Escala Alesund, Crucero Fiordos y Cabo Norte, día 11
Crucero en el ms Ryndam de Holland America Line
ms Ryndam
55.819Tn, 1.627 pasaj. Posición actual del ms Ryndam
Itinerario: Rotterdam,Oslo, Kristiansand, Bergen, Tromso, Cabo Norte (Honningsvag), Alesund, Flam, Stavanger, Dover
Escala Alesund, Noruega
Día 11, Explorando la ciudad que surgió de sus cenizas
Habíamos recibido por megafonía el aviso de que atracaríamos más tarde por problemas en el puerto, esto causó gran revuelo entre un grupo de pasajeros que tenían contratadas excursiones por su cuenta al fiordo de Geiranger y otros lugares relativamente retirados. A nosotros no nos importó, estábamos decididos a conocer esta ciudad que a priori nos parecía muy interesante y que nos ofreció mucho más de lo que esperábamos.
Arribamos con el cielo nublado y amenazando lluvia. Desde el puerto la imagen que divisamos nos dejó gratamente impresionados, los canales se adentraban en la ciudad, sobre ellos, surgiendo directamente sobre el agua, se levantaban edificios en colores azul, verde y azafrán con tejados de pizarra y con sus fachadas decoradas con motivos florales y ornamentos de inspiración vikinga, rematadas por estilizadas torres y agujas. Todo ello formaba un precioso conjunto arquitectónico de estilo Art Nouveau perfectamente conservado.


La ciudad fue completamente destruida en 1904 por un gran incendio, sus casas de madera ardieron como teas en poco tiempo, dejando sin hogar a más de 10.000 personas en el gélido mes de enero. El Káiser alemán Guillermo II, que veraneaba en la comarca, se implicó en su reconstrucción y los edificios se levantaron siguiendo los cánones del estilo Art Nouveau en auge en ese momento.
Desde el puerto veíamos la montaña de Aksla, a la que se llega subiendo 418 escalones que arrancan del extremo de una de las calles peatonales. Cuando nos dirigíamos hacia allí, nuestra hija nos dijo que no se encontraba bien y que prefería volver al barco. La acompañamos y de regreso comenzó a llover, por lo que desistimos de subir los 418 escalones. Desde el lugar en que nos encontrábamos, al lado del puerto, salía un trenecito turístico que bordeaba la ciudad y subía hasta la cima de la montaña, esta fue nuestra opción y montados en tan singular transporte recorrimos la ciudad, al ir subiendo nos iba desvelando maravillosas vistas de la misma. En la ascensión, entre bosques y algún lago, vimos un par de Bunker de la guerra y también la estatua del gigante vikingo Rollon.
Desde la cima la perspectiva era fantástica, parecía la maqueta de una ciudad de cuento, con sus casas de color pastel, con tejados de pizarra plateada que brillaban con los rayos del sol que asomaba tímidamente entre las nubes. Encajada entre montañas y rodeada de canales, la imagen era espectacular y la fotografiamos desde todos los ángulos posibles.
Cuando bajamos, decidimos volverá al barco a ver como se encontraba nuestra hija, no queríamos que se perdiera la visita a tan bonito lugar. Aprovechamos para comer algo a bordo y luego regresamos a la ciudad, acompañados de Inés que ya estaba recuperada.
En esta ocasión nos adentramos por las calles más céntricas y comerciales y aprovechamos para hacer alguna compra, mientras fotografiábamos tan bella arquitectura.

En la mañana me había quedado con ganas de adentrarme en lo que parecía ser el barrio de pescadores, ahora teníamos ocasión y hacia allí nos dirigimos. Esta era la única zona de la ciudad que no se destruyo en el pavoroso incendio, por lo que conservaba sus tradicionales casas de madera pintadas de blanco. En nuestro paseo vimos algunas tiendas que nos llamaron la atención, una de ellas dedicada a los artículos de pesca algunos muy curiosos. También descubrimos alguno de esos lugares que las guías de turismo no reflejan; un taller de soplado de vidrio cuya entrada era libre y en el que se podía ver el proceso de fabricación de distintas piezas de este material. También vimos un pequeño café con tienda de antigüedades, dónde se amontonaban los más variados enseres relacionados con la vida cotidiana de este lugar. Por último, nos adentramos en uno de los callejones que daban al mar, para hacer unas fotografías y allí vimos una pequeña puerta con un cartel que anunciaba “Museo de la Pesca” y aunque no parecía gran cosa, decidimos entrar. La joven que nos recibió, hablaba bastante bien español y no quiso cobrarnos la entrada pues iban a cerrar en breve. Según nos adentrábamos, íbamos descubriendo estancias y galerías en las que se mostraba todo el proceso de pesca, salado y envasado del bacalao y el arenque, todo ello escenificado con graciosas figuras a tamaño natural. Allí se podía tocar e incluso percibir el olor a sal y pescado. En el segundo piso, escenificaban los camarotes de los barcos pesqueros y como era la vida a bordo. Fue una visita muy agradable e ilustrativa.
Habíamos acabado con las tarjetas de memoria de las dos cámaras fotográficas y emprendimos el regreso al barco. Amenazaba lluvia de nuevo y se estaba haciendo tarde.
En esta escala coincidimos con dos barcos; el “Marina” de Oceanía Cruises y el “Aurora” de P&O Cruises. Aún así, no se veía mucha gente, Alesund está fuera de los grandes circuitos turísticos y eso hace que se mantenga auténtica.
Acabamos esta escala muy contentos, nuestras expectativas se habían cumplido con creces. Al día siguiente nos esperaba la naturaleza en estado puro, navegaríamos por el Fiordo de los Sueños.
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