Crucero fluvial Estrasburgo, Día 1,
Mercados Navideños con CroisiEurope

Ms Beethoven
|
|
Escala Estrasburgo, Francia
Día 1, Una ciudad para el paseo
Nuestro crucero fluvial por los mercados navideños de Alsacia y la Selva Negra comienzan en la bella ciudad de Estrasburgo, a la cual llegamos desde Madrid con Lufthansa a través de Frankfurt, con el servicio de avión más autobús, que resultó una forma de viajar cómoda y económica.
Sobre las cuatro de la tarde llegamos a la Plaza de la Estación, donde casualmente habíamos reservado nuestro alojamiento, Le Grand Hotel, céntrico y muy funcional que era lo que buscábamos para esta ocasión. Nada más bajar del autobús, tomamos contacto con el ambiente navideño que reina en toda la ciudad en esta época, nuestro primer mercado en la Place de la Gare, nos daba la bienvenida a la “Capital de Noël”.
Dejamos nuestras cosas en el hotel y salimos a disfrutar del cálido ambiente que allí se respiraba a pesar de las bajas temperaturas. No eran las cinco de la tarde y ya era de noche en estas latitudes, pero las luces multicolores inundaban cada plaza. Sacamos nuestro mapa dispuestos a recorrer los distintos mercados de la ciudad repartidos por el casco antiguo.

El Christkindelsmärik, en la plaza Broglie, es el más importante de la ciudad y el mercado navideño más antiguo de Francia. Hay todo tipo de artículos de decoración de Navidad, juguetes hechos a mano, especias para cocinar, pastelería alsaciana y vino caliente. El olor a especias, canela y dulces que se respira es algo que permanecerá para siempre en mi memoria.
En la plaza de la Catedral, a los pies de la impresionante catedral gótica de Notre Dame, encontramos otro bonito mercado y un buen momento para probar el famoso vino caliente ideal para quitar el frío. Continuamos nuestro paseo hasta la Plaza Gutenberg, donde paseamos por el mercado dedicado a Bélgica. Cada año, Estrasburgo dedica este mercado a un país invitado. Aquí probamos deliciosos chocolates.
En la plaza Kléber, estaba instalado el Gran árbol de Navidad, Hay una tradición de los habitantes de Estrasburgo que cada año, dejan regalos para los pobres bajo este gran árbol. Dedicamos la tarde a pasear por calles y plazas y visitar los distintos mercados que salían a nuestro paso, uno dedicado a los productos de Alsacia, el mercado de los niños, etc. Tenía que hacer un gran esfuerzo para no parar en cada caseta y comprar un motivo navideño, dulce típico o cualquier otra delicia culinaria que allí se exponían.
El día había sido largo, salimos muy temprano de Madrid y picoteos de mercado aparte, no habíamos hecho ninguna comida desde las once de la mañana, la servida en el avión por gentileza de Lufthansa. Decidimos buscar un buen sitio para cenar, antes de las ocho que cierran los mercados y todos los establecimientos se ponen imposibles. Entramos en un restaurante de especialidades alsacianas “Aux Armes de Strasbourg” en la plaza Gutenberg, aunque tan lleno que apenas podíamos movernos en la silla, disfrutamos de una estupenda cena. De regreso al hotel encontramos las calles casi desiertas. Todavía era temprano, pero al día siguiente queríamos madrugar y aprovechar bien la mañana, por lo que dimos por terminada la jornada.
Nuestro segundo día en Estrasburgo comenzó temprano. Desayunamos en el hotel y dejamos la maleta en su consigna. El personal muy amable, nos comentó que podíamos pedir un taxi para ir a la estación fluvial a la hora elegida. Lo pedimos para las cinco de la tarde, lo que nos dejaba ocho horas por delante para visitar la ciudad. De noche, con las luces navideñas, el ambiente era mágico, pero a la luz del día esta ciudad me fascinó.

