Fiordos en el Costa Luminosa, Bergen
Día 5: entre Trolls y ballenas
![]() | Costa LuminosaNaviera: Costa Cruceros Año construcción: 2009 Tonelaje: 92.600 Tn Pasajeros: 2.600 Tripulación: 921 |
A las 8 de la mañana nos levantamos, nos pareció mentira poder dormir un poco más. Lo primero que hicimos fue lo que ya se había convertido en un acto reflejo durante todo el crucero y creo que en todos los demás también, es decir, salir a la terraza para ver dónde estábamos. En este recorrido no dejaba de ser un acto más bien temerario por lo bajo de las temperaturas, pero la emoción de ver un nuevo puerto y destino, puede con esto y con más. Seguro que si algún amante de los cruceros lo está leyendo lo entiende perfectamente.
Vimos que ya estábamos en el puerto de Bergen, pero nos sorprendió ver que no estábamos situados en el famoso Barrio Hanseatico, pues nos habían dicho que los cruceros atracaban ahí. Intentamos orientarnos ya que esa escala la íbamos a realizar por nuestra cuenta. Contábamos con el autobús del barco para sacarnos del puerto, cosa que ya la noche anterior al leer el “Today” nos pareció extraño y en ese momento comprendimos su utilidad.
A las 8.45 desembarcamos y subimos al autobús. El trayecto fue corto, unos 10 minutos y nos dejó en lo que llaman Lille Lungegardsvannet, un parque con un gran estanque, justo en el centro de la ciudad. Desde ahí mismo pudimos ver enfrente el mirador del monte Floien que era justo el sitio al que pensábamos ir primero.
Bergen es la segunda ciudad más grande de Noruega con unos 250.000 habitantes. Se la conoce y promociona como la puerta de entrada a los Fiordos, y por ello también se ha convertido en el mayor puerto de cruceros turísticos de todo el país y uno de los mayores de Europa.
Atravesamos el parque, grande, limpio y con unos jardines muy bonitos y cuidados. Vimos varias estatuas, una en honor del famoso compositor Edvard Grieg, nacido en esta ciudad, la cual tiene también una gran tradición musical, no en vano es sede de la Bergen Philharmonic Orquestra, fundada en 1765 y una de las orquestas más antiguas del mundo. También accedimos a una vía peatonal rodeada de edificios emblemáticos, con la iglesia de San Juan al fondo, en lo alto de la prolongación de esta céntrica calle, una preciosa iglesia de estilo neo-gótico.Vimos una especie de monumento conmemorativo a la actividad marinera que esta ciudad ha tenido y tiene desde siempre.
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Y al final de una calle un tanto empinada, no encontramos con la estación del funicular para subir al famoso monte Floien. Este no deja de ser una atracción turística muy popular que te permite tener unas vistas, si el tiempo lo permite, preciosas de toda la ciudad y de sus siete montañas, llamadas así por inspiración de las famosísimas siete colinas de Roma. El precio para acceder a todo esto es de 150 coronas, dos personas, subir y bajar, lo que son unos 16 euros. El trayecto viene a durar unos cinco minutos. Una vez arriba cruzamos los dedos para que unas cuantas nubes que amenazaban lluvia nos diesen un respiro para disfrutar de las vistas. Tuvimos suerte, pues de momento no llovió. Nos pudimos hacer una idea muy buena de la ciudad, vimos al Costa Luminosa donde estaba atracado, el gran parque donde el autobús nos había dejado, el Barrio Hanseatico que era donde nos disponíamos a ir después, el mercado del pescado…..en fin todo. Allí mismo hay una tienda con todo tipo de souvenirs a unos precios, que comparados con el resto de sitios que habíamos visitado, quizás eran los más asequibles, no olvidemos que Noruega es muy caro. También nos encontramos con un simpático Troll de un tamaño gigante, el cual era después del propio mirador, lo más fotografiado de allí. Al rato de pasear, disfrutar de la tranquilidad de ir por tu cuenta y hacer fotos, decidimos bajar.
Nos encaminamos al Barrio Hanseatico. Bergen formo parte de la Liga Hanseatica desde el año 1100.Este antiquísimo barrio de mercaderes está protegido por la Unesco, y es el único barrio comercial que se conserva del periodo hanseatico. La Liga Hanseatica tuvo su mayor apogeo desde el siglo XIV hasta mediados del XVI y fue una federación de ciudades del norte de Alemania y de comunidades de comerciantes alemanes en el mar Báltico, los Países Bajos, Noruega, Suecia, Inglaterra, Polonia, Rusia, parte de Finlandia y Dinamarca.
