Un crucero de Lujo asequible
Desde que realice mi primer crucero en el año 1999 hasta hoy, me he dado cuenta que en este mundo algo está cambiando, tanto en cuanto a barcos se refiere, como al trato al pasajero y servicios. Sabía que, a día de hoy, existen compañías en las cuales el mimo, el lujo y el “savoir faire” de antaño se siguen dando, con el pero de que sus precios están solo al alcance de unos pocos bolsillos. Esto es lo que pensaba, hasta el otro día que subí a bordo del Azamara Journey, porque yo soy de las que quieren ver y comprobar por sí mismas. Un barco en el que nos es posible a la mayoría, el poder tener una experiencia diferente a lo que son los barcos de hoy en día; grandes moles en los que priman otras cosas. Un barco, repito, en el que los viajeros más exigentes y experimentados cruceristas pueden aspirar a un servicio excelente ( un camarero por cabina), a bordo de una nave intima equipada con todo tipo de comodidades, ofreciendo un ambiente cálido y acogedor. En la cual la oferta gastronómica es uno de sus grandes alicientes, así como destinos fuera de lo común y las largas estancias en puertos. Y todo esto a unos precios más que aceptables.
Con estas premisas nace Azamara Club Cruises, perteneciente al grupo de Royal Caribbean y Celebrity, y con dos barcos en su haber, el Azamara Quest y el Azamara Journey.
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El nombre de Azamara es un término derivado de las lenguas romances el cual se refiere a azul y a mar. También está inspirado en la estrella Acamar, que era la que se podía ver más al sur de Grecia y la más brillante.
Su silueta ya desde el exterior recuerda a un mega yate (690 pasajeros), con aire marinero, elegante y estilizado. Sus interiores también son de lo más acogedor y nos siguen recordando a la elegancia de los barcos y yates de otros tiempos. En ellos abundan los suelos de moqueta y alfombras mullidas, las maderas nobles, el cuero, la forja y las plantas y flores naturales colocadas de una manera exquisita. También se pueden ver blancas cornisas y columnas, frescos en techos de determinadas zonas, chimeneas, pianos de cola e incluso un arpa, dotando a los ambientes de un toque elegante y clásico, combinando con gusto los colores en tapicerías sin pecar nunca en la estridencia. Es normal encontrar rincones coquetos donde las flores, siempre frescas, son las protagonistas junto con jarrones de porcelana y espejos.
También dispone de dos restaurantes de especialidades, ambos de pago, el Acqualina y un steakhouse. Por 50 e incluso por 15 dólares y bajo reserva previa se puede cenar en cualquiera de los dos, en unos comedores rodeados de grandes ventanales y ambiente íntimo.
En la cubierta 9 la oferta gastronómica continua alrededor de la piscina con el bufet y el grill. También llamo mi atención la oferta de helados al más puro estilo artesano y con grandes barquillos de cucurucho para acompañarlos. No apto para golosos.
La piscina, de un tamaño más que aceptable, se encuentra rodeada de grandes y cómodas tumbonas con mullidos colchones y un amplio surtido de toallas, así como de dos jacuzzis.
En esta misma cubierta también se encuentra la discoteca donde todas las noches hay entretenimiento en vivo combinándose con el del teatro, en el cual también se ofrecen espectáculos producidos muchas veces por el propio director de hotel y recordando más este a un cabaret de época que a un teatro en sí mismo.
Además de los servicios habituales se incluye el agua embotellada, refrescos, cafés y tés en todas las áreas del barco y vinos de la casa de calidad, de cortesía durante almuerzo y cena. También dispone de una pequeña vinoteca.
Otro punto fuerte es el Spa Astral, que cuenta con centro de belleza, peluquería, jacuzzi en cubierta con zona de relax, cabinas para diversos tratamientos corporales y/o faciales, una amplia gama de productos franceses, gimnasio y centro de acupuntura. Algo que no me dejo indiferente.
Como tampoco me lo resulto, la biblioteca. De grandes dimensiones, con un estilo victoriano con paneles de madera, chimenea en el centro, techo abovedado y pintado con motivos naturales y un gran piano de cola. En ella no solo se lee o se juega al ajedrez, sino que también se imparten charlas, cursos varios y se escucha música.
