Diario a bordo del Norwegian Jade: rumbo a Malta
Visitando el puente de mando
por Jesús Rico
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DÍA 9 – saliendo de Estambul
Después de dos días (con sus noches) en Estambul el Norwegian Jade partió la mañana del lunes 21 con el último destino del crucero antes de la llegada a Barcelona, Malta. La salida del puerto fue más vistosa que la llegada, debido a que el tiempo mejoró sensiblemente y ayudó a que tuviéramos unas excelentes vistas de la ciudad.
Este día, lunes 21, fue muy tranquilo y no hay mucho que reseñar. Sin embargo, después de cuatro cruceros decidí que este sería en el primero que pisaría el gimnasio del barco, no sólo para hacer las fotos de rigor, porque el cuerpo después de una semana de comilonas se había ensanchado un “pelín”. Escogí el stepper para perder mi virginidad en los gimnasios y me piqué con un yankee que se encontraba junto a mi (él no hizo lo mismo conmigo) y que había empezado a correr minutos antes. Cuando lo superé y corrí unos minutos más di por terminada mi primera jornada en un gimnasio en alta mar.
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Después de estos intensos minutos deportivos tomé un baño en el camarote y recogí a mi mujer para irnos a comer. Durante la comida quedé con el sevillano para salir a la cubierta 12 enseguida que abandonáramos el restaurante. A esas horas y desde esa cubierta pudimos disfrutar de vistas magníficas del estrecho de Dardanelos y la península de Gallipoli, lugar donde se desarrolló una de las batallas más cruentas de la I Guerra Mundial en la que fallecieron más de 100000 personas. Como vestigio mudo de esta batalla los turcos erigieron un monumento en el cementerio de los soldados turcos caídos en la batalla. Al otro lado del estrecho, donde se ubica el núcleo más importante de la región de Çanakkale, y a la altura del monumento funerario, se encuentran los restos de la ciudad de Troya, aunque desde el barco sólo se ve una llanura.
Sin embargo, y a pesar de las inestimables vistas, lo más reseñable de este día fue la evacuación de dos pasajeros por diversos problemas, el primero de ellos a la altura de la entrada del estrecho cuando navegábamos junto a la ciudad de Gallipoli (un niño pequeño) y el otro evacuado, un pasajero de mediana edad, cuando habíamos dejado atrás el estrecho, ya en el Mar Egeo. Según me comentaron al día siguiente varias personas de la tripulación las dos personas habían superado los problemas que habían padecido.
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DIA 10 – En el corazón y el cerebro del barco
Este segundo día de navegación iba a tener más cosas reseñables que el anterior. Por fin iba a poder visitar, junto con mi mujer, el puente de mando y departir durante unos minutos con el primer piloto. Pero el día lo había empezado, por desgracia, un par de horas antes. Después de desayunar y con 40 minutos hasta la hora de la cita en el puente, decidí volver al gimnasio a seguir quemando calorías. Como no podía disfrutar de mucho tiempo en el local puse la máquina elegida en esta ocasión, una cinta de correr, casi al máximo y sin haber realizado estiramientos antes. El resultado de este experimento fue una rotura a la altura del gemelo y varios días con dolores tremendos. Fin de mi visita a cualquier gimnasio, al menos durante una temporada (más larga que corta).
Del gimnasio a la ducha y cojeando hasta la recepción del Jade, donde José Piedra nos acompañaría hasta el puente de mando. Éste se encuentra en la cubierta 8 y al llegar a él, Armando da Silva, el director del hotel, nos esperaba para darnos la bienvenida a esta zona noble del barco. Antes de acceder al puente nos cruzamos con los camarotes de los principales del barco, como nos había indicado el director del hotel en la entrevista que le realizamos días antes. En el mismo puente nos topamos con el capitán que estaba siendo entrevistado por personal del departamento de prensa de NCL (poco después vimos la entrevista en la televisión del camarote), así que tuvimos que permanecer unos minutos en silencio hasta que finalizara el acto publicitario.
