Diario de a bordo:Estambul (III)
Estambúl: Los 99 nombres de Alá.
por Maria Eugenia
![]() | Celebrity EquinoxNaviera: Celebrity Cruises Año construcción: 2009 Tonelaje: 122.000 Tn Pasajeros: 2850 Tripulación: 999 |
Caía el sol de la tarde en el estrecho del Bósforo mientras el Equinox se alejaba deslizándose lentamente entre los dos continentes. Como no tenía pensado perderme el ocaso, con un sabor agridulce en los labios, subí hasta la cubierta de hierba para recapitular el que fuera nuestro último día en la hermosa ciudad del Cuerno de Oro.
Me animaba a mí misma pensando que en realidad era solamente un hasta luego… y con la ya tenue luz de fondo, escribí en mi cuaderno: “hasta pronto, sol bizantino, cálido y alegre como las calles empedradas y las gentes que las habitan… solo hasta la próxima, cuando descubra aún mil y una noches más de enrejados escondrijos olvidados y sonrisas otomanas…”
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Y algo más conforme, con todas estas ideas paseándose por mi cabeza, pude centrarme en la visita del día, cuyos puntos fuertes fueron el Palacio de Topkapi y la Mezquita Azul.
Al terminar mi visita, salí convencida que Topkapi en realidad no es un palacio. Es una ciudad real, reservada a unos pocos afortunados de alta cuna, formada por patios y fuentes, jardines y edificios donde a lo largo de los siglos cientos de concubinas vieron colmados sus deseos de joyas y vestidos a cambio de favores de dudoso gusto. Invisibles intrigas y mudos recelos cubren las paredes junto a mármoles y piedras preciosas. Es preciso escuchar muy atentamente y tal vez con los ojos cerrados podremos notar el leve aliento de alguna de aquellas historias que narraban vidas, y que allí han quedado encerradas, para siempre.
Al pasar la mano por la fría reja me imagino a quienes, mucho antes que ninguno existiéramos, se deleitaron con los bailes acompasados y los perfumes de almizcle y jazmines. Quienes, viviendo entre paños de oro, nunca llegaron a vislumbrar ni por un momento, la admiración que despertarían en quien ese día tocaba el gélido hierro de la puerta de su palacio de cuento.
El camino que separa Topkapi de la Mezquita Azul creo que lo hice hipnotizada. No reparé en el taxista turco ni en su peculiar forma de conducir hasta que intentó colarnos en dirección prohibida. Fueron los estridentes pitidos de unos más que enfadados conductores lo que me devolvió a la realidad desde la alfombra mágica en la que me encontraba.
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La Mezquita Azul me sobrecogió desde que vi la sombra recortada de sus seis minaretes en el horizonte de Estambul, el primer día que recorrimos la ciudad. Al bajar del taxi, tan cerca ya, no me decepcionó en absoluto. Por dentro, la casa de Alá llegó a emocionarme. Sus ventanales, fastuosas vidrieras de cristal multicolor, son un tributo a los 99 nombres del Dios de la Meca. Si el día es soleado, se puede disfrutar de un espectáculo de reflejos de mil tonalidades que deja boquiabierto a todo aquel que tiene la suerte de contemplarlo. Personalmente, no me importó nada que en mi segunda visita a la mezquita, el sol dejara todo el protagonismo a las tintineantes luces provenientes de las decenas de lámparas que la adornan y que fueron las que me dieron la bienvenida creando un ambiente de lo más místico.
Que pequeña me sentí en el interior de la mole azul. El ambiente sin duda empuja a la oración y al recogimiento…
Que pequeña me sentí, pero cómo engrandece el alma al mismo tiempo.
En otro orden de cosas, para las señoras, casi obligatorio llevar un pañuelo grande para cubrirse brazos y pecho, so pena de tener que ponerte uno ajeno que con total seguridad habrá pasado por varias manos, amablemente proporcionado por los operarios del control de entrada.
Ah! Una cosa más: en la Mezquita Azul habrá de entrar descalzo, tampoco es mala idea llevarse unos calcetines “ de seguridad”. Advertidos quedan.
Continuará…
María Eugenia
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Maria Eugenia C. Marín Soy una diplomada en turismo a la que le encanta viajar cuando tiene la oportunidad, aunque de momento, lo compagino con los estudios para optar a una plaza de funcionaria pública. Tuve la oportunidad de realizar mi primer crucero en 1.999, a bordo del Costa Romántica, de la mano de Costa cruceros. Puedo decir que en aquel itinerario por el Mediterráneo surgió mi actual pasión por las vacaciones a bordo. Despúes vinieron otros, como el Costa Victoria ( Mediterréneo,Islas Griegas, Turquía y Mar Negro 2008 ) el Norwegian Jade ( Islas Británicas y norte de Europa 2009 ). Por último, el día 9 de septiembre regresé de un maravilloso Celebrity Equinox… o al menos parte de mi, ya que creo que alguno de mis sentidos aún están perdidos por alguna de las intrincadas callejuelas del mercado de las especias de Estambul…
Maria Eugenia
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