La sala de internet es amplia, confortable y cuenta con unos 15 ordenadores.
El casino dispone de una sala con televisión para ver en ella partidos de futbol, tenis, etc. Pequeña oficina para cambiar fichas y dos máquinas que llamaron mi atención, y que parecidas a un cajero automático, son para cambiar moneda, en este caso euros y dólares, pero en cada país se puede cambiar su moneda local. Algo muy cómodo.
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En cuanto a los camarotes, pudimos ver tres tipos diferentes. El camarote “tipo” con balcón, dos camas y baño al uso. De dimensiones aceptables.
El camarote más grande que el anterior, con king size, balcón amplio con tumbonas, mesa y sillas, armarios y cajones en buen numero y un baño más típico de hotel que de barco en sí, con una bañera grande.
Y, por último, la suite. Con terraza más que grande, salón, comedor, dos televisiones, king size, grandes armarios, escritorio y dos baños divididos. En una zona el baño en sí mismo y en otra junto con un tocador una bañera redonda con hidromasaje que seguro hace las delicias de muchos.
En todos los camarotes las televisiones son de pantalla plana, existe servicio de mayordomo y los amenities son de calidad. El 93% ofrecen vistas al mar y el 68% terraza privada.
La presentación y la calidad de la comida por lo que pudimos comprobar, es más de autor que convencional. En cualquier rincón del barco donde se hayan diferentes bares y cafeterías, como el Mosaic Café, se encuentran carritos con una variedad de exquisiteces que, no solo entran por los ojos, sino que complacen a los paladares más exigentes.
Este barco permite, dependiendo de la disponibilidad y si no se tiene problema de fechas, poder embarcar en cualquiera de los puertos base de su recorrido y continuar un crucero detras de otro en un largo itineraro . Esto también hace del Azamara Journey un barco más destinado a cruceristas experimentados que van buscando algo diferente.
Todo esto es lo que ofrece el Azamara Journey. Un barco en el que la media de edad del pasaje es de 60 años, con cierto poder adquisitivo y mayoritariamente americano y canadiense; pero en el que puede embarcar cualquier persona que lo que busque sean nuevos destinos, tranquilidad, mimo y, por qué no decirlo, disfrutar, ” enjoy the good life“.Todo ello regado de Moet Chandon.
“Agradecimientos a Andres Zambrana e Iñigo Arribas, sin lo que este reportaje no hubiese sido posible.Muchas gracias a ambos”.
![]() | Conchi Castañeira:“Me inicie en el mundo de los cruceros en el año 1999, con la compañía Costa Cruceros, a bordo del Costa Riviera, un barco del que guardo un grato recuerdo. El crucero fue de 10 días, desde Savona a Tierra Santa, pasando por Alejandría y gran parte del Mediterráneo. De aquella los cruceros poco o nada, tenían que ver con los de ahora. No existía tanta oferta ni información. Se encarecían muchísimo más. Los barcos no eran las moles de ahora, tenían el encanto especial de los cruceros que habíamos visto en el cine y, desde luego, se mimaba muchísimo mas al pasajero, era todo más personalizado“ |
En el año 2004 me embarque en un crucero fluvial, pero no por ello menos interesante, el rio en cuestión, el milenario y mágico Nilo. ☆ En el año 2010 repetí experiencia con el mismo barco, pero esta vez lo que me decidió fue su recorrido, Emiratos Árabes. Un destino a tener muy en cuenta y que a día de hoy, pocas compañías realizan. Este año, después de tener reservado, de nuevo con Costa Cruceros el crucero por el mar rojo, con el Costa Allegra, este se ha visto frustrado por los acontecimientos sufridos en Egipto. Pero no desisto y confió en realizarlo próximamente. Este año mi destino volverá a ser Dubái, pero esta vez por tierra. Me siento muy cómoda navegando con esta compañía, pero no descarto conocer otras. Para mí lo que prima es el recorrido, por lo cual la compañía y el barco pasan a un segundo lugar. | |
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