Transatlántico en el Epic: Desembarco en Miami
Esperando embarcar en el Norwegian Pearl
Norwegian EpicNaviera: Norwegian Cruise Line Año construcción: 2010 Tonelaje: 153.000 Tn Pasajeros: 4.200 Tripulación: 1.690 Itinerario: Barcelona, 3 días navegación, Azores, 5 días navegación, St Thomas, 2 días navegación, Miami |
Día 11: Explorando Miami.
Amanece un día despejado, pero con un aire muy frío, tanto que desayunando en la cubierta exterior, me quedé helada.
A las 10, ya hemos desembarcado. Cogemos un taxi, que pensamos que nos dio la vuelta especial para “guiris”, ya que enfila el puente más lejano para entrar en Miami Beach, en vez del Mc. Arthur, que está al lado del puerto. Nos cobra 35 dólares, que es caro.
Ya conocimos Miami el año pasado, también por un crucero por el Caribe en el EPIC; hicimos noche el día de antes de embarcar, y luego volvimos otro día, en una escala. En ésa ocasión estuvimos en un hotel de la cadena Marriott, en down town, que resultó fantástico.
Ahora lo hemos cogido en Miami Beach, para conocer mejor la zona.Es el Wyndham Garden.
El hotel tiene un aspecto bueno desde afuera. Son varios edificios Art Decó, en blanco, con adornos de molduras. Tiene piscina exterior, con tumbonas, y una gran terraza con sillones para poder tomar una copa por la noche, pues el edificio en dónde se sirve el desayuno es una casita construida con coral (son como piedras de rocalla), que es restaurante y bar de copas, hasta las 10 de la noche.
Aquí en Miami nos esperan unos amigos que conocimos el año pasado en el otro crucero por el Caribe, y que, luego en diciembre, en su viaje por Europa, estuvieron en Madrid, en dónde nos volvimos a ver. Vienen a recogernos al hotel para que pasemos el día con ellos. Damos una vuelta con su coche por Ocean Drive, llena de gente, y tan increíble como la recordaba. Dejamos el coche en un aparcamiento (no hay posibilidad de otra forma de aparcar si no es pagando), y hacemos un pequeño city tour andando por Española way y Lincon Road, y a las 12,30 volvemos al hotel.
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La habitación que nos dan está situada en el segundo edificio, que tiene una fachada Art Decó exactamente igual a alguno de los cines de la Gran Vía de Madrid, de cuándo yo era pequeña. Es un primer piso sin ascensor, con lo que el subir las maletas es un poco incómodo.
Es amplia y está decorada también en tonos verdes agua y lima. El baño es moderno y limpio, con un lavabo redondo sobre una encimera negra de granito. Tiene una cama King, y un escritorio con silla en un lateral, adosado a una pared cubierta con una foto de almejas y agua.En conjunto nos parece bien.
Nuestros amigos tienen infinidad de planes para pasar el día, que poco a poco, van quedando solo en eso, ya que los traslados de un sitio para otro, con atascos enormes, se hacen muy largos.
La mayor parte de los españoles que vienen aquí, vuelven cargados de ropa de marca, muy barata. Lo que yo voy encontrando tiene unos precios bastante parecidos a los que podría encontrar en Madrid y, además, lo que ponen en las etiquetas es el precio sin tasas ni impuestos, con lo que al pagar te llevas la gran sorpresa de que es un 18% más de lo que pensabas.
Comimos en un peruano: CVI.CHE 105 que nos agradó bastante. Parece que aquí, al igual que en Madrid, la cocina peruana está cada vez más valorada.
Se suele pedir varios platos al centro para compartir. El maître te recita algunos, explicándote como están realizados y con qué productos, para que los pidas juntos, pero vemos que en la carta pidiendo plato a plato, sale más barato.
Pedimos:
-Pulpo al olivo: una grata sorpresa. Pulpo cocido, en rodajas muy finas, y sobre él, una crema hecha con aceitunas negras chilenas. Adornado con gotas de aceite de oliva, y alguna aceituna, sin hueso. El conjunto resultaba muy bueno de sabor.
-Un par de platos de una carne troceada y rehogada con cebollas y verduras, con salsa de soja, sobre un montón de patatas fritas, y con una bola de arroz blanco, cocido, en un lateral. La salsa de soja, parece ser que la utilizan mucho.
-Ceviche de corvina: marinada en jugo de lima, formando una montaña en el centro del plato sobre alguna hoja de lechuga y, alrededor, cebollas moradas, chiles rojos picados muy finos, cilantro, alguna hierba más, y un cuadrado de batata cocida, que es el contrapunto a cuándo el picante ó el acido es fuerte. Nos gustó bastante.
Cervezas chilenas.
Te pasan la factura, y tras firmarla y cargarla en tu tarjeta, te pasan otro papel que debes rellenar con los datos de la propina. Propina que, al parecer, es obligatoria, y que es exageradamente alta, al menos para mi opinión. 10 dólares por un servicio normal y corriente, me parece una exageración.