Teníamos muy claro el recorrido y nuestros pasos se encaminaron hacia “La Petite France“. El origen del nombre hace referencia a que a mediados del siglo XVI, aumentaron en la ciudad los casos de sífilis, conocido como “el mal francés”, para combatir la enfermedad, las autoridades crearon un hospicio en un antiguo edificio, el “Hospice des Vérolés”. El muelle situado junto al hospital tomó el nombre de Petite France y este se extendió a toda la zona que entonces era un barrio de pescadores.
Lo bueno de madrugar, es poder pasear por una ciudad casi desierta, sin apenas turistas, que en esta época del año hay muchísimos. En unos minutos llegamos a nuestro destino, declarado Patrimonio de la Humanidad en 1988, es uno de los rincones con más encanto de la ciudad, sus casas de entramado de madera de estilo renano, antiguamente estaban ocupadas por los distintos gremios y en la actualidad albergan encantadores hoteles y restaurantes típicos alsacianos.
Callejeamos por el barrio, que ya empezaba a estar muy animado y además había salido el sol, lo que nos permitió ver una ciudad luminosa. Los Puentes Cubiertos, cuatro torres de defensa del siglo XIV que han conservado el nombre, aunque en el siglo XVIII desapareciera la cubierta. Las animadas plazas y calles profusamente decoradas, donde encontramos algunas tiendas muy singulares, como una de motivos navideños totalmente irresistible, donde podías encontrar cualquier motivo navideño imaginable. Visitamos sus tres estrechas plantas varias veces, y en contra de nuestros propósitos, no nos resistimos a comprar algunos recuerdos. Tras muchas fotografías de sus casas y canales, iniciamos el regreso hacia la Plaza de la catedral de Notre Dame, un hermoso edificio gótico que sólo admiramos por fuera. Queda pendiente el interior para la próxima visita.

Los mercados de Navidad también estaban muy animados esa mañana, pero como hacía un día tan estupendo decidimos acercarnos hasta el embarcadero del Palacio de Rohan y embarcar en el Batorama, para descubrir Estrasburgo desde las aguas del Ill. El barco totalmente acristalado y con auriculares en 12 idiomas, el español con acento de telenovela, a través de los cuales pudimos escuchar la historia de los lugares por donde íbamos pasando, de forma bastante sincronizada. El trayecto tiene un precio de 12,50 € y dura una hora y diez minutos durante los cuales da la vuelta a la ciudad vieja, pasando por dos esclusas, algo bastante curioso de ver. Pasa por la Petite France y los Puentes Cubiertos, atraviesa el barrio Imperial y llega hasta las Instituciones Europeas, corazón de la Europa política y jurídica, para desembarcar de nuevo en el muelle de Rohan. Acabado el paseo en barco, nos dirigimos de nuevo a la Petite France para comer, aunque eran las tres de la tarde, en esta zona tan turística hay restaurantes que sirven comidas de forma ininterrumpida. En este caso elegimos uno recomendado en varios foros de viajeros “La Corde a Linge”, con buena comida alsaciana y riquísimos postres. Con el tiempo bastante justo, regresamos al hotel a por nuestras maletas y el taxi que nos llevaría a la rue du Havre a embarcar en el M.S. Beethoven.
La estación fluvial de CroisiEurope en Estrasburgo lucía sus mejores galas, decoración navideña y ocupada por un montón de barcos de la flota, todos ellos iluminados invitando a subir a bordo. El embarque fue muy rápido, nuestro nombre en recepción e inmediatamente nos acompañó una amable señorita a nuestro camarote. A partir de aquí, todo fueron facilidades y buenos detalles. Cóctel de bienvenida y presentación de la tripulación, una deliciosa cena y a descansar, mientras el barco se dirigía a Breisach-am-Rhein. Al día siguiente nos esperaba una bonita jornada, con visita a Colmar y la ruta de los vinos.
Continuará…….