Armando nos presentó al primer piloto del Jade, Ricardo Anguizola, un simpático panameño que nos explicó el funcionamiento del barco y su tecnología avanzadísima, cuál era su labor y el tiempo libre del que disponía. Con los datos que iba relatando también incluía algunas curiosidades como que el barco tenía 8 metros de calado (en un barco de casi 60 metros de altura, sorprendente) o que podía el Norwegian Jade girar sobre su eje estando quieto el buque. Nos mostró de cerca todos los aparatos que había descrito, así como los que habían tanto a babor como a estribor del puente de mando que eran usados para atracar el barco en los puertos. En un momento dado le comenté sí se podría considerar al puente de mando el cerebro y la sala de máquinas el corazón, a lo que él me respondió, después de una tiempo recapacitando, que el cerebro y el corazón eran el puente de mando y que la sala de máquinas eran los músculos. Aún no estoy convencido del todo, pero bueno, él es el primer piloto y le creeré, jejeje. En realidad fue muy curiosa e instructiva la visita al puente, sobre todo el poder conversar en el mismo puente con Ricardo Anguizola, el capitán Mikael Hilden o Armando da Silva. No pudimos estar mucho más tiempo hablando con el piloto porque el tráfico naval en Grecia es, al igual que el tráfico rodado, muy caótico, lo que le obligaba a estar pendiente de cualquier maniobra extraña que los barcos griegos pudieran efectuar.
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Al terminar la visita decidimos acudir al brunch a ritmo de jazz que se celebraba en el Le Bistro. Esta comida, como su nombre indica (BReakfast and lUNCH), es como un tentempié a media mañana, entre el desayuno y la comida. Aunque la calidad de la comida era excelente y el Le Bistro es un restaurante de altísima calidad no terminó de gustarme esta “nueva” moda. Prefiero los horarios de toda la vida para acudir a los restaurantes. No obstante a media tarde tuve que refugiarme en el Grand Café a devorar unas porciones de pizza porque el hambre se había apoderado de mí.
Después de descansar durante un tiempo en el camarote asistimos al espectáculo del Stardust Theater, esta vez acompañados por las otras tres parejas, donde actuaba el cantante Edmondo Rahme; un tipo insólito pero con una grandísima voz, de hecho interpretó clásicos de Tom Jones o piezas de ópera de Pavarotti (su nessun dorma me erizó la piel); nos hizo pasar momentos muy divertidos durante su magnífica actuación.
Tras la actuación una de las “miembras” de nuestra pequeña familia celebraba su cumpleaños y lo celebramos cenando en el Grand Pacific, donde parte de los camareros, además de servirnos por enésima vez una comida excelente, le dedicaron el “happy birthday”. Ese iba a ser mi final de día porque el día siguiente, escala en Malta, tendría que volver a forzar la pierna, aunque el resto del grupo acudió al Spinnaker Lounge a disfrutar de la Fiesta Blanca, una de las pocas veces que la discoteca se llenó durante todo el crucero, lástima de mis experimentos deportivos.
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![]() | Sobre el autor:Jesús Rico. Hasta la fecha he podido disfrutar de cuatro cruceros, dos con Pullmantur (Sky Wonder, 2007, y Empress, 2010), con Royal Caribbean (Voyager of the Seas, 2009) y NCL (Jade, febrero del 2011). Si he de elegir alguno de estos cruceros me quedo con el primero, por descubrirme esta nueva forma de viajar y como principal razón por ser mi Luna de miel; es extraño porque el barco era el peor con diferencia y el más viejo, del año 1984.“ Siempre que pueda embarcaré en más cruceros sin tener preferencia hacia ninguna naviera. Sé que cada barco tiene su encanto personal y con eso me sobra, aunque sé que buscaré ofertas del Oasis of the Seas, el Allure of the Seas, el Epic… y por zonas los fiordos noruegos, la costa oeste o este de EEUU, Alaska o cruzar el Canal de Panamá… |
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