Pero si no lo dejas, poco menos que tienes que salir corriendo, dicen…
Queríamos visitar el Monasterio Español: es un monasterio medieval, de Sacramenia un pueblo de Segovia, y lo compró H.R.Hearts, el millonario, llevándolo piedra a piedra. Tras estar un montón de años embalado, se lo compraron y, en 1954, lo reconstruyeron, costando una barbaridad. Está situado hacia el norte, en las afueras de Miami.La autopista está totalmente atascada y tardamos en el trayecto mucho más de lo que pensamos. Llegamos casi al cierre, que era a las cuatro de la tarde. Casualmente, está cerrado por una boda (ahora es una iglesia protestante) que además celebran en los jardines. Nos dejan echarles un vistazo desde la puerta, están muy cuidados, y lo que se ve del monasterio es magnífico.
Vamos a Hollywood beache, que es una típica zona playera, con el paseo marítimo, bares, restaurantes, tiendas, y la playa que es estupenda. Y, sobre todo, el mar con un color turquesa-verde de lo más llamativo, y unas olas impresionantes. Hace un aire tan horrible que te azota la tierra.
Después vamos a un centro comercial con tiendas de ropa, zapatos …etc. Tienen cosas de marca, pero no como en las tiendas especializadas. No era un mall.
Parece que aquí otra de las cosas típicas que hacen los turistas, es visitar un mall, una zona comercial gigantesca, en las afueras de la ciudad, con muchas tiendas de marca; creo que son outlet, con precios más bajos que los de la ciudad.
Volvemos al hotel hacia las 7,30 de la tarde.
Salimos a cenar, y a ver un poco de la noche de Miami Beach. Llegamos hasta Española Way, que está cerca del hotel. Es una calle con muchos restaurantes, italianos, franceses, mejicanos, y, alguno español de tapas, aunque en su pizarra además de sangría, haya pisco y otras cosas. Sus terrazas están llenas de gente cenando. La calle tiene bastantes plantas de adorno, unos edificios bonitos, y alguna tienda de marca. Paseando también hay mucha gente. Me sorprendió que es bastante corta.
Seguimos hacia Lincon Road. Que es una calle peatonal llena de tiendas de marca, restaurantes de moda, y gente guapa, para lucirse. También está completamente llena en las terrazas de los restaurantes, y apenas se puede andar de tanta gente.
Probamos (todo hay que probarlo) para cenar, un restaurante típico americano de comida rápida. La decisión estuvo entre probar la de marcas conocidas (Mc Donald…), o una desconocida para nosotros, también con aspecto de cadena multinacional. Nos decidimos por ésta última, porque estaba llena de americanos. Tienen lo típico: perritos, hamburguesas y sándwiches. Pedimos unos perritos con cebolla y mostaza. La salchicha, francamente mala, y la cebolla (que ponía frita), apenas cocida. Para entretener la espera, hasta que te dan la bolsa de papel con tu pedido, nos dicen que en la entrada hay un saco de maní, con unas bandejitas para servirte como aperitivo. Tenía una pinta regular, pero resultó que los cacahuetes estaban muy buenos. El perrito de lo más vulgar.
Seguimos paseando, y nos acostamos pronto.
Al día siguiente embarcábamos de nuevo en el Norwegian Pearl, otro barco de NCL, para un recorrido por el Caribe.
Continuará nuestro relato con las aventuras en el Norwegian Pearl.
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Mª Ángeles Ruiz y Vicente Cañón
Desde siempre viajar ha sido una de las cosas que más nos ha gustado. España la conocemos bastante, y poco a poco vamos ampliando con otros países Nuestra primera experiencia con los cruceros fue en el 1998, con el buque D. Juan, una pieza ya casi histórica en ése momento, con el encanto de un barco sumamente marinero y adornado con maderas oscuras. Era un crucero por el Mediterráneo, en el mes de noviembre, y durante toda la semana que duró, no hubo un día en que el mar estuviera tranquilo. Las olas eran tan grandes que parecían sobrepasar el barco y, se movía tanto, que era imposible caminar bien ni siquiera agarrado. A pesar de ello, nos enamoramos de esa forma de viajar y, afortunadamente, seguimos disfrutándola. Ya hemos realizado 13 cruceros. Y desde que con internet se puede diseñar mejor cada escala, parece que se empiece a vivirlas mucho antes de llegar a ellas. En barco hemos conocido todo el Mediterráneo; Noruega y Cabo Norte; el Atlántico hasta Casablanca y Agadir, la Patagonia desde Buenos Aires hasta Santiago de Chile; Islas de Grecia y Turquía con un velero de Star Clippers; bastantes islas del Caribe; el Báltico; y últimamente un transatlántico Barcelona-Miami. Nuestros próximos proyectos son Alaska y Canadá costa Oeste, o Canadá costa Este. Aunque la lista es muy larga, y cada día se van añadiendo nuevas posibilidades.
Mª Ángeles Ruiz y Vicente Cañón | |