Luminosa, Copenhague
Día 8: Fin del Crucero, visitando la capital danesa
![]() | Costa LuminosaNaviera: Costa Cruceros Año construcción: 2009 Tonelaje: 92.600 Tn Pasajeros: 2.600 Tripulación: 921 |
Este día ya nos levantamos con el ánimo de que el crucero estaba ya llegando a su fin. El último día es el peor, es un día extraño. Tus maletas ya no están contigo, las recogen la noche anterior, ves ya el camarote que ha sido tu casa durante los días que ha durado el crucero, casi vacío, los armarios abiertos, ausencia de tus cosas, la bolsa de mano preparada con las cosas útiles de ese último día, en fin, todo lo que ya te hace vislumbrar que el crucero que te ha costado tanto preparar, la ilusión con que lo has hecho, las ganas que le has puesto y todo lo demás, acaba. Pero yo tengo un lema, que siempre sigo a pies juntillas, “ya falta menos para el siguiente”. Y eso es lo que hago, no me dejo llevar por la melancolía, sino que me despido con un hasta la próxima, porque sé que en un barco u otro, regresare al mar que tanto me gusta y que tanto añoro. Porque cuando una ha nacido y se ha criado en él y por circunstancias de la vida ya no se tiene cerca, lo mejor que te puede pasar es pasar unos días mecida por sus aguas y en esa compañía. Y si a eso le añadimos unos destinos más que apetecibles, ¿qué más se puede pedir. Por eso el último día yo tengo muy presente cual será mi próximo destino.
Pues bien y siguiendo con lo que aquí nos ocupa. Este día debíamos abandonar el camarote a las 8.00 de la mañana, así que nos levantamos pronto y nos fuimos a desayunar, para proceder a las 9.00 a ir a nuestro punto de reunión, ya que también optamos por la excursión con Costa. Nuestro avión tenía prevista la salida a las 15,15.La manera más cómoda de acabar nos pareció esta, puesto que la mañana la garantizábamos visitando Copenhague, para después en el mismo autobús de la excursión, llevarnos al aeropuerto, donde después de recoger nuestras maletas procederíamos a la facturación de las mismas y acceder a la zona de embarque. Como veis, todo muy cómodo. Nuestra excursión era “Copenhague y canales”.
Desembarcamos ya despidiéndonos del Luminosa, yo con la sensación de quizás volverme a embarcar en él, después de tres años consecutivos, me parece que hay un hilo invisible que nos une. En el mismo puerto nos esperaba nuestro autobús, que nos llevó a otra terminal, donde procedimos a subir a unos pequeños barcos para hacer el recorrido por los canales.
La historia de Copenhague se remonta alrededor del año 800 cuando surge en torno a un pueblo de pescadores. Se convirtió en capital de Dinamarca en el año 1300.Sus canales son visita obligada. Y por ellos empezamos. Al poco de comenzar vimos la famosa “Sirenita“. Se encuentra ubicada en una roca en la bahía del puerto, dentro del parque Langelinie. Es el símbolo de la ciudad y como tal es visitada y fotografiada por miles de turistas.
Siguiendo el recorrido por esta bahía, pudimos ver el palacio de Amalienborg, detrás de este, la iglesia de Mármol, el edificio de la Opera y otros tantos más. Al poco nos adentramos en los canales, todos llenos de pequeños barquitos que los locales utilizan como viviendas, todo con un sabor especial. El día estaba esplendido, lo cual hizo el recorrido todo un placer. Continuamos viendo bonitos edificios, como el museo, y pasando por debajo de pequeños puentes de piedra. Después de unos 40 minutos, dimos por terminado el paseo y seguimos en el autobús haciendo una visita panorámica de la ciudad. Pasamos por la entrada del parque Tivoli, el segundo parque de atracciones más antiguo de Dinamarca, pues data de 1843.Tambien vimos el castillo-palacio Rosenborg.
Al final de este recorrido paramos 40 minutos en el puerto de Nyhavn, o nuevo puerto. Este fue construido a finales del siglo XVII como un canal que permitía el acceso directo al mar desde la antigua ciudad. Después se convirtió en la zona donde vivían los pescadores y marineros, para más adelante ser un barrio de mala fama. Hoy en día forma parte del centro de la ciudad y es un precioso canal jalonado por pequeñas casas de colores, algunas muy antiguas pues datan de 1681.Este canal es una de las fotos obligadas de Copenhague. Pudimos ver atracados en él numerosos barcos de madera, dotándole de un sabor especial. En una de sus orillas, curiosamente la que daba el sol mañanero, todo son terrazas de bares y restaurantes adornadas con tiestos y plantas de colores. Estaba muy animado ese día, parecía que todos querían sentarse a disfrutar del sol y de una buena cerveza. En el otro margen pudimos ver la casita donde vivió unos años Hans Christian Andersen.
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También nos acercamos desde allí a una plaza donde esa mañana se realizaba una especie de mercadillo típico de porcelanas y demás enseres antiguos. Pudimos ver desde violines hasta candelabros, pasando por finas figuras de porcelana danesa, juegos de té y grandes relojes. Una delicia para los amantes de las antigüedades.
Y, como todo, nuestra visita toco a su fin. Nos fuimos con mucha pena de esta ciudad, que nos pareció digna de volver a ser visitada en un futuro con más tiempo. Una ciudad con mucha historia y con un sabor diferente. Un ciudad a la que sin duda, algún día no muy lejano, volveremos.
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Ya en el aeropuerto, la organización de Costa Cruceros, volvió a ser eficiente y magnifica. No tuvimos un solo problema. Recogimos las maletas, acompañados siempre por su personal, que también nos acompañó al sitio donde deberíamos facturar. Una vez allí, sus servicios, como nuestro crucero acabaron.
Pero como he comenzado este relato, no hay lugar a la tristeza. Un viaje termina y otro comienza abriéndose paso, con la misma ilusión y las mismas ganas. Yo ya lo tengo muy claro y ya lo estoy preparando, como si fuese el primero, pero nunca el último.
Conchi Castañeira.
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![]() | Conchi Castañeira:“Me inicie en el mundo de los cruceros en el año 1999, con la compañía Costa Cruceros, a bordo del Costa Riviera, un barco del que guardo un grato recuerdo. El crucero fue de 10 días, desde Savona a Tierra Santa, pasando por Alejandría y gran parte del Mediterráneo. De aquella los cruceros poco o nada, tenían que ver con los de ahora. No existía tanta oferta ni información. Se encarecían muchísimo más. Los barcos no eran las moles de ahora, tenían el encanto especial de los cruceros que habíamos visto en el cine y, desde luego, se mimaba muchísimo mas al pasajero, era todo más personalizado“ |
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