Muchos incendios han devastado las casitas de madera de Bryggen, o lo que es lo mismo, de este barrio. Su reconstrucción ha seguido siempre los antiguos diseños, conservando así su estructura principal. Actualmente existe un proyecto para salvar este barrio, pues las casitas principales están derrumbándose a modo de efecto domino, pudiéndose ver claramente. De momento la carretera se ha alejado lo que se ha podido, para evitar con ello vibraciones. Es un sitio encantador y recomiendo recorrerlo sin prisas, entrando a sus zonas interiores y mirando sus tiendecitas. En el parece que el tiempo se ha detenido.
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Lo que se había detenido por encima de nuestras cabezas eran las nubes y ya cansadas de aguantar comenzaron a soltar con rabia todo lo que llevaban. Así que la mañana se volvió oscura y fría y el agua, como alfileres, nos empezó a calar.
Nos encontrábamos ya muy cerca del famoso mercado del pescado, que menos mal, estaba en la mayoría de los puestos tapado con toldos y lonas. Así que por lo menos pudimos pasear en el observando todo lo que ofrece y pensando que nos apetecía probar. Era ya casi medio día, así que nos dirigimos a uno de los puestos y allí entablamos conversación con un chico que trabajaba en el. Era asturiano y como muchos otros estaba en Bergen de Erasmus. Nos explicó el tema de las ballenas. Aunque desde 1986 está prohibida la caza de estos animales en todo el planeta, Noruega, Islandia y Japón la siguen practicando, con fines comerciales o alegando que son fines científicos. También alegan que es parte de su idiosincrasia y además Noruega afirma que solo caza un tipo de ballenas que consumen algunos peces que se capturan en el país, y que de no cazarlas la industria pesquera se veria seriamente afectada. No muy convencidos con esto pues no estamos a favor, nos negamos a probar esta carne, pero ante la insistencia del amigo asturiano y su plena confianza, nos dejamos hacer. Total que al final nos vimos sentados dando buena cuenta de cangrejo real, brocheta de langostinos y al final un poco, puedo asegurar que solo un poco, de ballena. Todo ello a la plancha y acompañado de pan y ensalada de patata. El cangrejo real y los langostinos exquisitos, la ballena parecida al hígado, que a mí no me gusta. También después de disfrutar de este almuerzo compramos allí mismo salmón salvaje que nos envasaron al vacío y os diré que llego a España perfectamente. Este mercado es muy recomendable.
Seguía lloviendo con más fuerza todavía, así que decidimos volver al autobús y al barco, pues ya eran casi las dos del mediodía y esa misma tarde a las cinco teníamos la entrevista, que ya habéis podido leer, al director de hotel del Costa Luminosa.
Esa noche antes de la cena tuvimos el coctel de aniversario y durante la cena tuvo lugar la fiesta italiana, que a mí personalmente es la que más me gusta. A ritmo de los Gipsy Kings con su famoso “Volare”, todo el restaurante se pone en pie y vibra aplaudiendo a los camareros que nos deleitan con una coreografía, que después de servir las cenas y no parar, es de agradecer que empleen en ello todo su entusiasmo. Las servilletas vuelan cantando “oh sole mio” y las cadenetas empiezan a formarse por todo el recinto.
Después de esta fiesta seguimos disfrutando de la noche con nuestros compañeros de mesa y de aventuras durante este viaje.
No tuvimos tanta prisa por ir a dormir, al día siguiente también desembarcaríamos por nuestra cuenta.
Continuará…….
Conchi Castañeira.
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![]() | Conchi Castañeira:“Me inicie en el mundo de los cruceros en el año 1999, con la compañía Costa Cruceros, a bordo del Costa Riviera, un barco del que guardo un grato recuerdo. El crucero fue de 10 días, desde Savona a Tierra Santa, pasando por Alejandría y gran parte del Mediterráneo. De aquella los cruceros poco o nada, tenían que ver con los de ahora. No existía tanta oferta ni información. Se encarecían muchísimo más. Los barcos no eran las moles de ahora, tenían el encanto especial de los cruceros que habíamos visto en el cine y, desde luego, se mimaba muchísimo mas al pasajero, era todo más personalizado“ |
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